[Texto escrito junto a Unai Ioldi. Para ver los gráficos ver PDF o revista física.]
«La pobreza y la falta de libertad son las principales características del modelo de vida proletario que ha restablecido el nuevo ciclo económico». Es lo que dice la lectura de GKS (Gazte Koordinadora Sozialista) sobre la situación actual[1]. En el mismo sentido, las declaraciones de Itaia del pasado 20 de octubre[2], las de Ikasle Abertzaleak respecto a la huelga convocada el pasado mes de septiembre[3] o la editorial de GEDAR[4] nos aclaran una de las hipótesis básicas en cuanto al futuro del Movimiento Socialista: «El proletariado no tiene una posibilidad de vida aburguesada y los Estados de Bienestar no pueden influir en su condición estructural; sin embargo, el capital ha emprendido una ofensiva de proletarización y el nuevo posible pacto social interclases no resolverá la miserable existencia del proletariado. Por lo tanto, el argumento comunista es inexpugnable para los socialdemócratas. Mientras tanto, la militancia debe estudiar este proceso de proletarización y pensar en lo táctico».
Si bien la burguesía debe acumular riqueza (plusvalía), en la situación actual se encuentra con dificultades para obtenerla. Sus ganancias están siendo más escasas. Por lo cual, la clase obrera tendrá que empobrecer para que la burguesía prospere, empobrecimiento que denominamos como ofensiva burguesa. Por lo dicho, nuestra hipótesis como Movimiento Socialista es que las condiciones de vida empeorarán aún más. En este oscuro futuro que nos aguarda, la única elección capaz de dar soluciones es el comunismo, razón por la cual es de vital importancia demostrar que esta hipótesis del empobrecimiento es correcta. La posibilidad de hacer política yacerá, entonces, en la imposibilidad de la gente de conseguir una vivienda y acotar la influencia concreta de la ofensiva burguesa que vivimos será un ejercicio fundamental. Este reportaje es una primera aproximación a este ejercicio, precisamente el contraste de la hipótesis básica que hemos mencionado.
Por lo cual, la clase obrera tendrá que empobrecer para que la burguesía prospere, empobrecimiento que denominamos como ofensiva burguesa. Por lo dicho, nuestra hipótesis como Movimiento Socialista es que las condiciones de vida empeorarán aún más
Para el análisis, emplearemos mediciones estadísticas oficiales con el fin de demostrar que la propia realidad empírica confirma esta hipótesis. En este sentido, dado que los datos disponibles responden a la realidad de hego Euskal Herria en función de sus territorios administrativos, también el presente análisis se hará en función de la misma división.
El deterioro de las condiciones de vida es una tendencia que se da en diferentes escalas. Aquí llevaremos la vista al periodo entre 2008 y 2018, porque además de que las mediciones estadísticas contemplan dicho periodo, es el periodo en el que más se ha acelerado el desmantelamiento del paradigma del Estado del Bienestar del siglo XX. Así, evitaremos distorsiones tanto a largo como a corto plazo, así como los cambios bruscos producidos por la pandemia en 2020. Estos últimos cambios no contradicen la tendencia del capital, sino que la corroboran; sin embargo, no disponemos de datos suficientes para analizarlo debidamente. Ahora, tras haber aclarado la naturaleza del análisis, pongamos sobre la mesa la pregunta por excelencia: ¿es verdad que la pobreza ha aumentado, tal y como dice el Movimiento Socialista?
LA POBREZA Y LA FUERZA DE TRABAJO
En primer lugar, ¿cómo podemos definir esta pobreza que está aumentando según nuestra hipótesis? Conforme a la definición que utilizan los documentos oficiales: «la pobreza es la situación en la que una unidad de convivencia no dispone de ingresos suficientes para hacer frente a las necesidades básicas». Partiendo de este concepto se pueden definir los otros niveles de privación material que no son categorizados oficialmente como pobreza, es decir, podríamos identificar los diferentes niveles de pobreza: «La ausencia de bienestar es la situación de no disponer de ingresos suficientes para mantener el nivel de vida esperado en una sociedad»[5]. Estos diferentes grados de pobreza son en su esencia reproducciones deficitarias de la fuerza de trabajo, es decir, reflejo de que la persona trabajadora venda su fuerza de trabajo por un valor o precio inferior[6]. En todo caso, la afirmación de nuestra hipótesis implica que la clase trabajadora adquiere cada vez menos[7] mercancías a cambio de su trabajo.
Cuando las personas trabajadoras producen una mercancía, un producto, esta se vende por un dinero. Este dinero obtenido debe repartirse entre el capitalista y el trabajador; precisamente entre el salario y la ganancia. Expuesta así de simple, esta ley fundamental significa que si el capitalista quiere aumentar su parte, tiene que reducir la parte del trabajador. Esta reducción puede ser relativa; si el dinero que se obtiene el capitalista aumenta, por ejemplo en una situación de crecimiento, tanto la ganancia como el salario pueden aumentar aunque en términos relativos la parte de los beneficios aumente aún más. Por lo tanto, en una coyuntura de gran crecimiento, la situación de una parte de la clase trabajadora puede mejorar y esto le puede permitir alejarse de la pobreza, como en el caso de la llamada aristocracia obrera. No obstante, para que esto ocurra debe haber unas condiciones históricas muy concretas. En los momentos en que se acaba el crecimiento o se ralentiza, son más frecuentes los intentos de mantener la parte de los beneficios bajando los salarios[8].
