El siglo XX se caracteriza por ser testigo de una gran cantidad de acontecimientos en pocos años, donde la humanidad pasó de visualizar su liberación como algo próximo a imaginarse que podría quedarse atada eternamente a las cadenas de siempre más apretadas que nunca. Para ser más precisos, en este tiempo, los derechos y libertades generales que se habían dado por garantizados con la estabilización de los sistemas democráticos liberales fueron suprimidos en muchos rincones del mundo. Entre estos acontecimientos se encuentra la Revolución de los Claveles de Portugal en 1974, la cual puso fin a la dictadura más larga del siglo XX en Europa (1926-1974).
EL SIGLO XX Y LAS DICTADURAS
Como he mencionado, el siglo XX fue un siglo convulso, que, desde la perspectiva de hoy, nos sirven para el análisis de lo acontecido. Las dictaduras impuestas en diferentes lugares del mundo son un ejemplo de ello. Dichas dictaduras, dieron la espalda, de la mano de las alas conservadoras que se radicalizaron en el contexto de crisis y guerra, a los avances que con tanto esfuerzo se habían conseguido en los siglos anteriores y que ya parecían incuestionables; y pusieron en duda hasta los derechos humanos más básicos[1]. En consecuencia, se produjeron diferentes procesos que eran paradójicos en muchos sentidos. El contexto del antagonismo irremediable capitalismo vs comunismo que se estaba desarrollando en los años anteriores trajo consigo la aparición de una alianza antifascista entre estos dos bloques bajo la dirección política de una corriente u otra, según el lugar y las fuerzas políticas existentes. A fin de cuentas, la época revolucionaria para una modernización capitalista o comunista de la sociedad se puso en jaque a causa de movimientos contrarrevolucionarios como el fascismo[2].
PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA DICTADURA EN PORTUGAL
Portugal vivió décadas de inestabilidad política. El sistema monárquico constitucional fracasó y se estableció la Primera República de Portugal en 1910. Sin embargo, este régimen parlamentario causó una gran inestabilidad política y social. Más tarde, el 28 de mayo de 1926, se puso fin, mediante un golpe de estado, al régimen que estaba en decadencia, dándole comienzo a la que sería la dictadura más larga de Europa. Este régimen autoritario se divide en dos periodos. En el primero, que va desde 1926 a 1932, fueron las Fuerzas Armadas del Estado quienes tuvieron el control directo sobre el régimen. El segundo periodo se corresponde con la época en la que el régimen tomó la forma de la Segunda República Portuguesa o la República Corporativa, conocido como Estado Novo (Estado Nuevo), que tuvo como objetivo reparar el desgobierno de los años anteriores. A partir de 1933, al comienzo del segundo periodo, gobernó António de Oliveira Salazar, hasta 1968, cuando fue sustituído por Marcelo Caetano, que perduró en el poder hasta 1974[3].
El nuevo orden político de Portugal ha sido considerado según historiadores como un «estado orgánico»[4]. Eran regímenes conservadores que no defendían el orden tradicional como tal, pero que al fin y al cabo se fundaban sobre principios feudales y en contraposición al fuerte movimiento obrero de la época, rechazando el individualismo liberal[2]. El Estado Novo se estabilizó en esta dirección y con temor a las fuerzas revolucionarias que podrían crearse a causa de la crisis social y la inestabilidad política. Salazar fue elegido para dirigir el nuevo estado y fue la figura que condujo Portugal hacia un estado autoritario de carácter fascista[5]. Su régimen era claramente católico y contaba con el apoyo de la Iglesia; impulsó el nacionalismo radical y políticas anticomunistas, y privó a la ciudadanía de todo tipo de derechos políticos, sociales y laborales, permitiendo la existencia un único sindicato vertical, como ocurría en otros regímenes[6]. Asimismo, se suprimió cualquier posibilidad para la existencia de una organización política al margen del Estado, y los movimientos organizados en oposición al régimen se vieron obligados a la clandestinidad[7].
