Carmen Parejo
@alinadetormes
2022/07/04

«Una acción de gobierno eficiente, cual cumple ser la del nuevo Estado español, nacido por otra parte bajo el signo de la unidad y la grandeza de la Patria, exige supeditar a su destino común la acción individual y colectiva de todos los españoles». Con estas palabras comenzaba el Decreto de Unificación de las fuerzas «rebeldes» que en abril de 1937 Francisco Franco impuso a Falange Española de la JONS (FE de JONS) y las corrientes carlistas con el fin de crear un partido único bajo su dominio.

Durante la guerra, las fuerzas de choque fascistas vinculadas a Falange, obtienen, de forma merecida, el reconocimiento del bloque golpista. Con la unificación se busca alinear a todas estas corrientes fascistas y tradicionalistas bajo un mando único supervisado por Franco. Este hecho tendrá como consecuencia directa el rechazo de Manuel Hedilla (sucesor de José Antonio Primo de Rivera en Falange) y su condena primero a muerte, conmutada a cadena perpetua y finalmente, libre de prisión, pero relegado al ostracismo por parte del dictador. Muy destacable en relación con este acontecimiento fue como los otros representantes del sector duro de Falange, por ejemplo, Pilar Primo de Rivera, no iniciaron ninguna reyerta contra Franco y asumieron este destino para el que había sido su líder.

El grupo heterogéneo de fuerzas reaccionarias y del capital que se habían unido para el golpe de estado contra la República en 1936, por tanto, pronto empezaría también sus propias luchas de hegemonía dentro del nuevo régimen que aspiraban a construir.

Como señala el investigador anglosajón Paul Preston en su libro Franco: Caudillo de España, aún no había acabado la contienda y «en el despacho de Franco, los mapas militares dejaron paso a informes al minuto sobre las actividades de diversas facciones». El dictador sabía que el poder sería codiciado por todas ellas y sobre todo quería asegurar que él permanecería al mando en cualquiera de los casos.

Cabe destacar que, aunque en ocasiones hay discrepancias ideológicas, no serían grandes confrontaciones de ideas sino auténticas luchas de poder las que marcarían las relaciones entre las distintas corrientes del franquismo.

Mientras que la unidad en lo orgánico comenzaba a tomar fuerza también era necesario plantear una unidad en lo ideológico que sirviera de guía para el nuevo régimen. Y aunque quedaron sectores residuales de falange que progresivamente acabarían señalando a Francisco Franco como un traidor a sus principios, ¿podemos decir que el régimen de Franco no integró los principios del fascismo español para la construcción de su propia estructura ideológica?

FASCISMO Y NACIONAL CATOLICISMO

Volviendo al origen, el fascismo auténtico solo es el que se desarrolló en Italia al amparo de la Marcha sobre Roma, y el fascismo en España fue un proceso en construcción desde ese momento, que buscaba solventar la crisis del régimen de la restauración, al principio; y, posteriormente evitar cualquier atisbo revolucionario en un proceso de cambios constantes y en medio de una agudización evidente de la lucha de clases.

Así, desde los primeros autores que vieron en Italia un ejemplo a seguir vemos constantemente la búsqueda de adaptación del modelo al contexto español. En esa búsqueda, ya desde principios de los años 30, aparecerán delimitados los elementos que serán claves para esta construcción: la idea de nación basada en la idealización medieval del Imperio, la religión católica como un elemento de unidad espiritual y, en menor medida, la monarquía. Estos tres elementos chocarán inevitablemente con otras posturas del contexto del auge de los fascismos europeos como los de la Alemania nazi, que también tendrán su propio reflejo en el Estado español, sobre todo durante el primer franquismo. No obstante, esta ideología o reacción surgida de la crisis y en distintos puntos se contaminará y enfrentará entre sí en la búsqueda de una idea pura sobre el propio estado fascista. Una idea pura que no lograrán solventar por el mismo motivo por el que aún hoy, y desde fuera, nos resulta tan extremadamente complejo ponernos de acuerdo sobre la definición exacta del término fascista.