En resumen, pensemos que las condiciones medias de vida de la clase trabajadora de un lugar y momento se definen por una cesta de consumo (vivienda, alimentación, vestuario, ocio, etc.). Podremos afirmar que pueden consumir más mercancías a lo largo del tiempo, pero esto se debe a que el coste de estas mercancías va disminuyendo,[9] no ocurre a causa de recibir una parte mayor de la riqueza. Es decir, en la realidad es el capitalista quien ha aumentado sus beneficios[10]. En cambio, cuando la venta produce menos dinero para poder mantener o reducir menos los beneficios, se reducen los salarios. En los llamados tiempos de crisis, estos recortes se tienen que hacer de golpe. Esto implica que los diferentes estratos de la clase trabajadora empobrecen y que su reproducción se sitúa por debajo del nivel normal, es decir, no se cumple con la cesta de consumo mencionada (afectando a vivienda, alimentación, vestimenta)[11]. Pero, ¿cómo se da este proceso de empobrecimiento concretamente en nuestro entorno? ¿Qué observación o dato nos puede llevar a demostrar este empobrecimiento?
En los llamados tiempos de crisis, estos recortes se tienen que hacer de golpe. Esto implica que los diferentes estratos de la clase trabajadora empobrecen y que su reproducción se sitúa por debajo del nivel normal
ARABA, BIZKAIA Y GIPUZKOA
La tendencia general muestra una pobreza relativa: como hemos dicho anteriormente, en la producción capitalista, las fuerzas productivas y la cantidad de mercancías producidas (la riqueza) va aumentando ininterrumpidamente, esto es, la productividad de la fuerza de trabajo crece sin cesar. Sin embargo, aunque la clase trabajadora tenga mayores capacidades materiales (consume más mercancías), cada vez posee una menor proporción de la riqueza total. Esto no es apreciable a corto plazo, ya que la calidad de vida puede mejorar aunque en términos relativos esté empobreciendo, lo que demuestra que la clase trabajadora está siendo sometida a un empobrecimiento a pesar de que mejoren sus condiciones materiales[12].
Como respuesta a esta pregunta, en los últimos tres años la patronal y los sindicatos se han echado la culpa entre sí[16] por no haber llegado a un acuerdo. No obstante, la pérdida del peso del salario que ha tenido lugar en los últimos tres años es consecuencia de que el capital haya recuperado su poder, no una cuestión de negociación. Cuando al capitalista le falta plusvalía (como por ejemplo, en el 2008), debe reducir más rápidamente el pedazo de la riqueza de la clase trabajadora. Cuando esto ocurre, aumenta la dimensión de la fuerza de trabajo que no llega a la reproducción «normal» (por ejemplo, aumentan las tasas de pobreza o la ausencia de bienestar). Precisamente esto es lo que ha ocurrido en el periodo analizado (2008-2018/2020): más allá de que el crecimiento no se haya encauzado para realizar mejoras de la clase trabajadora, la crisis ha exigido un reajuste para aumentar la plusvalía. Dicho de otra manera, el producto producido por cada persona trabajadora aumenta a lo largo del tiempo (su productividad aumenta, concretamente ha aumentado un 47% en el periodo de tiempo entre 1995 y 2018[14]), pero su participación es cada vez menor en la riqueza social que, a la vez, es cada vez mayor[15]. Si bien el gráfico solo muestra el periodo que nos ocupa, esta tendencia es histórica en el capitalismo. A nivel estatal, por ejemplo el 2017, los salarios descendieron hasta formar el 47,3% del PIB, a saber, volvió a los niveles del año 1989. ¿La clase trabajadora por qué no puede hacerse con un pedazo mayor de ese pastel para mejorar su situación?
En la mayoría de las investigaciones, lo más común para medir si verdaderamente ha ocurrido un empobrecimiento o no es analizar el desarrollo de la renta[17]. Eurostat, el instituto referente de la Unión Europea, entiende como pobreza relativa los casos que tienen una renta 60% menor que el nivel de la renta mediana y califica los menores del 40% como pobreza severa. Siendo esto así, en el periodo 2008-2018 la pobreza relativa ha aumentado un 20,2% (ha pasado de 318.161 a 382.316 personas) y la grave un 64,9% (ha pasado de 66.540 personas a 109.735). Observando en el gráfico B la pobreza en función del desarrollo histórico del peso demográfico de cada grupo (empezando desde el 1986), también se percibe que estos grupos de nivel de renta bajo han crecido de manera significativa (también respecto a la población).
