FOTOGRAFÍA / Zoe Martikorena
2021/10/05

[Texto publicado en papel en octubre de 2021]

Por lo menos cuatro milicianos de la República Popular de Donetsk murieron el pasado 23 de julio en el ataque perpetrado por la armada de Ucrania en los alrededores de Petrovskoe. Como este, existe una gran cantidad de ejemplos que llegan a través de los medios y que son muestra de que la tensión bélica generada por este conflicto no ha disminuido en los últimos cinco años (desde finales de agosto se han intensificado los ataques contra las dos repúblicas populares: el bombardeo de Yasinovataya, el ataque a Zolot, el largo bombardeo a Gorlovka, el ataque al pequeño pueblo de Staromikhaylovka...). El pasado 26 de marzo, por ejemplo, en ese mismo día, la Unión Europea (UE) registró el 493 incumplimiento del alto el fuego vigente. El ejemplo más claro es la concentración de tropas que Rusia ha destinado a la frontera con Ucrania desde finales de marzo: más de 4000 militares, artillería pesada y campamentos logísticos. Según personas expertas, es la movilización más numerosa llevada a cabo desde 2015 en las fronteras de Ucrania. Estos no son sucesos aislados, ya que desde el alto el fuego de Minsk, el Gobierno de Ucrania ha bombardeado y atacado los territorios «rebeldes» de oriente sin cesar. Por ello, aunque según los noticiarios de Occidente la guerra finalizó en 2015, en realidad las heridas del pueblo de Donbáss siguen abiertas y, en consecuencia, la tensión no ha hecho más que incrementarse desde entonces. En esta época de desinformación y posverdad es conveniente, como con el resto de conflictos que genera la sociedad capitalista, intentar aportar luz al origen de esta dura y prolongada guerra.

Para ello, primero tenemos que conocer lo sucedido, para luego poder analizar, aunque sea escuetamente, el papel de las fuerzas sociales que están en juego en el lugar: las burguesías de la propia Ucrania y del exterior. Huelga decir que asistimos al ocultamiento de información o gran falta de ella, lo que oscurece el problema. De todos modos, aún sin conocer los escabrosos detalles, se percibe la sombra del Capital en estos atroces sucesos.

SUCESOS

El origen de esta sucesión de hechos que han ocurrido hasta llegar a la actual situación reside en la región de Crimea que acaba de cumplir su séptimo aniversario. Fue Jrushchov(1) quien integró a Ucrania aquella tierra que pertenecía a Rusia desde el siglo XVIII. En el proceso de disolución de la URSS(2) los nuevos estratos políticos mandatarios tuvieron que llevar a cabo profundas reformas: la liberalización de los precios, privatizaciones masivas, declaraciones de independencia, el Tratado de Belavezha(3)... En estos cambios conflictivos se incrementó la confrontación entre diferentes sectores sociopolíticos. Surgieron desacuerdos entre las diferentes opiniones y posiciones políticas sobre el trayecto de las últimas décadas y el camino a seguir en el futuro en diversas regiones del estado de Ucrania. De todos modos, al igual que suele suceder con conflictos como el presente, frente a este problema de dimensiones muy variadas, la visibilidad ha recaído en la confrontación principal del momento.

Precisamente, al igual que las demás repúblicas que pertenecieron a la URSS, la confrontación entre Rusia y la UE determinó la política nacional. Es más, en gran medida la división social se convirtió también en territorial; en la sociedad oriental se generalizó la opinión a favor de estrechar lazos con los países que habían pertenecido a la URSS. La nueva burguesía nacional representada por el presidente Kuchma(4) utilizó la separación compleja que se reduce a dos bandos con el objetivo de establecer un balance entre los dos y así mantenerse en el poder. Esta posición ambivalente, que valía tanto para la política interna como para la externa, incidió todavía más en la división de estos dos bandos de Ucrania, contexto en el que entró al siglo XXI.

