Un ciclo político llega a su fin. Su última etapa ha estado caracterizada por la derrota progresiva del comunismo internacional. Una etapa de pretendido «fin de la historia», en que los antagonismos sociales tenían cabida dentro del marco de juego de la política burguesa, donde la oposición reformista a la oligarquía financiera en el poder venía representada por los bloques nacionales interclasistas, expresión de la alianza de clases medias y la burguesía nacional. En cualquier caso: partidos políticos burgueses frente a partidos políticos burgueses, dirimiendo sus contiendas de intereses particulares mediante la política institucional burguesa, mediante el derecho burgués, y mediante la guerra imperialista entre naciones.
El proletariado llegó a ser, en la segunda mitad del siglo XX, una clase minoritaria en los centros de poder imperialistas, donde se produjo una burbuja de consumo y derechos civiles a causa de, por un lado, la amenaza de la Revolución Socialista Internacional y la fuerte ideologización de las masas trabajadoras; y por otro, el modelo económico de acumulación fordista, incluido el toyotismo posterior, basados ambos en una sociedad de consumo sobre las bases del imperialismo y de la producción en masa.
Esta dinámica de política de partidos de la burguesía donde la política revolucionaria quedaba cancelada ha llegado a un punto en que no da más de sí. En primer lugar, porque la base económica, la acumulación de ganancias a una tasa que permite la subida de salarios, está volando por los aires con la grave crisis global de acumulación, que en el mejor de los casos, desembocará en un nuevo modelo de acumulación mucho más agresivo que el anterior para las masas trabajadoras. Y en segundo lugar, porque la bancarrota internacional de la ideología revolucionaria ha postrado ante las finanzas internacionales no sólo al proletariado, sino a todas las clases trabajadoras, incluidos amplios círculos de las burguesías nacionales.
Hoy por hoy y ya desde hace varias décadas en todo occidente, el proletariado, entendido como la clase más baja entre los trabajadores, como la clase que sólo tiene como propiedad su pura fuerza de trabajo disponible para venderla, crece y crece en número, sin que la dinámica institucional del reformismo le sirva absolutamente para nada. Los partidos de izquierda del Capital se baten en retirada ante la ofensiva de la oligarquía financiera internacional, con programas de retención conservadora de derechos caducos, con una táctica de retención de cotas de bienestar y libertades alcanzadas en el ciclo anterior, pero sin ningún éxito. Sobra decir que el reformismo ha fracasado en su intento de integrar al proletariado en el Estado como convidado de piedra, aun como masa de votantes, aunque ha triunfado en parte al alejar al proletariado de toda independencia política al crear una cultura de masa proletaria antipolítica, a través de los aparatos ideológicos del Estado.
En todo caso, el marco político del estado burgués que daba juego a la reforma está agotado. La proletarización en masa es imparable, ahora aderezada con amenazas a la supervivencia de la especie nunca vistas en la historia moderna. Los antagonismos retornan al punto de partida radical: Revolución Socialista o Barbarie.
Agotados del bloqueo político burgués que no ha traído más que miseria moral, desempleo, pobreza material, represión y cárcel, enfermedades, exclusión social, guerras y muerte a nuestra clase, pequeños núcleos militantes juveniles comienzan en distintas partes del mundo a interrogarse por la reapertura histórica al programa de la Revolución Socialista Internacional. Nuestra hora está llegando, debemos armarnos a todos los niveles para la tarea que viene.
CREAR CÉLULAS DE PARTIDO CON PROYECCIÓN DE CRECIMIENTO ILIMITADO
Nuestra tarea más importante consiste a corto plazo, a nivel ideológico, en articular e impulsar el debate internacional por la reconstitución y actualización del programa comunista revolucionario. Un debate que aúne lo mejor de la experiencia histórica de la lucha de clases y de la teoría marxista en todos los campos de la ciencia.