Si bien muestra su cara más cruda en la tendencia ascendente del empobrecimiento, la proletarización y la ofensiva burguesa tienen lugar en el deterioro de las condiciones de vida de distintos estratos de clase. Para analizarlo, aparte de confirmar que la populación con la renta más baja se ha hecho más multitudinaria, también debemos aclarar que los grupos que se encuentran cerca de la mediana del reparto han disminuido; dicho de manera simple, se han agrandado las capas de «ricos» y «pobres» mediante la disminución de las rentas de nivel medio. El índice de Gini se emplea para medir la desigualdad[19]. En función de esta índice, en la CAV la desigualdad de los ingresos ha aumentado en el periodo 2008-2019. Esto se ve sobre todo a partir del año 2012, siendo este índice (en porcentajes) punto y medio mayor que al principio del 2018. El gráfico C muestra el desarrollo que ha tenido lugar cada año.
El índice Gini solo nos dice que se ha polarizado la distribución de la renta, pero no exactamente cómo se distribuye. Para ver que las líneas del proletariado crecen con la descomposición de la aristocracia obrera, deberíamos analizar, al menos, cómo varía la distribución de la población en cada tramo (decil o percentil) de la renta, y esto basándonos exclusivamente en la renta. Esto supera los límites de este reportaje, pero aún así el índice Gini nos sirve para destacar un incremento de la disparidad de la renta. El análisis de la renta hasta ahora es la explicación básica habitual del deterioro de las condiciones de vida.
Aun así, tanto la proletarización como la crisis capitalista son fenómenos de diversas dimensiones. La miseria y el empobrecimiento tienen lugar en todos y cada uno de los ámbitos vitales de la clase trabajadora, no solo en la renta. Como hemos mencionado antes, el objetivo de este análisis se basa en mostrar objetivamente el crecimiento de la pobreza y la desigualdad, puesto que es una de las tesis que maneja el Movimiento Socialista. No obstante, la proletarización y pauperización de la clase trabajadora no es demostrable solo con el cambio de la renta o de cualquier otra variable aislada, dado que el capital controla casi todos los espacios de nuestras vidas, y que por lo tanto, su necesidad de extraer plusvalía influye en todos estos. Es más, también en un contexto de crecimiento nominal y real de la renta, las condiciones materiales de la clase trabajadora pueden empeorar. Por tanto, el análisis deberá completarse con otras observaciones empíricas asociadas a estas condiciones.
El camino inmediato para poner al descubierto las limitaciones de las observaciones de la renta se pueden ver en el patrimonio (ahorros, los inmuebles que tiene esa persona en su propiedad), ya que la clase trabajadora ha perdido mucho al respecto en la ofensiva burguesa actual[21]. Por ejemplo, la proporción de las familias sin ahorros en 2018 ha ascendido a los niveles de 2004 (un total de un 33%), una consecuencia directa de la reducción del patrimonio; estas personas deberán hacer frente a su día a día con sus ingresos diarios. Tras una subida ininterrumpida en el periodo 1995-2008, el patrimonio conjunto estimado de la CAV se ha reducido en un 12,8% en el periodo 2008-2018, hecho que demuestra la pobreza que estamos intentando demostrar. Es más, el patrimonio por persona (per cápita) se ha reducido en un 13,1%. En este punto, sin embargo, cabe recalcar el abismo entre estas observaciones empíricas y los cambios en los estratos de clase. La pérdida del patrimonio entre los años 2008-2012 ha solido vincularse con la bajada del precio de la vivienda, entre otras cosas. En cambio, el periodo 2012-2014 el patrimonio ha sido afectado por la depreciación de otro tipo de bienes, de los cuales el precio ha subido en el periodo 2014-2018. Finalmente, analizando la bajada del patrimonio del periodo 2016-2018, se aprecia la importancia de los ahorros; interpretamos que el patrimonio se ha reducido por causa de que estos ahorros han sufrido una reducción del 19%. Aunque dependiendo del periodo ciertos elementos hayan sufrido mayores pérdidas que otros (es difícil vislumbrar las tendencias en periodos tan cortos), al igual que se ha observado que en el periodo 2008-2018 ha habido un crecimiento en las rentas consideradas como de pobreza y un crecimiento de la desigualdad, también se puede confirmar esta misma tendencia en una perspectiva a largo plazo, observando el patrimonio[22].
En conclusión, en general se ha reducido el patrimonio y la renta. Por si esto fuera poco, observamos una polarización en la distribución de la riqueza, lo que ha aumentado la disparidad. ¿Qué consecuencias tiene toda esta situación? Si hay indicios de una tendencia hacia la pauperización, ¿cómo se vive esta pobreza en la CAV? Analizando las poblaciones que sufren los principales problemas asociados al empobrecimiento (no a la pobreza), el gráfico D nos permite comparar los problemas que han adquirido mayor peso en el periodo 2008-2018.