Este juego de tira y afloja de sectores sociales llegó a su límite frente a la corrupción de la política neutralista que gestionaba el gobierno y su autoritarismo. Finalmente, en 2004, la conocida como «revolución naranja», orquestada por los eurófilos, echó a Kuchma del gobierno. Esta «revolución» fue mayormente una serie de protestas para demandar un conjunto de reivindicaciones reformistas (detener la inclinación presidencialista, proteger la libertad de prensa...). Sin embargo, esta revuelta se produjo en el marco de las revoluciones de colores; una reacción contraria a lo que fue la URSS para pedir un acercamiento con Occidente. A partir de ese momento, la balanza entre Oriente y Occidente se tornó en una especie de bipartidismo en la política de Ucrania, por ejemplo, entre Yanukóvich, partidario de Rusia, y Timoshenko, afín a la UE. Aunque se hizo lo habido y por haber para llevar a cabo las reformas de manera «pacífica», los problemas del país se fueron amontonando. Como se ha mencionado anteriormente, en el caso de Ucrania, la influencia de muchos conflictos tiene su consecución en esta confrontación entre Oriente y Occidente. Si a eso le sumamos la pretensión de quienes conforman la OTAN(5) para incrementar su influencia en los países que fueron soviéticos alrededor de la Federación de Rusia, llegaremos a los sucesos de 2013.

Aquel año, el presidente Yanukóvich, siguiendo su postura favorable a Rusia, rechazó formar un pacto con la UE aunque aquel fuese su compromiso electoral. Al poco de tomar aquella decisión, surgió un movimiento político bien organizado y aprovisionado en Kiev y en los alrededores de la parte oeste: Maidán o Euromaidán. Las protestas a favor del tratado de anexión a la UE se convirtieron un estandarte en Euromaidán. Yankovich, por su parte, siguiendo la tradición política de la burguesía favorable a Rusia, respondió con férreo autoritarismo (leyes antiprotesta). De todos modos, para entonces, el movimiento de Euromaidán, más allá de una manifestación, era una maniobra paramilitar para desmantelar el gobierno: control de varias zonas, ocupación de lugares públicos, detención de diferentes personas funcionarias... Gracias a este método consiguió la correlación de fuerzas para convocar nuevos comicios en la Rada(6). En esta situación de violencia, la plataforma que unió a fuerzas parlamentarias simpatizantes de la UE ganó las elecciones, siendo candidato Petró Poroshenko.

En este punto se empieza a percibir sobre todo que Euromaidán es más que un movimiento a favor de las libertades civiles que ejemplifican las democracias de Occidente. En el gobierno recién creado formaron parte del cuerpo ministerial varias personas del partido neonazi Svoboda. De todos modos, aunque la influencia que la extrema derecha ejerce sobre Euromaidán se ha desarrollado especialmente en el entorno extraparlamentario: grupos como Pravy Sektor, además de poseer completa impunidad (por ejemplo, la matanza en La Casa de los Sindicatos de Odessa(7)), también ha tenido gran influencia en la orientación de las políticas del gobierno europeísta. A ello se le debe sumar la influencia de Occidente, ya que el gobierno de Poroshenko recibió desde el principio el apoyo del FMI(8) y la UE a cambio de aplicar sus medidas. El resultado radical de estas influencias internas y externas ha sido la persecución contra la población de habla rusa, la represión de la oposición del movimiento Maidan, la ilegalización del partido comunista, la exaltación de figuras y relatos fascistas, el posicionamiento a favor de la OTAN… Para todo ello se utilizó una supuesta injerencia rusa como pretexto, pero aunque la hubiese habido –y no más que en décadas anteriores– las medidas tomadas tuvieron más que ver con la hegemonía de un cierto nacionalismo y salvaguardar los intereses occidentales.

Frente a este etnocidio liderado desde Occidente, diferentes colectivos atacados se unieron para defenderse: antifascistas, aquellos que guardaban un buen recuerdo de la URSS, aquellos que sentían pertenecer a Rusia… pero también aquellas personas que eran perseguidas por el simple hecho de hablar ruso o quienes no les parecía justo soportar la pobreza por vivir en el este. Así, al igual que se ha hecho en la mayoría de los países del Este, esta cuestión de estratos de clase y múltiples intereses se ha reducido a la mera lucha entre «prorruso» y «proeuropeo». Volviendo al principio, en el caso de Crimea, por ejemplo, la proclamación de la anexión a Rusia tuvo gran repercusión. Tal y como hemos expuesto, el sentimiento de pertenencia a Rusia ha tenido una larga trayectoria histórica en este territorio, de ahí que el Gobierno autónomo y el Gobierno de la ciudad de Sebastopol decidieran, mediante un referéndum de autodeterminación, decidir si dejar Ucrania y consultar la decisión de integrarse en Rusia, con 97% a favor. Rusia defendió inmediatamente esta decisión frente al Gobierno de Kiev.