El Comunismo, como programa histórico de una sociedad universal sin clases donde la libertad política, el bienestar y la riqueza sean patrimonio de toda la humanidad, tiene más actualidad que nunca en el contexto de graves amenazas ante las que el capitalismo ha situado a la raza humana. Esas amenazas son hoy la deshumanización total de la vida social, la destrucción irreversible de los ecosistemas, la exclusión y atomización social generalizada, la miseria material para la mayoría, la guerra total contra las poblaciones, y la dominación política aplastante de una minoría de grandes acumuladores sobre la gran mayoría de la población.
El Comunismo, como programa histórico de una sociedad universal sin clases donde la libertad política, el bienestar y la riqueza sean patrimonio de toda la humanidad, tiene más actualidad que nunca en el contexto de graves amenazas ante las que el capitalismo ha situado a la raza humana. Esas amenazas son hoy la deshumanización total de la vida social, la destrucción irreversible de los ecosistemas, la exclusión y atomización social generalizada, la miseria material para la mayoría, la guerra total contra las poblaciones, y la dominación política aplastante de una minoría de grandes acumuladores sobre la gran mayoría de la población
Pero no podemos contentarnos con la formulación de la tarea en su forma simple, ni tampoco con situar el debate internacional en el movimiento comunista como única tarea en abstracto. La formulación puramente ideológica de la tarea, sin su detallamiento práctico, se queda corta. La tarea debe concretarse, el debate es debate de avanzadas prácticas, el debate debe coger cuerpo. Entre otras cosas, es inaplazable la tarea de ampliar en círculos concéntricos, con un crecimiento proporcional, la red de militantes comunistas revolucionarios que empieza a coger dinamismo. De cientos, pasar a ser miles, de miles a decenas y centenares de miles, a millones, hasta la recomposición total del tejido revolucionario internacional del Comunismo, del cuerpo social revolucionario, pues es éste cuerpo quien desarrollará con garantías un poderoso y auténtico debate capaz de buscar solución a todos y cada uno de los variados problemas que plantea cualquier transición histórica de modelo de sociedad. Es este proletariado revolucionario en su dimensión de masas quien acometerá con éxito la imprescindible tarea ideológica de actualizar la teoría revolucionaria y relanzar el proceso socialista al grado de ofensiva. Esa es nuestra misión generacional, la Reconstitución ideológica, política y organizativa del comunismo en todo el planeta.
Dicho esto, aterrizando a nuestro pequeño país, desde el Movimiento Socialista de Euskal Herria estamos proponiendo un modelo de actualización que consiste en un crecimiento proporcional del tejido comunista revolucionario, en torno a una estrategia unitaria pero a la vez múltiple, capaz de articularse en cada generación, en cada subjetividad oprimida, y en cada ámbito de la vida social y la producción, capaz de desplegar el marco conceptual del Socialismo en cada espacio de lucha. Un crecimiento proporcional con el potencial de transformar a todos los espacios sociales, a todas las generaciones y a todas las formas de opresión en espacios de lucha de clases entre la Revolución Socialista y la Reacción, para desarrollar la estrategia gradualmente, de la Forma Movimiento actual, pasando por la Forma de Partido como síntesis de ofensiva, hasta la Forma de Estado-Comuna como Dictadura Revolucionaria del Proletariado.
[...] desarrollar la estrategia gradualmente, de la Forma Movimiento actual, pasando por la Forma de Partido como síntesis de ofensiva, hasta la Forma de Estado-Comuna como Dictadura Revolucionaria del Proletariado
Las tres modalidades progresivas de existencia del espacio comunista revolucionario (en adelante del proletariado revolucionario), que acabo de definir, constarían del mismo modelo organizativo, gradualmente perfeccionado y complejizado en la medida en que se avanza de escenario: ese modelo organizativo es la democracia proletaria. La democracia proletaria tiene su máxima expresión histórica en el modelo de Consejos, órganos a la vez participativos y a la vez de maximización de la racionalidad finalística del poder del proletariado revolucionario. Órganos articulados de forma centralizada entre sí para dar solución unitaria a los problemas generales, para coordinar la totalidad y para decidir las cuestiones importantes de coyuntura, donde todos los cargos administrativos son revocables de forma permanente.