Si completamos esta información con otros datos, la caracterización de la pobreza de la CAV es muy concreto. De hecho, los crecimientos gigantescos que se reflejan en el gráfico destacan analizando el desarrollo de otros problemas asociados al empeoramiento de las condiciones de vida. Es muy habitual, por ejemplo, relacionar con la pobreza los problemas de alimentación. En el mismo periodo 2008-2018, las dificultades de alimentación graves se han reducido en un 40% y los muy graves en un 15%. Esto no desmiente las hipótesis de pauperización y proletarización que tratamos de demostrar, pero nos ayuda a acotar las consecuencias de estos procesos en un territorio como la CAV. En cambio, podemos comprobar que la cuestión de la vivienda se ha convertido en el punto de mira de la ofensiva burguesa. Este hecho también se debe a unas condiciones concretas (que la crisis del 2008 se haya dado en conexión con una burbuja inmobiliaria, que precio de la vivienda sea especialmente alto en este territorio, etc.); aun así, vemos que la vivienda es una cuestión determinante en la defensa de las condiciones de la clase trabajadora.
Al hilo de los altos porcentajes señalados en el gráfico D, encontramos un elevado número de familias con gasto en vivienda. El aumento de la proporción de la población que vive en una propiedad que no ha sido no totalmente amortizada (como la hipoteca) o en alquiler nos muestra el desmantelamiento del estrato de la clase trabajadora, que hasta ahora ha gozado de una estabilidad a pesar de tener rentas bajas (que ya no es capaz de hacerse con una vivienda). De hecho, en el periodo entre el 1986 y 1996, después de caer del 31,2% al 23,5%, esta cifra no ha parado de crecer hasta llegar al 47,6% en 2014. Sin duda, es paradigmático que la mitad de la población en una zona «rica» en el pleno centro imperialista no tenga posibilidad de una vivienda. La proletarización es aún más significativa si tenemos en cuenta que en 2004 esta proporción era del 34%.
Analizando el gráfico D desde un punto de vista más amplio, nos daremos cuenta del enorme peso que tiene la vivienda en la naturaleza de la pobreza en nuestro entorno. De hecho, tres de los problemas de que más han crecido están relacionados, en mayor o menor medida, con la vivienda: embargos, retrasos y ventas de propiedades. Junto a esto, otro aspecto que más ha crecido con la pobreza se sitúa en la vivienda: la pobreza energética. El incremento del 125,5% en la imposibilidad de tener una temperatura adecuada nos permite obtener una idea general. Esto quiere decir que si el principal indicador de empobrecimiento es el problema de la vivienda, el otro problema que más ha castigado a los trabajadores va ligado a la calidad de la vivienda, en concreto a la pobreza energética. En este sentido, y dado que los incrementos del precio de los suministros necesarios tienen una larga historia, mediremos este problema de calidad de vida básica a través de la vivienda. En efecto, el que más ha crecido entre los medidores de calidad de la vivienda es el factor de la humedad. Esta variable correlacionada directamente con la pobreza energética ha crecido de forma continuada desde 2008, pasando del 7,7% de ese año al 14,2% en 2018. El alto precio de la vivienda ha llevado a las personas inquilinas a flexibilizar las condiciones de habitabilidad, llegando a casi duplicar los casos de humedad en 10 años.
Es paradigmático que la mitad de la población en una zona «rica» en el pleno centro imperialista no tenga posibilidad de una vivienda. Analizando el gráfico D desde un punto de vista más amplio nos daremos cuenta del enorme peso que tiene la vivienda en la naturaleza de la pobreza en nuestro entorno. De hecho, tres de los problemas de que más han crecido están relacionados, en mayor o menor medida, con la vivienda: embargos, retrasos y ventas de propiedades
Esto quiere decir que si el principal indicador de empobrecimiento es el problema de la vivienda, el otro problema que más ha castigado a los trabajadores va ligado a la calidad de la vivienda, en concreto a la pobreza energética
El crecimiento de la pobreza puede desglosarse en mil factores diferentes; más allá de la vivienda podríamos estudiar tanto la alimentación, como la educación, la salud, el ocio y un largo etcétera. Cuanto más se desmenuzara esta información, más precisa sería nuestra información sobre este fenómeno que queremos demostrar. Sin embargo, nos ceñiremos a los factores principales, puesto que creemos que son suficientes para demostrar el crecimiento de nuestra pobreza. La situación de vulnerabilidad que provocan los síntomas de pobreza expuestos hasta ahora se hace apreciable en la imposibilidad repentina de estas personas para mantener el modelo de vida hasta el momento. Así, la imposibilidad de financiar las condiciones habituales de vida se refleja en una economía familiar deficitaria. El porcentaje de personas que no disponen de ahorro suficiente para hacer frente al gasto corriente durante un año es revelador en este sentido, ya que en 2018 alcanzó la aterradora cifra del 48,4%.
La situación de vulnerabilidad que provocan los síntomas de pobreza expuestos hasta ahora se hace apreciable en la imposibilidad repentina de estas personas para mantener el modelo de vida hasta el momento. Así, la imposibilidad de financiar las condiciones habituales de vida se refleja en una economía familiar deficitaria
Todavía alguno podría pensar, contra toda evidencia de la vida cotidiana, que esta falta de ahorro se debe a la falta de previsión o al despilfarro. La caída del consumo, sin embargo, desmentiría esta tesis y confirmaría el empobrecimiento que queremos demostrar. El elevado número de factores que influyen en el consumo a corto plazo genera grandes diferencias, pero el consumo a largo plazo puede ser a menudo un buen indicador de las condiciones de vida. El consumo inmobiliario sería un claro ejemplo de este consumo a largo plazo, pero en el Estado español este mercado tiene unas distorsiones especiales, como hemos visto. En lugar de eso, una variable que sirve como muestra de la diferencia entre las familias es la posibilidad de tener un coche. En concreto, el consumo de coches menores de 10 años es un elemento habitual de la capacidad de consumo a largo plazo. Aunque a simple vista pueda parecer que un coche no es un bien básico, hasta el 2008 era un bien muy común entre las familias de la aristocracia obrera. Como muestra el gráfico E, en el periodo 2008-2018 se da una caída extraordinaria de este consumo: la proletarización ha dejado en unas pocas manos la capacidad de consumo a largo plazo.