Frente a este etnocidio liderado desde Occidente, diferentes colectivos atacados se unieron para defenderse: antifascistas, aquellos que guardaban un buen recuerdo de la URSS, aquellos que sentían pertenecer a Rusia… pero también aquellas personas que eran perseguidas por el simple hecho de hablar ruso o quienes no les parecía justo soportar la pobreza por vivir en el este

En otros territorios del este diferentes colectivos se unieron al alzamiento contra Euromaidán para defenderse. En regiones como Járkov, Donetsk o Lugansk, las principales reivindicaciones fueron, más que una aspiración de autodeterminación, la defensa de la tradición soviética y la oposición al fascismo. De una u otra manera, al igual que la postura a favor del oeste y de la unión nacional se mezcló con las fuerzas más reaccionarias, quienes pretendieran hacer frente a aquellas fuerzas retrógradas se encontraron en la posición contraria. Así se declararon, mediante referéndum de autodeterminación favorable, los Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Así las cosas, ante la posibilidad de que el aumento del conflicto armado pudiera implicar una guerra de mayor escala, se promulgó un alto el fuego mediante los Acuerdos de Minsk. A principios de 2015 estaba vigente el alto el fuego, pero desde entonces el Gobierno de Kiev ha violado constantemente este acuerdo con bombardeos y otras agresiones durante seis años.

NUEVAS BURGUESÍAS DEL ESTE: EL SAQUEO DEL PUEBLO SOVIÉTICO

La guerra de Ucrania y especialmente la de Donbáss no ha sido más que una pieza cruenta en las disputas entre distintas potencias capitalistas. De la noche a la mañana, el gran capital ha conseguido convertirla, de ser un Estado bajo influencia de Rusia, a ser el servidor fiel de la OTAN, utilizando para ello los conflictos históricos internos. Este cambio político radical de Ucrania, al igual que los paradigmas políticos del resto de las antiguas repúblicas soviéticas, debe entenderse en el marco del ciclo iniciado desde los Balcanes al Báltico tras el proceso de descomposición de la URSS.

Desde la caída del telón de acero se le abrió al capital internacional una zona «virgen» y amplia de acumulación de capital que había permanecido cerrada durante más de 70 años. Las potencias occidentales impulsadas por el deseo del capital financiero abrieron estos gigantescos mercados en el este. En el seno del Kremlin(9), que acababa de perder la Guerra Fría, se había gestado la idea de una apertura gradual mediante la glásnost y la Perestroika(10). Pero, desde la década de los, 70 la burguesía yanqui y europea que intentaba en vano incrementar la tasa de beneficios necesitaba con urgencia un lugar de inversión para que sus ganancias fueran rentables.

Por ello, se quisieron imponer reformas profundas desde la UE y EEUU por encima de la sociedad soviética, y aquello solo podía conseguirse de una manera violenta. Así, cuando Yeltsin(11) no consiguió suficiente respaldo para estas reformas, los demócratas occidentales aplaudieron unánimemente que aquel presidente ruso atacase con tanques el parlamento y la manifestación civil en contra de las medidas.

El caso de Ucrania fue más lento que el de Rusia, pero las consecuencias fueron las mismas. En ambos casos se cumplió el consenso de Washington(12) en cuanto a apertura; en apenas dos años el comercio exterior y los precios se liberalizaron totalmente. Esto dio total libertad a los flujos de capital para entrar en el este pero, en lugar de crecer el sector productivo para crear plusvalía, la mayor parte de la capitalización se concentró en los diferentes mercados de divisas y títulos. Estas burbujas improductivas explotan en 1997 debido a la crisis financiera que acechaba desde el sureste de Asia. Al fin y al cabo, un capital de alto riesgo que busca inversiones a corto plazo acabó encontrando solamente el crecimiento de los precios, como lo hizo con los títulos de deuda pública en Sudamérica diez años antes. En el caso de Rusia, en paralelo a las inversiones de capital, hubo una privatización masiva de la estructura productiva que producía plusvalía.