Diversos autores, sobre todo próximos al sector falangista no franquista, han enfrentado constantemente los principios del fascismo y el nacional catolicismo, no obstante, en tanto movimiento en construcción podemos advertir que finalmente el nacional catolicismo solo es una de las formas –la que triunfó bajo el amparo de la dictadura– del propio desarrollo del fascismo en España.

El franquismo, o la posibilidad de realización material y concreta, abrió también un cisma entre las distintas corrientes fascistas que se habían ido desarrollando en España durante los años previos. Facilitando con ello además el desarrollo de una ideología sincrética que sirviese a los principios fascistas, por un lado; tradicionalistas, por otro; y además instrumental para el gran capital. Finalmente, no hay mayor contradicción. Aunque es razonable que estos postulados –en cierto sentido, eclécticos– no convenciesen del todo a los fascistas más idealistas que además habían sido relegados del poder directo.

«EL GEN ROJO»: PSIQUIATRÍA Y FASCISMO

Aunque el fascismo español no se caracterizó históricamente por una apuesta racista en el sentido tradicional del término, debido fundamentalmente al hecho de que no existía en el territorio donde se aplica una diversidad étnica importante durante esos años, sí construyen su propio ideal de «raza» basado en principios que desarrollarían a través de postulados pseudocientíficos como los sostenidos por los psiquiatras de cabecera del régimen. Destacarían Antonio Vallejo-Nájera y Juan José López Ibor.

Vallejo-Nájera estaba vinculado al ejército y al cuerpo diplomático desde principios del siglo XX lo que le llevó a vivir y desarrollar sus estudios en psiquiatría en la Alemania de entre-guerras. Admirador ferviente del nazismo alemán, los postulados del psiquiatra de cabecera de Franco tendrían un papel destacado para la justificación de los crímenes del franquismo.

Su «aportación» más conocida fue la búsqueda de lo que él denominó el «gen rojo», una suerte de determinismo biológico que afectaba a la psique e incluso al físico de los seguidores de las ideas marxistas, bajo su propuesta de una eugenesia selectiva, este planteamiento sirvió entre otras cosas para justificar el robo de bebés que se perpetuaría hasta los años 80. Para Vallejo-Nájera la única solución para los hijos de «los rojos» era ser apartados de su familia y criados por tanto por adeptos al régimen que pudieran revertir su naturaleza «degradada».

«La idea de las íntimas relaciones entre marxismo e inferioridad mental ya la habíamos expuesto anteriormente en otros trabajos. La comprobación de nuestras hipótesis tiene enorme trascendencia político social, pues si militan en el marxismo de preferencia psicópatas antisociales, como es nuestra idea, la segregación de estos sujetos desde la infancia, podría liberar a la sociedad de plaga tan terrible». Antonio Vallejo-Nájera. La locura en la guerra: psicopatología de la guerra española, 1939.

Es cierto que con los años el robo de bebés se convirtió en un negocio muy rentable para médicos e instituciones religiosas (encargadas del Auxilio Social), pero no es menos cierto que para la puesta en práctica de esta actividad fue fundamental el desarrollo ideológico de la idea de combatir un «gen rojo» que se había «descontrolado» dañando la raza, como expresa en una de sus obras más conocidas: Eugenesia de la hispanidad y regeneración de la raza. «Una denodada lucha higiénica contra los gérmenes morbosos que carcomen la raza hispana». Volviendo a la idea de entender la «hispanidad» como una identidad racial, que pese a juego de palabras es técnicamente no genética, pero si religiosa y espiritual.

López Ibor mantiene las mismas premisas sobre la «raza hispana» y la supuesta degradación que la razón, el progreso y la igualdad social provocan, en ese sentido, este psiquiatra (cuya clínica sigue siendo referente en salud mental hoy en día) tuvo un papel destacado sobre todo en la represión contra los homosexuales, mediante la aplicación de técnicas de tortura y de lobotomías y electroshock.

