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El objetivo de este texto es esbozar algunas ideas sobre dos conceptos que, en su tradición histórica han adquirido diferentes significados y han gozado de mayor o menor relevancia política. Autogestión y control obrero.


La concepción comunista de autogestión


I. Cuando hablamos de autogestión, se cae, en general, en la indeterminación y en la ambigüedad, pues se denomina autogestionario todo proyecto o colectivo que tiene como fin la autonomía de un colectivo concreto para gestionar los procesos que se den dentro de su marco de acción. Autonomía que es puramente formal, pues concebimos dentro de este concepto tanto colectivos asamblearios que se gestionan de forma independiente (en cuanto a elaboración de agenda propia, recaudación de recursos, planificación y ejecución) como empresas cooperativas que asumen todo el proceso de producción y circulación de un producto dado. Es autogestionario todo proyecto que opera bajo esa óptica[1].


II. En su determinación política antagonista, el concepto de autogestión halla en su evolución histórica dos vertientes principales: autogestión como fundamento de la organización positiva del proletariado, como resultado del socialismo como proceso y la autogestión como reacción inmediata a la negación de la sociedad capitalista.


III. La concepción hegemónica, que hegemoniza el marco de expropiación bajo su significado es el segundo, esta concepción de autogestión se define por la teórica creación de relaciones sociales «liberadoras» paralelas y externas al proceso social capitalista. Cito un extracto cogido de El dieciocho brumario de Luis Bonaparte:


En parte, él (el proletariado) se abandona a experimentos doctrinales, bancos de cambio y asociaciones obreras, es decir, a un movimiento en el que renuncia a transformar el viejo mundo con los grandes medios colectivos que le son propios, y busca más bien conseguir la propia emancipación a espaldas de la sociedad, de manera particular dentro de los límites de sus mezquinas condiciones de existencia, con lo que va necesariamente al fracaso”[2]


IV. La autogestión para la tradición política comunista, al contrario, se define por la supresión de la apropiación privada del proceso social. Por la colectivización de los «grandes medios colectivos que le (al proletariado) son propios».


V. Cuando hablamos de la apropiación privada no nos referimos solamente a la apropiación del mando capitalista sobre el proceso social. Nos referimos a toda experiencia en cuyo seno se divide por una parte la organización del proceso y por otra parte, su ejecución. La autogestión comunista debe ser la gestión directa del proletariado como clase universal, como humanidad.

 

Autogestión y control obrero

VI. Si bien es cierto que se puede hablar de autogestión bajo el marco teórico-conceptual marxista, es un ejercicio idealista el querer prefigurar o determinar la forma en el que se debiera de ejercer la gestión directa del proletariado sobre el proceso social. La condición de posibilidad del concepto es la organización comunista de la sociedad que tiene como premisa el control directo sobre el territorio.


VII. Bajo la hegemonía de la sociedad burguesa y el control total del mando capitalista, las relaciones sociales están determinadas por la relación de capital y la producción social de la riqueza es reducida al principio de la acumulación. La lógica histórica de control obrero se basa precisamente en liberar los procesos sociales de trabajo del control capitalista y ponerlos al servicio de la clase trabajadora en tanto que clase revolucionaria.


VIII. Se ejerce el control obrero sobre cualquier proceso, actividad o ámbito de vida cuando este conquista un poder de control sobre la esfera y sobre la extensión de la propia actividad. Para el proletariado, okupar una casa es un ejercicio de control obrero, también lo es el acto de robar comida, ropa o un patinete eléctrico, pues se extraen de la de la circulación de capital bienes que son consumidos o utilizados directamente por el proletario. Control obrero es pues un concepto inmediatamente político en tanto que se basa en la tensión y la correlación de fuerzas existente y permanente entre la clase capitalista y el proletariado.


IX.  Control, en tanto que capacidad de dominación o supervisión, puede ser total o parcial. Hablamos de control obrero en tanto que control absoluto cuando se obtiene la capacidad de dirigir el proceso sin intervención externa. Hablamos de control obrero en tanto que control parcial cuando se logra arrancar concesiones estratégicas sobre el proceso al mando capitalista. Por ejemplo: La capacidad directa del proletariado de decidir sobre el proceso productivo en general es control total. La capacidad de decidir e imponer al dueño de la empresa que trabajadores tienen que ocupar los puestos de trabajo o que jornada deben de cumplir es control parcial[3].


X. El control obrero se puede ejercer sobre cualquier ámbito de la vida. El control obrero sin organización, no. El control obrero es la resolución positiva de la correlación de fuerzas entre el capitalista y el proletario. El mando capitalista está organizado a todos los niveles de la sociedad. Si no somos capaces de reunir la fuerza organizada que confronte directamente al enemigo de clase, no podremos superar los límites de las mezquinas condiciones de nuestra existencia. Estaremos condenados al fracaso.


[1] Gure kabuz ala hil: https://www.youtube.com/watch?v=AI8ndT49eB0

[2] Marx, K. (1852). El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. CS Ediciones, Bs. As, 1. 62. orrialdea

[3]  Asociación patronal (1931) El “control” obrero; ideas, datos y conclusión. Sucesores de Rivadeneyra (Madrid) 12-15 orrialdeak