En los planes quinquenales de la URSS en los que se desarrolló durante largo tiempo la industria pesada se buscaron socios capitalistas de un día para otro. Esto dejó fuera de juego a quien no perteneciese a la burguesía con mayor capacidad de inversión, siendo la mayoría pertenecientes a la antigua clase política. Es más, en la venta de estas «empresas» del Estado las conexiones políticas tuvieron gran importancia debido al gran peso del poder ejecutivo en las nuevas democracias de países antiguamente soviéticos. De esta manera, se empobreció al pequeño propietario que vivía de su renta fija y ahorros a cambio de mantener vivos a los parásitos capitalistas que no eran competitivos. En 1999 la producción era solo del 40%, la misma que en 1991, el año de la independencia. En definitiva, a la par que la joven Federación de Rusia, surgió una especie de burguesía artificial que gracias a la corrupción política consiguió el control de las principales fuentes económicas. El crecimiento global a la entrada del nuevo siglo y el precio creciente de las materias primas permitieron, junto con el equilibrio político que se alcanzó, una mejora de las condiciones. Sin embargo, cuando en 2009 los consumidores dependientes de sus rentas perdieron su poder adquisitivo, sucedió uno de los peores resultados mundiales con una pérdida de PIB del 15%. Los territorios más castigados fueron los de la industria oriental (sobre todo acero y química), ya que estaban más vinculados al antiguo modelo soviético. La situación se volvió insostenible y el equilibrio político entre la UE y los partidarios de Rusia se diluyó. Los propietarios de rentas nacionales decidieron aceptar propuestas de reforma de Occidente para asegurar sus rentas, alimentando el nacionalismo reaccionario para lograr la estabilidad y apostando por convertir a la UE en un socio comercial prioritario al margen de Yanukóvich. Como es habitual, la burguesía ha promovido el fascismo en busca de estabilidad y ahora no puede mantener el control de la plaga que ha desatado.

Como es habitual, la burguesía ha promovido el fascismo en busca de estabilidad y ahora no puede mantener el control de la plaga que ha desatado

Ucrania, por su situación geográfica, se ha encontrado frente a dos grandes mercados desde que se disolvió la Unión Soviética. La industria que no diversificó y el primer sector (un cuarto del producto agrícola soviético se producía en Ucrania) han competido con los bajos sueldos gracias a la numerosa población, al estilo de los países orientales. Esto ha traído consecuencias claras; por un lado, la desaparición de varias ramas de la industria soviética (armamento, aviación, radio-electrónica, automoción...), y por otro el empobrecimiento de la población. A día de hoy, según el instituto sociológico de Kiev, el 14,1% de la población no tiene suficientes ingresos como para asegurarse el alimento y el 38,2% invierte toda su renta en proveerse de alimentos y ropa. En Ucrania la acumulación de ganancias ha estado más ligada a tener contactos en el gobierno que a la tasa de plusvalía. Si a ello le sumamos la explotación de los recursos ricos, nos encontramos con una burguesía nacional completamente supeditada a grandes compradores como Rusia o la UE. El capital transnacional y las grandes potencias han utilizado este servilismo para aprovechar a su favor las divisiones dentro de la clase trabajadora (separaciones étnicas, políticas...). El fruto de todo ello es la guerra que comenzó en 2014.

En este sentido, cuestiones como la del gas natural han adquirido un gran protagonismo. En guerras como la del golfo Pérsico (Irak-Irán-Kuwait) el petróleo u otros recursos naturales han tenido un gran peso. En el caso que nos ocupa, en cambio, hemos mencionado que las causas de la guerra están más relacionadas con la cuestión de las influencias político-militares, pero, sin embargo, dada la naturaleza extractivista de la burguesía nacional, cuestiones como la del gas muestran la dependencia del país en intereses externos. El suministro de gas natural ha sido el punto álgido de tensión entre la UE y Rusia. Por un lado, Moscú ha subido repetidamente el precio del gas y muchas veces amenaza con cortar este suministro si no se paga. Por otro lado, la UE ha recordado en otras ocasiones al Gobierno ruso que obtiene la mitad de sus ingresos de la venta de este gas. Esta tensión se focaliza en Ucrania, donde la mitad del gas exportado a través de la UE es transportado a través de sus gasoductos.