Salazar fue elegido para dirigir el nuevo estado y fue la figura que condujo Portugal hacia un estado autoritario de carácter fascista. Su régimen era claramente católico y contaba con el apoyo de la Iglesia; impulsó el nacionalismo radical y políticas anticomunistas, y privó a la ciudadanía de todo tipo de derechos políticos, sociales y laborales, permitiendo la existencia un único sindicato vertical, como ocurría en otros regímenes
Hacia el año 1958, el mandato de Salazar se encontraba inmerso en una crisis. El dictador tenía cada vez más dificultades para mantener el Imperio portugués: los gastos económicos aumentaban, el inconformismo del pueblo era cada vez mayor, tenía cada vez más problemas para enfrentarse al aislamiento a nivel europeo, etc. Todo esto, junto con la enfermedad que contrajo, condujo a la sustitución de Salazar. De esta manera, en 1968, Marcelo Caetano tomó el poder. Existía cierta esperanza de que Caetano sacaría al régimen de la crisis con sus objetivos de expandir los territorios portugueses, fortalecer las relaciones con los países europeos y mantener sus colonias. Sin embargo, el contexto comenzaba a alterarse. Por un lado, en la cuestión colonial, se agravaron dos factores decisivos: el coste económico insostenible y el descontento de los militares, que eran continuamente obligados a luchar en condiciones nefastas en unas guerras que se daban por perdidas. A medida que pasaban los años, esta incapacidad de ponerle fin a la guerra aumentó cada vez más el descontento de los militares e hizo que estos exigieran cada vez más firmemente una solución política a la guerra[3].
Por otro lado, cabe recalcar la fuerza y la referencialidad que fue desarrollando el bloque antifascista. A pesar de que los movimientos de oposición existieron desde el comienzo del régimen, estos se fueron radicalizando en los últimos años. La oposición radical, formada por diferentes ideologías, obstaculizó la alternativa reformista de Caetano durante el periodo de crisis de Salazar. Sin embargo, a pesar de la influencia social que pudo tener el movimiento, no fue lo suficientemente fuerte para generar cambios en el rumbo del régimen[7].
Por otro lado, cabe recalcar la fuerza y la referencialidad que fue desarrollando el bloque antifascista. A pesar de que los movimientos de oposición existieron desde el comienzo del régimen, estos se fueron radicalizando en los últimos años. La oposición radical, formada por diferentes ideologías, obstaculizó la alternativa reformista de Caetano durante el periodo de crisis de Salazar
DEL GOLPE DE ESTADO DEL 25 DE ABRIL DE 1974 A LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES
Tras el fin del mandato de Salazar, el descontento social se multiplicaba sin cesar y la toma de poder de Caetano, lejos de proponer una solución, empeoró la situación. Hubo grandes movilizaciones sociales dirigidas por el bloque antifascista, eran cada vez más los que se organizaban en la oposición, y se respondía mediante una dura represión a todo intento de levantarse contra el régimen, creciendo así el odio de los manifestantes. Estas movilizaciones sociales, sin embargo, no resultaron ser suficientes para impulsar un cambio de régimen. A medida que estos movimientos se fortalecían, el enfado de los militares crecía, lo que provocó que se empezaran a organizar clandestinamente contra la guerra colonial[7].
La organización de los militares fue amplia y diversa. Tanto los capitanes de diferentes niveles como los soldados eran conscientes de la necesidad de cambio, y fueron desarrollando diferentes propuestas para darle salida al problema. En un principio, la mayoría de estas propuestas no implicaban ninguna ruptura con el régimen, ya que principalmente se impulsó una solución política para la guerra colonial.