Destacar también, que la persecución contra la población gitana fue frecuente, como también lo fue en el resto de Europa. El holocausto gitano, también llamado Porraimos, solo en el centro Europa supuso el asesinato de medio millón de personas. En el Estado español franquista la persecución fue constante y la degradación social de ese pueblo parte fundamental de su propia propaganda.

LA ESPAÑA DE FRANCO Y LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Una figura clave de los primeros años del franquismo fue el «cuñadísimo», Serrano Suñer, conocido por ese apelativo por ser el esposo de la hermana de la mujer de Franco.

Ramón Serrano Suñer era un germanófilo convencido, fue él quién instigó el encuentro en Hendaia con Adolf Hitler, también quien se paseó por los campos de concentración nazi, y quien estaba al cargo cuando se retiró la nacionalidad a los miles de presos de origen español que en esos campos se encontraban. Unos presos que a diferencia de los presos políticos procedentes de otras latitudes no estaban marcados con el triángulo rojo, por mucho que ciertos sectores de la izquierda actual así lo reivindiquen, sino con la marca de los apátridas, lo que los hacía aún más vulnerables dentro de los campos de concentración y de exterminio. A fin de cuentas, ningún estado con capacidad diplomática se responsabilizaría de su destino.

Serrano Suñer venía de una tradición política conservadora, inicialmente se vinculó políticamente a Niceto Alcalá-Zamora, para pasar a engrosar las filas de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de Gil Robles en la etapa final republicana. Como parlamentario se aproximó al líder de la reciente y minoritaria Falange Española, José Antonio Primo de Rivera. Entre 1938 y 1942 ocuparía seis veces cargos de ministro entre los que destaca el ministerio de Gobernación o el de Asuntos Exteriores y presidiría la Junta Política de la Falange Española Tradicionalista de la JONS.

Las relaciones con los movimientos fascistas europeos y el nazismo alemán con el franquismo tienen un origen previo a la guerra, pero se intensifica precisamente por los acuerdos que los golpistas establecieron tanto con la Alemania nazi como con el régimen fascista de Mussolini en Italia, y que llevaron a su participación como fuerzas beligerantes dentro de la llamada «guerra civil».

Destacado fue el papel de la Alemania nazi en el bombardeo de la ciudad de Gernika o de las tres fuerzas reaccionarias conjuntas (franquistas, nazis y fascistas italianos) en la persecución de miles de civiles que huían de la ciudad de Málaga, por la carretera, y que fueron acribillados por tierra por los golpistas españoles, por mar por los fascistas italianos y por aire por la aviación nazi, en aquella terrible y olvidada masacre conocida como «La desbandá».

Sophie Thonon-Wesfreid, abogada francesa, presentó en el año 2000 una querella contra Ramón Serrano Suñer por crímenes de lesa humanidad, donde aportó múltiples pruebas sobre la relación directa y la práctica sistemática de persecución y exterminio de disidentes políticos en estrecha colaboración entre el primer franquismo y el gobierno nazi durante la segunda guerra mundial.

Serrano Suñer viajaría en septiembre de 1940 a Berlín donde se reunió con Hitler y con Himmler. Tras su encuentro, la Oficina de Seguridad del Reich cursó una orden para que todos los españoles que se encontraban en campos de prisioneros de guerra, donde se respetaba la Convención de Ginebra, fueran sacados de allí y enviados a campos de concentración. De las 9.300 personas que fueron enviadas a esos campos solo 73 de ellas sobrevivieron.

Este criminal, como tantos otros, murió en la cama en el año 2003 sin que diera tiempo a iniciar ningún juicio en su contra.

Su discurso de «¡Rusia es culpable!» pronunciado tras la invasión de la URSS por parte de la Alemania nazi supuso además la entrada controlada de la España Franquista en la segunda guerra mundial a través de la conocida como «División Azul». Una división teóricamente de voluntarios donde gran parte de sus participantes trataban de limpiar su nombre o el de sus familias ante la persecución del nuevo régimen. Como fue el caso del cineasta Luis García Berlanga quien tuvo que unirse a la «División azul» para evitar la represión contra su familia por el cargo que su padre había ocupado como gobernador civil de Alicante durante la República.