En el mismo 2013, un año antes del golpe en Euromaidán, Gazprom(13) incrementó en un 81% el precio del gas que vendió a Ucrania, convirtiéndose en el gas más caro del mercado europeo. La Comisión Europea denunció esta estrategia y Ucrania detuvo el pago del gas hasta que se restableciese el precio anterior. A su vez, Moscú volvió a amenazar con cortar el suministro de gas (3ª vez desde 2006). Si bien resulta complicado establecer conexiones entre estos sucesos y lo que ocurrió en los años siguientes (seguramente porque nos falta información), está claro que la burguesía de este pequeño país vendió a Ucrania a los intereses de los dos grandes bloques geopolíticos, para proteger sus rentas. En cualquier caso, la enorme dependencia de Ucrania a sus compradores le ha llevado a someter a estos su política interna (es decir, la lucha de clases en su territorio) hasta llegar a los términos de la guerra civil.

En el mismo 2013, un año antes del golpe en Euromaidán, Gazprom incrementó en un 81% el precio del gas que vendió a Ucrania

EL DERRAMAMIENTO DE SANGRE DE DONBÁSS, PARTIDA DE AJEDREZ DE LAS POTENCIAS CAPITALISTAS

En el enfrentamiento entre estos compradores, Rusia ha tenido prioridad en las últimas décadas, como ocurre con el resto de las que fueron repúblicas soviéticas (Bielorrusia es un claro ejemplo). En la «gran estrategia»(14) de Moscú, el objetivo que se persigue es convertir a la Federación de Rusia en uno de los centros de poder del nuevo panorama multipolar. Para ello debe adquirir el control de una gran cantidad de recursos que está buscando a través de los movimientos que se están realizando precisamente en Asia Central y el Pacífico.

En este proceso Rusia se encuentra muy lejos del nivel de las mayores potencias (EEUU y China, aunque con este último país mantiene una cooperación sostenida), pero busca hacerse un hueco entre los bloques geopolíticos sin depender de nadie. Sin embargo, en el camino para alcanzar estos objetivos, y debido a la sucesión de la tradición diplomática militar soviética, se ve obligado a controlar los países cercanos. Trata en todo momento de incorporar su influencia en la órbita de los países que rodean sus fronteras, concretamente en las citadas repúblicas soviéticas. Por ello, para la recién nacida oligarquía rusa y el poder ejecutivo estrechamente relacionado con esta, debido a una política interna compleja, su capacidad para influir en Ucrania se trata de un asunto de vida o muerte, para así poder formar un dique frente a potencias más grandes que residen tanto al este, como al oeste. Es decir, en el campo de juego internacional su objetivo es ser «autónomos».

Al otro lado tenemos a la inteligencia militar de los Estados occidentales de siempre y mercenarios de la OTAN, a merced del mayor capital financiero. La ola de las revoluciones de colores(15) que surgió en Europa del Este ha sido la entrada principal de las democracias liberales capitalistas para realizar injerencias en estos países. Estas revueltas han permitido a la UE y EEUU ordenar con total impunidad intervenciones militares (tanto directas como indirectas). El método ha sido tan eficaz que también lo han aplicado en otros lugares; por ejemplo, la Primavera Árabe. Aunque las revoluciones de colores han sido un fenómeno más complejo que un simple movimiento orquestado por la CIA y el MI6(16), las han utilizado para debilitar la joven Rusia recién creada.

La ola de las revoluciones de colores que surgió en Europa del Este ha sido la entrada principal de las democracias liberales capitalistas para realizar injerencias en estos países

Si la burguesía que representa sus intereses a través del Estado de Rusia para ganar importancia internacionalmente quiere llevar a cabo la mencionada estrategia, Occidente quiere sabotear esos objetivos cueste lo que cueste. De hecho, la prioridad para dirigentes de la OTAN es reducir la influencia creciente de enemigos en este momento de declive de la hegemonía occidental. Para ello, como se ha mencionado anteriormente, la influencia sobre el entorno que controlaba la antigua URSS es vital. El resultado de todo esto es claro: la OTAN ha desestabilizado sistemáticamente a estos países de la zona, condenando a su población a las más terribles guerras y hambrunas. A pesar de que en la actualidad los casos de Afganistán o Ucrania pueden ser conocidos, la lista del sufrimiento infligido es muy extensa: Chechenia, Yugoslavia (especialmente dolorosa la Guerra de Kosovo), Georgia (en guerra contra Osetia del Sur y Abjasia), Armenia (este caso se analiza en este número de Arteka)...