Así pues, comenzaron a desarrollarse diferentes líneas en función de las posiciones sociales e ideológicas, hasta que en 1961, el intento fallido de golpe de estado resultó en divisiones internas. Dentro de estas divisiones internas, por un lado, se situaron los militares de altos cargos, quienes seguían en contacto con el régimen para salir lo más fuerte posible de la conflictiva situación. Por otro lado, se creó lo que se conoce como el «Movimiento de los Capitanes», formado por militares de medio rango y soldados. Comenzó siendo un movimiento despolitizado que se movilizaba en contra de la respuesta militar a la guerra colonial, pero pronto empezaron a vislumbrarse las conexiones que guardaba la guerra colonial con el régimen y sus intereses. Así, llegaron a la conclusión de que para acabar con el primero, también era necesario superar el segundo.
Por otro lado, se creó lo que se conoce como el «Movimiento de los Capitanes», formado por militares de medio rango y soldados. Comenzó siendo un movimiento despolitizado que se movilizaba en contra de la respuesta militar a la guerra colonial, pero pronto empezaron a vislumbrarse las conexiones que guardaba la guerra colonial con el régimen y sus intereses. Así, llegaron a la conclusión de que para acabar con el primero, también era necesario superar el segundo
La situación del régimen de Caetano era delicada ante unas capas portuguesas cada vez más amplias reclamando el fin del régimen. Además, cabe tomar en consideración que para entonces, el régimen, a diferencia de los años iniciales, ya no gozaba del apoyo de las fuerzas armadas, y saltaba a la vista su incapacidad para hacerle frente a cualquier golpe de estado.
En este recorrido, el año 1973 fue un año decisivo. Se dio la radicalización del movimiento, a raíz del enfado de ciertos oficiales de baja graduación al frente de Guinea. Los insurgentes comenzaron a reunirse muy a menudo, y definieron como objetivo la superación del régimen. Al mismo tiempo, la proclama se extendió entre muchos militares. De este modo, el Movimiento de los Capitanes pasó a ser el Movimiento de las Fuerzas Armadas (Movimento das Forças Armadas, MFA)[7].
El 24 de abril de 1974, a las 22:55, el MFA mandó la primera señal a las unidades de Lisboa desde la Rádio Emissores Associados, diciéndoles que empezaran a prepararse para los siguientes minutos. En concreto, el mensaje enviado era la canción E depois do Adeus de Paulo Carvalho. La segunda señal fue enviada tras unos momentos de tensión, pues se había acordado hacer llegar este mensaje entre las 00:20 y las 00:22 horas, pero algunos problemas técnicos del momento impidieron esta precisión tan importante. Una vez resuelto el problema, leyeron en la Rádio Renascença una parte de una canción del cantautor Jose Afonso, Zeca, titulada Grândola, Vila Morena:
Grândola vila morena
Terra da Fraternidade
O povo é quem mais ordena
Dentro de ti, ó cidade.
Era una canción prohibida en el régimen, que se asociaba con el movimiento a favor del comunismo. Con ella, se difundió a todo Portugal el mensaje de que empezaría un alzamiento, y se movilizaron todas las unidades (Centro de Documentaçao 25 de Abril). Unas horas más tarde, a las 03:00, ocuparon la radio televisión de la capital, dejando así al gobierno sin medios de comunicación. A continuación, como primera respuesta, Caetano ordenó actuar a sus tropas, pero no resultó efectivo, pues casi todas las tropas se posicionaron a favor del levantamiento. A las 4:30, los miembros del MFA ocuparon el Cuartel General de Lisboa. Mientras el MFA llevaba a cabo estas acciones, los ciudadanos hicieron oídos sordos a la orden de quedarse en casa, y tomaron las calles, sumándose así al levantamiento. Finalmente, a las 17:30, Caetano acabó por rendirse, y se puso fin a la dictadura más larga de la historia de Europa[5].
LA EVOLUCIÓN DEL GOLPE DE ESTADO
El MFA, una vez dado el golpe de estado, distó mucho de ser aquel movimiento despolitizado de sus inicios. Ante esta situación, hubo numerosas respuestas espontáneas por parte de diferentes movimientos políticos. La influencia más relevante fue la del PCP (el Partido Comunista de Portugal), que se esforzó en situar todas estas reacciones espontáneas en una misma dirección. Fue el PCP quien puso por primera vez en jaque la posición de la oligarquía portuguesa que tan inamovible parecía[7].