Como se ha dicho anteriormente, este análisis del proceso de empobrecimiento se puede profundizar cuanto se quiera; de momento nos quedamos con este marco general que acabamos de explicar. Desde el 2008, la pobreza y la disparidad han crecido considerablemente, especialmente por toda la gente que perdió su empleo. Como el crecimiento se recuperó en 2014, en el periodo intermedio se formaron grandes bolsas de parados (alcanzó su máximo en el primer trimestre de 2015, con un 17% de paro[24]). Esta población desempleada, que se mantuvo durante largos años, agotó las prestaciones por desempleo de nivel contributivo que le correspondían y esta gente quedó sometida a otras ayudas. Precisamente en el periodo 2014-2016 se da el máximo de población que recibe el RGI, cifra que se mantiene entre 65.000 y 65.500 personas en mayo de esos años, hasta volver a descender hasta situarse en torno a 58.000 en mayo de 2018[25]. Estas ayudas han atenuado el crecimiento de la pobreza en sentido estricto (cuando la reproducción de la fuerza de trabajo se sitúa debajo del nivel habitual), situándola en la CAV en un 18%, es decir, por debajo de la estatal (26%) o incluso del porcentaje de la Eurozona (22%).
Esta ayuda, vigente desde 1989, ha redistribuido la acumulación de capital –especialmente cuantiosa– de la CAV y ha limitado la miseria generada en la crisis principalmente a la descomposición de la aristocracia obrera. Si a esto le añadimos la burbuja del mercado inmobiliario de España, veremos que el aumento de la pobreza relaciona con la problemática de vivienda en lugar de con otras necesidades primarias (alimentación, vestimenta…). En fin, la reducción de los estratos superiores de la clase obrera ha alimentado una nueva capa de una pobreza moderada que está obligada a gastar la mayor parte de la renta en unas necesidades básicas y que la subordina especialmente a su trabajo asalariado, en una época en que la oferta de trabajo es escasa y precaria. El gráfico F muestra este uso de la renta.
NAFARROA
La Comunidad Foral de Navarra, a causa de distintas condiciones objetivas, tiene semejanzas con la CAV. Por lo tanto, no tendría mucho sentido repetir la contextualización general. En lugar de eso, señalaremos las semejanzas e intentaremos centrarnos en las diferencias, con el fin de intentar caracterizar a grandes líneas el proceso de empobrecimiento. En vez de demostrar una a una cada semejanza, nos limitaremos al factor que une a todas ellas: el empleo. En efecto, la situación precaria de los estratos más amplios originada por el incremento notorio del desempleo y su recuperación lenta, se trata de un fenómeno que se ha dado en el mercado laboral de todo el Estado. El gráfico G lo muestra, y en gran medida, también explica las similitudes en los demás aspectos.
En consecuencia, el desempleo elevado y constante causaría en Nafarroa, al igual en la CAV, el agotamiento de los ingresos y la generalización de algunas carencias concretas. Si analizamos la distribución de la renta en deciles del gráfico F observaríamos que los estratos son bastante estables, que la proletarización que hemos mencionado se muestra muy ligeramente. Así, podemos certificar que los mecanismos de distribución de la riqueza tienen más impacto en Nafarroa. En efecto, esta es la comunidad del Estado con menos desigualdad (según el índice de Gini) y pobreza. Sin embargo, se perciben las misma tendencias que en la CAV.
¿Cuál es la razón para que las tendencias que se estén dando el los demás sitios se suavicen en Nafarroa? Pues bien, por ejemplo, los beneficiarios de la Renta Garantizada en Nafarroa han aumentado en un 32 % en el periodo del 2014-2017, y un 415,52 % entre los años 2008-2018[26]. Al igual que con otras medidas como el RGI (Renta Garantía de Ingresos), este tipo de mecanismos, capacitados por una plusvalía extraordinaria, permiten hacerles frente a las tendencias más notorias del resto de las comunidades. Por eso, en Nafarroa el proceso de proletarización se muestra como un proceso de polarización. Es decir, aunque la desigualdad no aumente –según el índice de Gini desde 2012 desciende–, los ingresos del 20 % de la población más pobre han caído 27,1 %, mientras que en el Estado solo 13 %. Desde 2014, periodo de crecimiento, los ingresos de este mismo colectivo han descendido más de 37 %[27]. Esto demuestra que la proporción de personas que se encuentran en exclusión social se haya mantenido constante, concretamente 16 % en 2018, mientras que el espacio de la inclusión social crece y el de la inclusión precaria disminuye. Esto deja en evidencia que el empobrecimiento se ha limitados a los estratos más bajos, y se ha cronificado esta exclusión.