Este modelo organizativo, como estructura formal para el desarrollo de la estrategia revolucionaria, consiste entonces en una red universal de consejos (células administrativas del poder proletario), tanto en su Forma Movimiento primaria, como en su Forma Partido (organización central de ofensiva que articularía todas las organizaciones e instituciones del proletariado revolucionario), como en el Estado-Comuna como estadio superior de la lucha de clases, en lo que sería una reedición de la fase avanzada de guerra civil mundial entre clases sociales como la que se vivió en la primera mitad del siglo pasado.
Desde el punto de vista del poder que representan, los Consejos Socialistas son los órganos ejecutivos del proletariado revolucionario y su poder organizado, y no los órganos deliberativos e impotentes de todo el proletariado, abiertos a una participación ficticia y vacía, a un supuesto derecho de sujetos individuales sin responsabilidad. La norma trascendental de los Consejos no es el derecho de los individuos abstractos a dar su opinión sin parar; sino la naturaleza universal del poder colectivo que estos consejos organizan administrativamente, un poder colectivo al servicio de toda la sociedad, por la forma en la que disponen los grupos de trabajo, los medios colectivizados, y los objetivos participados por toda la red de consejos, fusionados con la estrategia revolucionaria. Es decir: los Consejos no son plataformas de derechos para individuos abstractos, sino la forma organizativa básica de los individuos como militantes concretos, como individuos éticos, todos diferentes, los cuales tienen no el derecho, sino el deber de la participación. De esta manera la participación deviene en actividad cualitativa, y no en un simulacro de egocentrismo, como ha fomentado el modelo burgués de participación «formal», desde la asamblea pretendidamente autogestionada del barrio donde cada uno defiende lo suyo, hasta el mismísimo parlamento.
Desde el punto de vista del poder que representan, los Consejos Socialistas son los órganos ejecutivos del proletariado revolucionario y su poder organizado, y no los órganos deliberativos e impotentes de todo el proletariado, abiertos a una participación ficticia y vacía, a un supuesto derecho de sujetos individuales sin responsabilidad
En lo que respecta al modelo de la toma de decisiones, los Consejos tienen dos características que se complementan mutuamente: por un lado, la participación en igualdad real de todos los miembros; y por otro, la diferencia de peso de los puntos de vista, siempre medida colectivamente por su nivel de racionalidad potencial, argumentativa, y plegada a la realidad y a los objetivos revolucionarios definidos en la estrategia compartida por cada vez más y más sectores del movimiento comunista internacional (para lo cual será imprescindible impulsar el amplio debate internacional antedicho, de forma permanente).
Democracia son mayorías y minorías, pero no de cualquier tipo, sino mayorías y minorías eligiendo lo mejor para el conjunto. La democracia burguesa, que funciona con consensos entre partidos que formalmente están separados de la sociedad, que dicen representarla pero que responden en realidad a sus propios intereses sectarios, forma las decisiones administrativas siempre en función de intereses particulares de los partidos-agentes en disputa. El objetivo del debate parlamentario no es perfeccionar la mejor decisión para todos, sino conseguir imponer los intereses particulares de cada cual en mayor o menor medida. El modelo del diálogo político entre partidos burgueses, incluso de corrientes dentro de los partidos, es el de la negociación empresarial. Primero te intento aplastar con todos los medios a mi alcance, y luego, dada la correlación de fuerzas alcanzada, vemos a ver con qué parte del pastel nos quedamos cada uno. Esto es porque sus objetivos son siempre clasistas y particulares, y están construidos sobre todo el andamiaje de la explotación de la fuerza de trabajo y los resultados en forma de poder privado a repartir que esta dinámica económica arroja a la esfera política.
