Todo va bien porque en urgencias de Txagorritxu no hay una espera de entre 6 a 12 horas, porque los médicos de atención primaria no están viendo a más de 40 pacientes al día, porque enfermería no tiene más de 20 contratos al mes, porque en todas las UVIs móviles hay médicos y porque en los PACs no dejan a las enfermeras atendiendo solas; en el mejor caso de no estar cerrados, claro. Todo va bien en Laudio, y todas la ambulancias llegan.
¿Y qué pasa dentro de casa? Los profesionales sanitarios apagando fuegos, ante un futuro incierto de una sanidad colapsada. Y digo colapsada no sólo por la falta de recursos, sino por su carácter estructural dentro de un sistema incapaz de perpetuar el bienestar sanitario de la población en todos los sentidos. Colapsada también porque no es prioritario gastar recursos para mejorar la calidad de vida de una población mayormente improductiva, ya que condenaría la valorización de un Estado ya estructuralmente deficitario. En definitiva, una sanidad de pobres y para pobres. Al otro lado, trabajadores en lucha del sector criminalizados. Ambulancieros en huelga culpabilizados por la muerte de una persona y limpiadoras bajo el reproche de insalubridad de los pasillos y de las camas sin hacer. No vaya a ser que tengan buenas razones para movilizarse en el perfecto sistema sanitario.
Y mientras tanto, desde las instituciones ninguna propuesta efectiva sobre la mesa para poder hacer frente a lo que hay y a lo que viene, más allá de un mayor reparto de la riqueza o de aumento presupuestario. Pero ahí están: la mercantilización, la externalización de servicios y la autoconcertación haciéndose cada vez más hueco. Y aquí entra Pradales, haciendo elocuentes juegos de palabras con "curar las heridas de nuestra sanidad"; y de frente EH Bildu, acusando a otros partidos de peste electoralista. ¿De verdad creéis que todo esto se puede arreglar dentro del sistema capitalista? Iremos viendo qué sucede con este gran problema de la sanidad…