La prostitución del siglo XXI no puede ser entendida solo como esa institución fundacional del patriarcado que ha existido a lo largo de los siglos. La prostitución de hoy se inscribe en el marco de la industria de la explotación sexual, que a su vez forma parte de la economía ilegal. Por eso, Sheyla Jeffreys explica que esta antigua institución debe ser estudiada en el marco de la economía política.
La prostitución es una antigua institución patriarcal que ha experimentado cambios profundos en las últimas décadas. Hasta hace pocos años la prostitución era un conjunto de burdeles con mujeres autóctonas que ejercían la prostitución con encargadas que gestionaban, a veces paternalistamente, esos pequeños negocios. Ahora quedan cada vez menos, y los que quedan han experimentado una transformación radical, tanto en la forma como en la manera de funcionar. Los pequeños clubes están desapareciendo, sustituidos por los grandes burdeles, a veces con tarifas planas. En esa antigua forma de prostitución no existían mujeres migrantes ni tráfico de mujeres por los circuitos criminales. En otros términos, la antigua prostitución no formaba parte de la gran industria de la explotación sexual que existe en la actualidad.
El nuevo capitalismo ha hecho posible la transformación de la prostitución en una gran industria interconectada en forma de red, vinculada a la economía criminal y con poderosos brazos en otros sectores económicos. Ahora es prácticamente imposible encontrar burdeles que en algún punto de su actividad económica no estén vinculados a la economía criminal, desde el tráfico de mujeres hasta el blanqueo de capitales. La ‘materia prima’ de esa industria son los cuerpos de las mujeres, que se han convertido en una mercancía que reúne las dos condiciones necesarias de la globalización neoliberal: negocio de bajo riesgo y altos rendimientos.
Saskia Sassen señala que la nueva economía capitalista está promoviendo con sus políticas neoliberales el surgimiento de nuevas clases de servidumbre. Mujeres e inmigrantes, entre las que podemos identificar un contingente significativo de mujeres prostituidas, constituyen el núcleo fuerte de esas nuevas servidumbres.
La prostitución se está configurando como una estrategia fundamental para el desarrollo. Sassen explica que las mujeres entran en el macronivel de las estrategias del desarrollo básicamente a través de la industria de la explotación sexual y del espectáculo y a través de las remesas de dinero que envían a sus países de origen. La exportación de trabajadores y trabajadoras y las remesas de dinero son herramientas de los gobiernos de países con altos niveles de pobreza para amortiguar el desempleo y la deuda externa. Y ambas estrategias tienen cierto grado de institucionalización de los que dependen cada vez más los gobiernos.
El alto desempleo, la pobreza, el estrechamiento de los recursos del estado para las necesidades sociales y la quiebra de un gran número de empresas hacen posible la existencia de una serie de circuitos con un relativo grado de institucionalización por los que transitan sobre todo las mujeres. Por esos circuitos circulan mujeres para el trabajo doméstico y la prostitución. Y por esos circuitos se introducen también los traficantes de personas y las mafias vinculadas al tráfico de mujeres. Al mismo tiempo, esos circuitos adquieren cierto grado de institucionalización porque el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional exigen a los países endeudados que edifiquen una industria del ocio y del espectáculo que haga posible el pago de la deuda. Pues bien, la prostitución infantil y adulta es una parte fundamental de este sector económico que, a su vez, se configura como una estrategia de desarrollo de los países con altos niveles de pobreza. Y muy particularmente es una fuente de desarrollo económico rural para las regiones pobres.
Por otra parte, la prostitución es también un exponente de la deslocalización del nuevo capitalismo, pues las mujeres son trasladadas de los países con altos niveles de pobreza a los países con más bienestar social para que los varones demandantes con suficientes recursos económicos accedan sexualmente a sus cuerpos. La prostitución es un negocio global interconectado en el que las mafias de la economía criminal controlan todo el proceso, desde la captación de adolescentes y mujeres en sus países de origen hasta su inserción en los clubs de alterne de los países de destino. Si bien el cuerpo de la mujer prostituida siempre ha sido una mercancía, en esta época de globalización neoliberal, marcado por un feroz individualismo posesivo, el cuerpo de las mujeres prostituidas se convierte en una mercancía muy codiciada por los traficantes y proxenetas porque proporciona altos beneficios con bajos costes.
Para concluir, la prostitución del siglo XXI solo puede ser estudiada en la intersección de tres sistemas de poder: el patriarcal, el capitalista neoliberal y el colonial.
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