En contraposición a la administración burguesa, los consejos son y deben ser radicalmente un proceso de participación universal, y a la vez, órganos de decisión de calidad para los intereses de todos. Eso sólo es posible si están integrados por personas militantes, entendida la militancia como formación ética progresiva hacia la participación cualitativa en la sociedad, de un modelo de persona que actúa disciplinadamente para mejorar las vidas de los demás, en instituciones sociales libres, y que reúnen el poder de forma unitaria (no como la administración política del estado burgués, que es el caparazón del poder real, que funciona con separación ficticia de poderes delegados, mientras que la fuente real del poder está en las centrales financieras internacionales y sus propios órganos antidemocráticos).
En definitiva, el militante comunista como modelo de persona contrapuesto al de proletario alienado sin motivación ética, cuando participa sólo debe buscar aportar, no aprovecharse personalmente, desde una subjetividad burguesa, de la organización. El Consejo, como célula administrativa del Socialismo (poder político del proletariado) sólo puede levantarse sobre la articulación de la militancia comunista, de individuos que pretenden aportar lo mejor de sí mismos a la colectividad, que saben estar callados y hablar estrictamente cuando han pensado una buena aportación, que saben valorar siempre positivamente las facultades de los demás, que realizan sistemáticamente una autocrítica, y que luchan sin cesar por mejorarse a sí mismos y al conjunto a través del trabajo disciplinado, de la compañía sana y la camaradería, y del estudio y el perfeccionamiento constante de sus facultades humanas. El Consejo Socialista tiene que ensayar el sistema de administración que como célula compone la planificación socialista de la sociedad en el Estado Socialista de Consejos, o Estado-Comuna, que es radicalmente inviable si el modelo de persona del militante comunista no alcanza cierto grado de generalización entre las masas proletarias.
El militante comunista como modelo de persona contrapuesto al de proletario alienado sin motivación ética, cuando participa sólo debe buscar aportar, no aprovecharse personalmente, desde una subjetividad burguesa, de la organización. El Consejo, como célula administrativa del Socialismo (poder político del proletariado) sólo puede levantarse sobre la articulación de la militancia comunista, de individuos que pretenden aportar lo mejor de sí mismos a la colectividad
Desde un punto de vista práctico, en el grado de desarrollo de la Forma Movimiento del Movimiento Socialista actual en Euskal Herria, los consejos vienen a constituir el nexo administrativo que coordinará las luchas en los frentes y en los ámbitos territoriales. Todos los procesos de lucha táctica por la modificación de las condiciones en los frentes deben ser a la vez:
1. Procesos de lucha ideológica, donde la teoría revolucionaria avanza posiciones concretas, y donde la ideología revolucionaria se expande entre las masas proletarias, y
2. Procesos de mejora, no de las condiciones inmediatas de pequeños sectores del proletariado en el orden capitalista, sino ante todo de la proporción de control que el proletariado revolucionario tiene del ámbito social que es frente de lucha frente al grado de control que el partido de la burguesía ejerce sobre ese mismo ámbito. Esto sólo es posible a través de la concreción de un plan conceptual, dinámico y progresivo, que reconceptualice todas las esferas de la vida social como marco político para la lucha de clases, mediante conceptos de composición de un futuro Estado Socialista para la transición hacia una Sociedad Comunista.
Valga un ejemplo: las luchas tácticas en la universidad o en los centros de enseñanza por «mejoras» sólo deben promoverse en la dirección estratégica definida por un plan hacia lo que será un Espacio de Educación Socialista Internacional, bajo el control del proletariado revolucionario, donde los procesos de trabajo de la educación serían socializados totalmente. Cada paso hacia ese horizonte que sería definido por el plan estratégico puede ser un elemento de lucha táctica inmediata. Las mejoras inmediatas sólo pueden ser combustible para la Revolución Socialista Internacional si por un lado es el proletariado revolucionario quien las ejecuta con su lucha y su actividad de expansión de la ideología revolucionaria, y por otro, si sirven para aumentar el control que el proletariado revolucionario tiene en el ámbito en que se desarrollan, y por lo tanto, el control general de los procesos sociales por parte del proletariado revolucionario y su marco organizativo del poder socialista en expansión.