Sin embargo, el bloque occidental no está tan unificado como se concibe habitualmente. No al menos igual que cuando la UE era un mero títere de EEUU. Zelenski, actual presidente de Ucrania y político que ocupó este cargo tras el golpe de estado naranja y Euromaidán, en los últimos meses ha estado yendo detrás de estas potencias occidentales suplicando ayuda. De hecho, en el año 2015 la comunidad internacional (los lacayos de siempre de la OTAN) mostró su apoyo total a quienes dieron el golpe en Ucrania, pero tras cinco años los intereses son más divergentes. La potencia norteamericana quiere volver a liderar el bloque de los clásicos capitalismos liberales, más ahora bajo las órdenes de Biden; y ha trasladado a Zelenski «protección incondicional», además de decir que el presidente ruso es un «asesino».

La UE, sin embargo, tiene mayores dificultades para mantener su posición de hace cinco años. En cuanto a la masacre de la población de Donbáss, por supuesto, no tienen ningún problema, como en otros lugares del mundo, en aplastar tanto a los civiles de estas repúblicas como a las milicias creadas para su protección. En el caso de Rusia, es más evidente un choque de intereses desde la época de la escisión de Crimea. A pesar de la complejidad de la situación, recientemente se han finalizado las obras de construcción del canal de gas Nord Stream 2. Esta obra incrementará la cantidad de gas que se exportaba anteriormente de Rusia a Alemania, aumentando así la dependencia energética de la UE respecto a la potencia oriental(17). EEUU criticó duramente este proyecto, pero la UE y sobre todo Alemania parecen haber primado sus intereses energéticos. En cualquier caso, esta divergencia en la política ucraniana, la política exterior de la administración estadounidense, junto a los grandes giros, ha dejado al Gobierno de Kiev «desprotegido» ante Rusia. Esta indefensión es muy relativa, ya que los mayores excesos los ha cometido el ejército ucraniano contra los civiles y milicianos de Donetsk y Lugansk durante cinco largos años.

CONCLUSIONES: NI PARA ATRÁS, NI PARA ADELANTE

Precisamente, el cúmulo de intereses que hemos explicado ha generado que esta situación de guerra de baja intensidad se extienda durante años. La única preocupación de la clase trabajadora de Donbáss es sobrevivir a los incesantes ataques, por lo menos mientras continúen los conflictos en Ucrania. Al Gobierno de Kiev no le cabe duda de que la única solución para acabar con la situación de bloqueo es la fuerza: ganar militarmente a los territorios rebeldes e invadir Crimea. Para ello, igual que hace cinco años, su única oportunidad reside en la implicación de sus amiguetes de Occidente. Zelenski, como no ve vuelta atrás, acaba de realizar una petición para incluir a Ucrania en la OTAN, además de juntarse con Alemania y EEUU. Sin duda no tiene ningún problema en crear un nuevo Kosovo, si con ello asegura las rentas a sus socios. A ello se le ha de sumar otro problema, ya que la unidad de fuerzas creada hace cinco años con el único fin de echar del gobierno a Yanukóvich no puede perdurar. Estos grupos reaccionarios fueron muy valiosos del 2013 al 2015, pero luego se convirtieron en una carga. Intentaron utilizarla en el frente militar, pero no fueron nada eficaces: robos, asesinatos, tortura... sin ningún sentido militar. Desde entonces han estado en contra del gobierno y su fuerza política se ha convertido en gran medida en crimen organizado, degenerándose aún más por la situación de guerra(18).

De todos modos, las grandes potencias con intereses en juego han querido evitar una confrontación directa, ya que si una de las partes realiza una intervención directa la otra también tendrá que hacerla. Esto plantearía una guerra internacional en el corazón de Europa, del estilo del siglo XX. En su lugar, han preferido la tradicional guerra indirecta, financiando in situ distintas facciones a favor de sus intereses. Si la UE y los EEUU han apostado por Euromaidán y sus descendientes, desde demócratas liberales hasta fascistas, la opción rusa ha sido aprovisionar de armas y preparar a la resistencia frente a ello, además que desde sus fronteras tiene un fácil contacto con estas fuerzas orientales. Precisamente, los pactos de Minsk son una muestra clara de este panorama. No le concedieron a Kiev la victoria absoluta que perseguía, no acabaron con la guerra y no liberaron el conflicto de intereses entre grandes potencias. Como consecuencia la violación del acuerdo se ha generalizado sistemáticamente, sobre todo por parte del Gobierno de Kiev, esperando que esto implique más a Occidente. Este problema ha existido desde que se firmaron los acuerdos, es más, estos son «los segundos acuerdos de Minsk», evidentemente porque el primer intento fue fallido.

