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Itaia ha llamado a tomar las calles este 25 de noviembre con el fin de señalar los límites de las políticas de igualdad y la farsa de las y los políticos, y plantea la necesidad de organizarse con independencia política.

Esta crítica no pretende atentar contra las condiciones de mejora de la vida del proletariado femenino, sino plantear las consecuencias de la estrategia reformista y de las políticas feministas, y así señalar, por un lado, los claros límites de este modelo de política y, por otro, denunciar que estas políticas suponen un impedimento para la consecución de una libertad real de la mujer trabajadora y del proletariado en general.

Se pueden aumentar las partidas económicas, desarrollar instituciones específicas y redactar nuevas legislaciones, pero no hay recursos suficientes para reparar las consecuencias de cada una de las mujeres que sufre violencia, y aún menos en estos tiempos de crisis. Hablamos de la farsa de las y los políticos porque la organización estructural de las instituciones está ligada al capitalismo y, por tanto, al machismo. Es ejemplo de ello que estos, mientras desarrollan políticas de igualdad, promueven situaciones que perpetúan la violencia contra las mujeres, como por ejemplo las pésimas condiciones laborales o la carga de las tareas del ámbito doméstico. No hacen más que un intento de curar los síntomas sin tratar la enfermedad, cuando en realidad es imposible liberar a la mujer proletaria sin transformar la relación social que la subyuga, es decir, sin transformar la totalidad. 

Además, estas políticas constituyen un obstáculo para la organización de la mujer trabajadora. Por un lado, las instituciones y las y los políticos, lejos de ser percibidos como cómplices que alimentan la rueda del machismo, aparecen socialmente como figuras favorables a los intereses de la mujer. Este tipo de lavado de cara exime a los políticos de la responsabilidad de la situación. Por otro lado, una de las consecuencias de las políticas reformistas es la neutralización de las calles, es decir, estas políticas sofocan los diferentes movimientos políticos una vez que la reforma se ha llevado formalmente a cabo. En la mayoría de los casos, además, la única garantía de que estaselhuy propuestas institucionales de carácter social sean duraderas y eficaces es mantener activa la correlación de fuerzas a favor de dichas políticas. Finalmente, a través de los marcos ideológicos de este tipo de política, se obvia una y otra vez el elemento del conflicto de clases.

Itaia ha reivindicado en más de una ocasión las mismas condiciones de vida para todos y todas, unas condiciones de vida dignas que puedan mejorar la vida cotidiana, pero que permitan la transformación de la sociedad. El rumbo de estas luchas debe dibujarse en la confrontación con la clase enemiga, en la dirección hacia un proceso integral de liberación. En otras palabras, estas luchas de mejora, además de mejorar las condiciones de vida de la mujer proletaria, deben contribuir al proceso de lucha, a la construcción del socialismo, ya que es la organización independiente la única vía para fortalecer el sujeto de la mujer trabajadora y estructurar su autodefensa.