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Estos días hemos tenido conocimiento del ingreso mínimo de vital aprobado el 30 de mayo en el Consejo de Ministros de España. Una amplia masa de la sociedad ha reaccionado con ilusión ante esta renta aparentemente beneficiosa, pero que en realidad ha demostrado ser poco liberadora. Tratando de averiguar si en el ámbito de la problemática juvenil se han producido situaciones similares, es decir, condenas vendidas en forma de libertad, me he encontrado con la cuestión de los presupuestos de educación.

La fase de la crisis encrudecida en 2008 hizo que el PIB cayera en el Estado español hasta el -3,6 en 2009. Desde el aquel año hasta el 2012 los recortes presupuestarios de subvenciones y salariales se incrementaron considerablemente, las reformas que conocimos como política de austeridad llenaban portadas de periódicos y abrían informativos, como por ejemplo, el descenso de los sueldos de los funcionarios públicos, incluidos los docentes. Junto con el sueldo de los docentes, podríamos deducir que también disminuyó la inversión en educación, pero no, no fue así. En la CAV, de 2008 a 2009, el presupuesto de educación se incrementó en 1.000 millones de euros y de 2009 a 2010 en 27 millones. Esto también podía ser recibido con ilusión, a primera vista, pero también ha demostrado ser poco libertador.

Estos desarrollos presupuestarios de entre 2008 y 2010 no se distribuyeron de forma homogénea en los diferentes ámbitos de la educación, ya que se produjeron reducciones en infraestructura y en la educación para adultos, con caídas del 38 % y 45 % respectivamente, así como una disminución del dinero destinado a la euskaldunización y a la formación de la enseñanza. Por el contrario, se invirtió más dinero en la educación primaria y secundaria, en la formación profesional, en la universidad y en la investigación, así como en un área con un incremento presupuestario del 23 %: la promoción educativa, dato que resulta, como poco, llamativo. Una de las consecuencias para la juventud de estas inversiones es que en esos años el porcentaje de abandono escolar disminuyó considerablemente y el de los jóvenes que cursaban estudios de mayor rendimiento, en línea con la anterior, aumentó.

Este cúmulo de datos tiene sentido y es que el Gobierno tenía dos maneras sencillas de reducir las tasas de paro en las estadísticas en aquella época de crisis: una, crear empleo, evidente e irreal, y la otra reducir los porcentajes de población activa. Esta última podría haberlo ejecutado de dos maneras, anticipando la jubilación, –aunque no los veo muy dispuestos a pagar las pensiones–, o retrasando la entrada de los jóvenes al mundo laboral. Esta incorporación podía ser negada explícitamente y provocar confrontación, o podía promoverse uno de los pilares del estado del bienestar, y apaciguar a la clase media y aumentar el control sobre la juventud trabajadora. Éste último fue el plan que se llevó a cabo

En esos años se produjo una gran intervención cultural en las generaciones juveniles y se empezó a eliminar totalmente el imaginario de la transición del instituto al mundo laboral, impulsando a la juventud trabajadora a una formación complementaria al instituto. Una de las características del plan Bolonia, impuesto durante aquellos años, era que las diplomaturas de tres años se prolongaban a cuatro y las licenciaturas que duraban cinco años disminuían también a cuatro años, luego generalmente deberían complementarse con un máster, normalmente de un año o de dos. Esto ha retrasado 2, 4 o en muchos casos 6 años la incorporación de la juventud al mundo laboral. En la UPV hay alrededor de 40.000 alumnos, lo que supondría la mitad de los trabajadores que se contabilizan en paro en la CAV hoy en día, si estos estuvieran considerados como trabajadores activos. Por lo tanto, al incremento de la tasa de paro juvenil que se dio en esos años, habría que añadir la juventud que, sin intervención burguesa, no habría realizado los estudios superiores y habría accedido directamente al mundo laboral.

Las inversiones estratégicas en educación, el plan Bolonia y el contexto de la crisis, además de retrasar dicha incorporación al mundo laboral, impusieron planes de estudios más intensos. Las prácticas y trabajos complementarios hicieron que las horas extraescolares se dedicaran a los estudios de trabajos complementarios a realizar en casa, promoviendo la formación multidisciplinar (música, deporte, idiomas, etc.). Esto también hizo que el trabajo y los estudios no fueran conciliables, haciendo imposible el hecho de que se pueda trabajar un mínimo de horas para recibir el salario mínimo, y así, la pobreza ya habitual en los jóvenes incrementó un 7%. Además de los estudios superiores, la producción de formas de vida altamente dependientes de la familia nuclear retrasó la edad de independización, debido principalmente a las discapacidades económicas.

Además, se amplió el margen de influencia del proceso disciplinario que se da a través de la educación y la burguesía adquirió la capacidad de influir en una mayor masa de la juventud, por una parte, gracias a una legitimación de sus instituciones y, por otra, por una mayor intervención individual para inculcar su contenido y fomentar así su carácter individualista y competitivo. Así, se ha ido educando a una juventud más sumisa, una juventud que se ha infantilizado notablemente. Así, el intervalo de edad que abarca la juventud va aumentando poco a poco, condenándonos a esta fase de transición, perpetuándose la juventud como sujeto devaluado, negándonos los recursos económicos y materiales durante más años, y aumentando así las cuotas de poder de la burguesía con respecto al proletariado.

Este fenómeno ha sido una de las maniobras que han permitido intervenir culturalmente en la generación Z, ya que ha dejado atrás a la generación millennial, a los ninis y ha creado así un nuevo modelo de juventud. Las políticas de la burguesía, aún dadas en forma de ayuda, no salvarán al proletariado, porque no hay nada que no sea juego sucio por su parte. Porque a simple vista, eso que era de ayuda, nos condenará, ya sea directamente porque se han diseñado explícitamente con ese fin o ya sea por la incapacidad de la socialdemocracia.

 


1. Eusko Jaurlaritza, 2012. La Educación en Euskadi. Informe 2008-2010.

2. Gazteen Euskal Behatokia, Eusko Jaurlaritza, 2019. Gazteen Adierazleak, Euskadiko Gazteen Panoramika.