La violación de los pactos de Minsk se ha generalizado sistemáticamente, sobre todo por parte del Gobierno de Kiev, esperando que esto implique más a Occidente

Puede ser que el incremento de la violencia que se ha visto últimamente encienda otra vez la llama de la guerra en Donbáss o puede ser que se siga dando la situación de bloqueo que ha habido hasta ahora y continúen los ataques a civiles por parte de Kiev. De un modo u otro, lo cierto es que la burguesía ucraniana ha vendido el país por cuatro duros a la ambición de las grandes potencias. Esta venta la ha pagado y la seguirá pagando cara la clase oprimida: miles de personas muertas (muchos y muchas civiles entre ellas, sin contar como civiles a las personas voluntarias de las milicias), el agravamiento del empobrecimiento y miles de heridas más que trae consigo la guerra.

¿Y cuál es la reacción de la «izquierda» occidental frente a todo esto? En el estado español, como en otros muchos lugares, la posición contraria a Rusia ha sido prioritaria, antes que la de la denuncia del fascismo que campa a sus anchas en Kiev y los bombardeos en el este. Las mismas personas que en las elecciones se llenan la boca contra el fascismo en oposición a sus rivales le han hecho el juego a la OTAN al defender ante la «malvada» Rusia un gobierno que ha llegado al poder en el corazón de Europa apoyado explícitamente por los nazis. Mientras tanto las milicias de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk se enfrentan a un ejército profesional que ha solicitado su ingreso en la OTAN. En una guerra en la que, por falta de recursos, desde el principio les es imposible ganar, no tienen más remedio que plantear la resistencia en la frontera con lo que tienen a su alcance, convirtiendo la muerte y la pobreza en su día a día.

Es digno de mención el trabajo que se ha hecho en Euskal Herria para difundir información sobre este conflicto. El comité de apoyo EH-Donbass ha trabajado incansablemente para transmitir y politizar el relato de lo sucedido y, en la medida de lo posible, enviar ayuda. Quien quiera tiene disponible su página web: euskalherria-donbass.org

NOTAS

1. Primer secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética entre 1953 y 1964.

2. Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

3. Acuerdo firmado por las repúblicas soviéticas para deshacer la URSS.

4. Presidente de Ucrania entre 1992-1993 y 1994-2005.

5. Organización del Tratado del Atlántico Norte, principal alianza militar entre los países de Occidente.

6. La Rada Suprema o Consejo Supremo es el nombre oficial del parlamento de Ucrania

7. Grupos fascistas asesinaron a más de 30 personas opositoras del movimiento Maidán en la ciudad de Odessa.

8. Fondo Monetario Internacional.

9. Sede del Gobierno de la Unión Soviética.

10. Medidas diseñadas por el político Mikhail Gorbatxov para la apertura política y económica de la URSS.

11. Boris Jeltsin, el primer presidente de la nueva Federación de Rusia.

12. Propuesta entre el capital de EEUU y FMI para la disolución de la URSS que se aplicó por primera vez en Polonia.

13. Sociedad anónima del mercado petrolífero y gas ruso. Ministerio de energía de la URSS privatizado, con todos sus activos. Sin embargo, el gobierno tiene un control estricto (es el principal accionista) por lo que se sigue su estrategia en sus decisiones.

14. Concepto utilizado en la teoría militar. Le hace referencia a derivar todas las herramientas y pasos hacia un objetivo central. En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, los aliados acordaron el objetivo de la gran estrategia de ganar a Alemania.

15. Se les ha llamado revoluciones de colores a una serie de protestas que comenzaron en la Europa del Este y se expandió a otros territorios en defensa de los valores liberales: Georgia, Yugoslavia, Kirguistán, Líbano, Túnez.

16. Servicio de Inteligencia Secreto del Reino Unido.

17. No podemos profundizar, pero las políticas de seguridad energética de la UE son más complejas todavía, ya que apostó claramente por superar la dependencia hacia Rusia (sobre todo buscando gas y otras fuentes), pero en este proceso se han dado conflictos de intereses entre diferentes miembros de la unión.

18. Este es un resumen muy simple, pero el desarrollo del fascismo en Ucrania necesitaría una explicación aparte, pues es un fenómeno complejo.

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