No obstante, esta consecuencia se debe al análisis de la renta. En contra de la idea que surge al examinar solo la renta, el 54 % de los que se encuentran en exclusión social piensa que su situación material ha empeorado, y el 31 % cree que ha empeorado mucho. Igualmente, si en vez de la exclusión económica estudiamos la exclusión relacional –una variable sintética que mide relaciones conflictivas o la falta de relaciones sociales[28]–, veremos que en Nafarroa se encuentra en un 12 % y en España 7,5 %, y así Nafarroa sería la segunda comunidad por detrás de Las Baleares con este índice más alto. Se vuelven evidentes, otra vez, los riesgos de analizar el crecimiento de la pobreza solo según datos de la renta. Aunque las diferencias relativas a las rentas se suavicen gracias a un gasto público muy elevado, cuando el territorio que tiene la exclusión económica más baja tiene una de las exclusión relacional más altas nos muestra que se desvela una contradicción. Los informes oficiales del Gobierno se centran justamente en las variables de la renta[29].
Aunque la renta no lo evidencie claramente, la pobreza se presenta igualmente. El 22 % de los navarros se han visto obligados a restringir los suministros de la casa como el consumo de gas, agua o electricidad. El 7,6 % se ha encontrado en situación de no poder hacer frente a los gastos ligados a la vivienda y el 9,1 % se encuentra en condiciones inadecuadas la lo que la vivienda se refiere. En el caso del empleo, hemos mencionado que las cifras en la CAV y generalmente en toda la vertiente cantábrica, han tenido un desarrollo semejante al resto de comunidades. Este desempleo sostenido ha causado en Nafarroa un fenómeno habitual en el mercado laboral español: la creación del empleo precario. En efecto, hoy en día se ha roto completamente el vínculo entre tener un empleo y la integración socioeconómica[30]. En este sentido, el 49,5 % de las familias en exclusión social son sostenidas por una familia con trabajo. Tener un empleo no es garantía de nada. Como último ejemplo, señalaría que la pobreza energética es otra de las características que se repite en Nafarroa. En 2017, 17.900 familias padecieron este problema[31]. Por lo tanto, el empobrecimiento es una realidad, a pesar de que al analizar solo la renta los datos no lo señalen tan claramente como en otras comunidades.
Por consiguiente, en Nafarroa existe un proceso de empobrecimiento, aunque eso no se refleje en el desarrollos de las rentas. Este análisis se podría modificar de muchas maneras para así ratificar nuestra hipótesis de empobrecimiento de los colectivos más afectados como las mujeres, los inmigrantes o los jóvenes. Pero esas tendencias son bastante evidentes. En Nafarroa, concretamente, existe un desequilibrio muy relevante; el de las diferencias dentro del propio territorio. Claro que esto se da también en la CAV y en otras comunidades, pero la diferencia existente entre el norte y el sur de Nafarroa esconde, en gran parte, el impacto de la ofensiva burguesa, ya que si el empeoramiento de las condiciones de vida materiales se produjera de manera uniforme, se mantendría una estabilidad. De ahí que resulte tan interesante mencionar las diferencias ya existentes desde antes del 2008, justamente antes de la crisis. Si nos centramos en el estudio de la renta, los dos siguientes mapas de Nafarroa reflejan claramente la situación actual.
Por lo tanto, la pobreza y las desigualdad existen, pero al concentrarse más en algunas zonas, estos datos se suavizan cuando los analizamos desde una perspectiva más general. En el sur, en el área de Tudela existe un crecimiento más grande de pobreza y disparidad, y esta tendencia se correlaciona, por ejemplo, con los datos del paro, ya que en la Rivera Navarra son mayores. Volviendo a algunas de las variables que hemos mencionado antes, en 2016 la pobreza energética en la zona pirenaica era de un 5,6% mientras que de un 18,7% en la Rivera Alta. En esta división territorial del proceso de empobrecimiento la excepción sería Iruñea. La población es mucho mayor que en otra zona cualquiera de la provincia, pero aun y todo se encuentra en alrededor de la media del nivel de pobreza de Nafarroa, ahora bien, la capital tiene su propia dinámica. Al igual que cuando hablamos de Nafarroa en su totalidad, teniendo en cuenta la importancia que supone Iruñea –y su cuenca, por supuesto–, si tomáramos la ciudad como una sola unidad perderíamos información sobre los cambios que se producen. Estudiar como se da esa proletarización en una ciudad sería demasiado complejo, y por ende, no vamos a entrar a ello, al igual que no lo hemos hecho en el caso de las capitales de la CAV. No obstante, para aclarar el impacto del proceso de empobrecimiento es suficiente verificar lo datos mas significativos de la pobreza en algunos barrios: 32,6% en Etxabakoitz, 31,8% en Buztintxuri, 31,6% en Arrosadia, 30,8% en Sanduzelai y 27,3% en Errotxapea. Esas cifras quedan lejos de las media de Iruñea (10,7%) y también de la de Nafarroa. De modo que volvemos a confirmar que la crisis capitalista ha profundizado en la polarización de Nafarroa.