Como breve aclaración, entiéndase que por proletariado revolucionario estoy entendiendo el sujeto histórico en constante cambio que recorre, como sujeto social organizado sobre la base de la ideología revolucionaria, de la conciencia histórica, toda la historia de la lucha de clases hasta hoy, y que seguirá recorriendo estratégicamente, en el orden del concepto, la futura historia de la lucha de clases, pasando sucesivamente por formas de movimiento, partido o estado, hasta que cumpla con su tarea histórica.
En todo caso y como venía diciendo, las luchas inmediatas sólo deben desarrollarse en el sentido de «momentos de la estrategia» de ese proletariado revolucionario, como posiciones de avanzada hacia el Estado Socialista, el estadio en que el proletariado revolucionario tiene un mayor grado de control de los procesos sociales generales y del territorio que el partido de la burguesía. Para este proceso, el Partido Comunista de Masas constituirá el momento mediador, integrando a las grandes masas proletarias en el proceso de constitución del tejido militante socialista. En el proceso estratégico, las luchas concretas son por su parte construcción gradual del Poder Proletario (o lo que es lo mismo, de un poder social de acceso formalmente universal) en todas las esferas sociales en torno al marco organizativo del poder Socialista en expansión, de la dominación del proletariado revolucionario sobre la burguesía.
Las luchas inmediatas sólo deben desarrollarse en el sentido de «momentos de la estrategia» de ese proletariado revolucionario, como posiciones de avanzada hacia el Estado Socialista, el estadio en que el proletariado revolucionario tiene un mayor grado de control de los procesos sociales generales y del territorio que el partido de la burguesía
¿Qué representan, entonces, los Consejos Socialistas? De forma sintética, los Consejos representan las células administrativas de la democracia proletaria, que tienen la tarea inmediata de articular todos los frentes y las luchas concretas para desarrollar el crecimiento proporcional del tejido militante comunista, para la ampliación progresiva de la esfera de control de los procesos sociales por parte del proletariado revolucionario, y para la progresiva hegemonía del comunismo en más y más sectores del proletariado que potencialmente puedan integrarse, con distintos niveles de compromiso, en una fase de ofensiva donde el Partido Comunista sea reconstituido a escala global.
De forma sintética, los Consejos representan las células administrativas de la democracia proletaria, que tienen la tarea inmediata de articular todos los frentes y las luchas concretas para desarrollar el crecimiento proporcional del tejido militante comunista, para la ampliación progresiva de la esfera de control de los procesos sociales por parte del proletariado revolucionario, y para la progresiva hegemonía del comunismo en más y más sectores del proletariado que potencialmente puedan integrarse, con distintos niveles de compromiso, en una fase de ofensiva donde el Partido Comunista sea reconstituido a escala global
Nexo táctico de frentes, y nexo estratégico e ideológico con el proceso socialista. La homogeneidad y simplicidad del Consejo Socialista asegura la potencial articulación territorial en gran escala, sin márgenes idealistas constituidos por las correlaciones de fuerza burguesas, al nivel y escala que sean necesarios en cada momento del proceso, desde un punto de vista sectorial (en la producción, en la calle, en los frentes de lucha) o territorial (a escala regional, nacional, continental), hasta la Revolución Socialista Mundial. La célula administrativa del Consejo tiene de inicio la proyección conceptual hacia una articulación progresivamente mayor, incorporando ilimitadamente nuevos frentes, nuevas remesas militantes, nuevas potencias y nuevos territorios, modificándose y mejorando a través del debate internacional. Esa es nuestra aportación al debate internacional actual, en forma de práctica, de experiencia organizativa, eso vamos a ensayar, eso estamos haciendo.
Nexo de poder, células de partido, un nuevo paso, manteniendo la iniciativa, engrasando el entusiasmo.
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