En poco tiempo, fueron aprobándose las libertades y derechos políticos fundamentales. El campesinado recuperó las tierras que había perdido y las empresas quedaron bajo el control de las y los trabajadores. Pero, mientras tanto, los partidos que estaban en el poder formaron un gobierno provisional y establecieron otros objetivos, como el proceso de democratización del parlamento y el deseo de reintegrarse con el resto de países de Europa[7].
Portugal estuvo sometido a una dictadura de largos años, y fueron muchas las reivindicaciones en contra de ella. Una vez superada, floreció la diversidad de ideas, entre las cuales obtuvieron un peso considerable las marxistas, que fueron más allá de la simple celebración del fin de la dictadura y promovieron reivindicaciones a favor de un nuevo modelo de sociedad basado en la igualdad real[8].
Sin embargo, en la otra cara de la moneda de esta radicalidad, se encontraban los militares conservadores que llevaron a cabo el golpe militar y no estaban satisfechos con la tendencia a la radicalización que presentaba la sociedad. Por ello, y temiendo una posible evolución comunista de la revolución, los militares de derechas dieron un segundo golpe de estado en noviembre de 1975 con el fin de hacer mantener y desarrollar la tendencia hacia la democratización parlamentaria[8]. En consecuencia, lograron apaciguar el fuerte movimiento revolucionario que podría crear una revolución rebosante de esperanza, y lograron que Portugal fuera un país más integrado en Europa, tal y como indicaba la lógica capitalista[7].
CURIOSIDAD: ¿POR QUÉ SON LOS CLAVELES EL SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN?
Una mujer que vivía en Lisboa, Celeste Caeiro, trabajaba en un restaurante que el 25 de abril de 1974 cumplía su primer aniversario que los dueños hubieran celebrado, si no hubiera sido por el levantamiento de aquel día. Habían comprado flores para la celebración, pero los dueños tuvieron que cancelarla al recibir noticias de los acontecimientos. Entonces, Celeste, con unos claveles rojos y blancos en sus manos, salió a la calle para comprobar lo que sucedía. En el camino, un soldado que participaba en el levantamiento le pidió un cigarro. Ella, al no tener ninguno, le ofreció un clavel rojo en su lugar, que el soldado colocó en su fusil. El resto de soldados repitieron el acto, hasta que Celeste acabó por repartir todos los claveles que llevaba. De este modo, los claveles se convirtieron en el símbolo del día en que se puso fin a la dictadura de Portugal.
REFERENCIAS
[1] Carmona, 2009
[2] Hobsbawm, 2011
[3] Sánchez, 1995
[4] Linz, 1975
[5] Sanchez, 1997
[6] Baer, 1992
[7] Rosas, 2004
[8] Birmingham, 1995
BIBLIOGRAFIA
Baer, W.; Leite, A.: The peripheral economy, its performance in isolation and with integration: The case of Portugal. University of Wisconsin Press, 1992.
Birmingham, D.: Historia de Portugal. Cambridge University Press, 1995, Cambridge.
Carmona, A.: La transicion a la democracia en el sur de Europa. La historia como instrumento para su comparación. Estudios Internacionales, Universidad de Chile, n. 162, 2009
Centro de Documentaçao 25 de Abril.
Hobsbawm, E.: Historia del siglo XX. Editorial Crítica, 2011
Linz. Juan J.: "Totalitarian and Authoritarian Regimes", Fred J. Greenstein eta Nelson W. Polsby, eds., Handbook of Political Science, vol. 3: Macropolitical Theory, Reading, Mass., 1975.
Rosas, F.: Portugal siglo XX (1890-1976): pensamiento y acción política. Editorial Regional de Extremadura, 2004, Badajoz.
RTVE: “Celeste Caeiro, mujer cuyos claveles dieron nombre a una revolución”.
Sánchez, J.: Las revolución portuguesa y su influencia en la transición española. Nerea, 1995, Madrid.
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