CONCLUSIONES
Una vez haber intentado demostrar la hipótesis sobre la proletarización del Movimiento Socialista mediante datos empíricos, mencionaremos algunas de la consecuencias que podría padecer el proletariado revolucionario. De hecho, estamos ante una labor ardua.
En Euskal Herria, estaríamos ante un agotamiento histórico de expresiones políticas, organizativas y culturales que se basan en pactos políticos entre la pequeña burguesía y la aristocracia obrera. No solo porque la crisis capitalista lo impide materialmente, sino porque demuestran una actitud voluntarista ante la política. De manera que todos los partidos se perdieron completamente cuando, a causa de la pandemia, el antagonismo de trabajo-capital se aceleró y se evidenció de manera espontánea pero también consciente. Peor ha sido la posición que con el paso del tiempo están tomando estos socialdemócratas, ya que bajo reivindicaciones sociales revindican también más estados. Estos pseudokeynesianos que hablan de hacerle frente a la pobreza creciente, demandan un estado más policial y más autoritario, de manera consciente o no. En esta época del Estado de Bienestar, las posiciones «progresistas» y «sociales» tienen su sitio, pero la hipótesis que hemos confirmado del negro futuro que nos viene hace que sus posiciones desaparezcan en este nuevo ciclo. El estado burgués cumplirá su función en beneficio de la burguesía, y solo podremos posicionarnos a favor o bien en contra.
En Euskal Herria, estaríamos ante un agotamiento histórico de expresiones políticas, organizativas y culturales que se basan en pactos políticos entre la pequeña burguesía y la aristocracia obrera. No solo porque la crisis capitalista lo impide materialmente, sino porque demuestran una actitud voluntarista ante la política
Por lo tanto, nos encontramos ante un contexto histórico apropiado para llevar al extremo y abrazar la premisa comunista revolucionaria de la independencia política del proletariado. Como ya hemos mencionado, los estratos de clases que forma la llamada clase media están entrando en un proceso de proletarización, y así se creará una masa proletaria grande. Por ende, su programa político ha perdido toda viabilidad.
Además, nos encontramos ante el reto de articular políticamente este empobrecimiento. En efecto, de manera que las experiencias históricas nos lo han mostrado, la consciencia comunista del proletariado no se crea espontáneamente, y, desgraciadamente, nos guste o no, no es suficiente con tener voluntad revolucionaria. Nos es necesario sistematizar el poder proletario ante la simetría del poder burgués, y para ello tenemos que articularnos a todas las escalas sociales.
El Movimiento Socialista ha apostado claramente por la articulación política, y ejemplo de ello son algunas instituciones que se han creado para insertar las necesidades inmediatas del proletariado en la lógica política revolucionaria. Ya declaró Ane Ibarzabal todo esto alto y claro en nombre de GKS (la Coordinadora Juvenil Socialista): «Queremos defender que la pobreza y la falta de libertad son las características principales del modelo de vida que se está imponiendo en el proletariado. […] una vez justificada la expansión de la pandemia, nos han impuesto de la noche a la mañana un modelo social salvaje: un estado policial, restricciones brutales de los derechos civiles y políticos o el llamamiento general a la obediencia y a la disciplina rigurosa del proletariado. No parece que se trate de medidas para superar una crisis sanitaria, es más, nosotros defendemos que se han implantado para generalizar aún más la pobreza, para derogar los derechos y la libertad, para promover un modelo sociocultural alienante y para fortalecer el estado policial. […] La burguesía del mundo está sumida en la decadencia. Pero lo más grave no es que la sociedad burguesa, como proyecto humano, esté a punto de fracasar, sino que la historia, como proyecto humano para la emancipación, está en riego. Tenemos que mantener vivo el horizonte comunista, y para ello, es imprescindible edificar la organización comunista».
REFERENCIAS
[1] Declaraciones extraídas de las redes sociales d Gazte Koordinadora Sozialista.
[2] Itaia.eus
[3] En las RRSS de Ikasle Abertzaleak.
[4] Gedar.eus
[5] Encuesta De Necesidades Sociales 2018 (CAV) - Módulo Epds-Pobreza.
[6] Ojo, esto no significa que el valor y el precio de la fuerza de trabajo sean la misma cosa. Al comprar la fuerza de trabajo (capacidad de trabajar del trabajador), su valor es determinada por la reproducción de la persona trabajadora, es decir los costes que tiene esa persona para estar en condiciones de volver a trabajar (el gasto de la vivienda, la familia, la comida, etc.). En cambio, el precio varía según diversos factores. La fuerza de trabajo puede ser vendida en un precio menor al coste de reproducción por causa de un cambio en el valor o en el precio.
[7] Una menor parte del trabajo socialmente producido, no una cantidad de mercancías menor.
[8] Hablamos del sentido más amplio de la categoría del salario (más allá de la nómina). Asimismo, no hablamos de un salario nominal sino de las mercancías que pueden comprar estas personas en términos reales (por ejemplo, el salario real es un indicador más adecuado, aunque no del todo preciso).
[9] La riqueza en la sociedad capitalista es un conjunto de mercancías. Así comienza El Capital. Cuando hablamos en todo momento de la parte de beneficios y salarios nos referimos al reparto entre trabajo remunerado y no remunerado, plusvalía.
[10] Esta es la denominada plusvalía relativa.
[11] En la última década, a raíz de la crisis del 2008, se ha dado una fase de este empobrecimiento. Precisamente, dentro de la tendencia iniciada en la década de los 80 conocida como neoliberalismo, hemos vivido un subciclo de diez años. En estos años se ha reducido la parte de riqueza de la clase trabajadora, pero sobre todo se ha visto que un estrato de la clase trabajadora, la aristocracia obrera, ha perdido sus condiciones materiales en un proceso de proletarización.
[12] Las facciones políticas reformistas (desde la II. Internacional, con figuras como Bernstein) han empleado esta mejoría inmediata de la calidad de vida de la clase trabajadora para defender la opción de la paz social.
[13] Eustat
[14] Cálculos propios a partir de los datos de Eustat.
[15] Ten en cuenta que aquí estamos aceptando la suma de todos los salarios como «parte de la tarta» que recibe la clase trabajadora. No todos los salarios son de los miembros de la clase trabajadora, es más, los salarios más altos y los salarios que más aumentan no son de la clase trabajadora, por lo que estamos muy lejos de una estimación directa de la tendencia.
[16] Noticias de Gipuzkoa: «¿Por qué crece el PIB pero los sueldos no?»
[17] De acuerdo con lo expuesto en la nota a pie de página nº4, en todos los datos que se exponen se deberá tener en cuenta que no reflejan la situación de una parte de la población: los colectivos más excluidos no entran en las estadísticas, y por lo tanto, debemos pensar que los datos correspondientes mostrarán una realidad aún peor.
[18] En estadística, se denomina mediana a la cifra que se encuentra en medio de un conjunto de cifras ordenadas de menor a mayor. Por lo tanto, solo se puede determinar en las variables cuantitativas.
[19] El índice de Gini es un indicador derivado de la curva de Lorenz (la curva entre las percentiles de la renta y la populación). Sirve para analizar qué proporción de la renta recibe cada decil de la población. Proporciona valores entre el 0 y el 1; el valor 0 expresaría una igualdad total (precisamente que el 30% de la población recibiera el %30 de la renta) y el valor 1 expresaría una disparidad total (que una sola persona recibiera el %100).
[20] ISEAK: «Pobreza y desigualdad en Euskadi: el papel de la RGI».
[21] Las más destacables son el estallido de la burbuja immobiliaria y la política monetaria. Aunque en este espacio no profundizaremos más, si la política fiscal tiene una repercusión directa en la renta, la política monetaria reduce ahorros (y deudas) mediante transferencias de valor. Desde el 2008, la expansión cuantitativa ha obtenido un protagonismo cada vez mayor; en 2020, se llegó a imprimir más dinero que nunca.
[22] No podemos profundizar en este análisis, pero en esta reducción del patrimonio también se pueden apreciar distintas tendencias de clase. Por un lado, una parte de la reducción de los ahorros se puede explicar mediante la subida de la compra de bienes para patrimonio (como segundas residencias): hubo una subida de un 23% entre el 2008 y el 2018. Esto no responde a la bajada general del patrimonio, ya que por otro lado, en el mismo periodo ha ascendido al 70% el porcentaje de familias que no poseen ningún bien de este tipo. Esto significa que mientras una parte de la población ha aumentado su patrimonio, se ha reducido el patrimonio de otra parte mucho mayor.
[23] Encuesta de necesidades sociales CAE 2018. Módulo EPDS-POBREZA.
[24] Eustat
[25] Lanbide.eus
[26] Aquí se advierte del interés de hacer análisis en un periodo concreto del tiempo (2014-2017).
[27] Informe sobre exclusión y desarrollo social en Navarra. Fundación Foessa.
[28] Para el análisis se suelen utilizar los datos relativos a la exclusión económica concerniente a la renta, la exclusión concerniente a la participación política y a la exclusión relacional.
[29] «La pobreza severa en Navarra desciende un 25% el último año». www.navarra.es/es/noticias/2020/10/15/la-pobreza-severa-en-navarra-desciende-un-25-el-ultimo-ano
[30] Esta sería la función de el Ejercito Industrial de Reserva. Esta categoría de Marx no equivaldría completamente a la del desempleo, pero nos explica la función de la fuerza de trabajo excluida del proceso de producción –que no producirá como es debido–, dentro de la dinámica de la acumulación del capital.
[31] «La pobreza energética en España. Aproximación desde una perspectiva de ingresos». Fundación Naturgy, Madrid, 2019.
[32] «III Informe sobre la pobreza y la desigualdad social en Navarra». Observatorio de la Realidad Social, Departamento de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra, Pamplona, 2019.
[33] La relación media entre de renta de los más ricos y los más pobre es de 2 deciles.
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