La decadencia del «cuñadísimo» viene ligada a otros acontecimientos, sobre todo de carácter internacional, que se desarrollaron durante esos años. La inclusión de EEUU en el bando de los aliados y la más que previsible derrota de las potencias fascistas europeas, forzaron un cambio en las relaciones internacionales del régimen franquista, esto también supuso dejar atrás a algunas figuras que se habían destacado por su especial simpatía a los regímenes fascistas en el continente europeo como es el caso de Serrano Suñer.

A su vez, en el plano interno, las disputas entre las facciones que participaban en el partido único del régimen, se mantenían activas, destacando estos años el atentado que fuerzas vinculadas al carlismo perpetraron en la Basílica de Nuestra Señora de Begoña, en Bilbo, el 15 de agosto de 1942 y que forzó una reestructuración de la junta política de Falange y la salida de su cargo del «cuñadísimo».

Sin embargo, lejos de la propaganda que ha presentado el fin de esta primera etapa del régimen como el fin de la influencia del fascismo dentro de ese nuevo estado, FE tradicionalista de la JONS siguió teniendo un papel destacado y orgánico para el desarrollo de la dictadura.

EL FASCISMO Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO FRANQUISTA

Los pilares de la construcción del estado franquista se asientan en lo que se conoce como el primer franquismo, es decir, el que abarca hasta el fin de la segunda guerra mundial. Y aunque en efecto, muchos «camisas viejas» dejaron paso a otros protagonistas menos directamente vinculados con el fascismo histórico, tanto la estructura orgánica como los principios fundamentales del régimen franquista se fraguan en esa etapa y se mantienen y refuerzan con apenas variaciones durante los siguientes años.

De las ocho Leyes fundamentales del régimen franquista, cinco de ellas se desarrollan antes de 1947, y con los años apenas sufrirán ninguna modificación. Decir, que la última de ellas, la Ley de Reforma Política de 1977, será la base jurídica para la actual constitución del régimen llamado de la transición o del 78.

En 1943, con el cambio en la correlación de fuerzas de la contienda mundial, el dictador Franco decide el cambio de nombre para el partido único del franquismo, Falange Tradicionalista de la JONS comenzará a partir de entonces a ser denominada «Movimiento Nacional» o simplemente «Movimiento». ¿Fue solo un cambio de nombre?

En efecto, esto no supuso un cambio significativo a nivel ideológico ni organizativo. El Movimiento Nacional, siguiendo los mismos principios que Falange Tradicionalista de la JONS, serían los encargados de estructurar toda la vida social del franquismo.

El Fuero del Trabajo:

La primera de las leyes fundamentales del nuevo régimen es el Fuero del Trabajo que data de 1938. Inspirado por la «Carta Lavoro» de Edmondo Rosoni y el Gran Consejo Fascista italiano en 1927.

La sociedad a la que aspiraba el nuevo estado se concentraba en tres corporaciones organizativas y de participación de la vida pública: la familia, el municipio y el sindicato.

El llamado «sindicato vertical» se estructura por tanto como un elemento fundamental para el desarrollo del régimen franquista. De inspiración fascista este sindicato servía como un elemento de control sobre la clase trabajadora estableciendo el interclasismo como base de «resolución» de conflictos. El derecho a huelga había sido eliminado y la única forma de reivindicar cuestiones de carácter laboral era a través de unos sindicatos controlados por Falange hasta bien entrada la década de los 50 y en el que se debía una total lealtad, asistencia y protección a los empresarios, que pasaron a ser llamados «proveedores». Tal y como señala el catedrático en Historia de la Universidad Complutense de Madrid Jesús A. Martínez en su trabajo Historia de España en el siglo XX (1939-1996).

Lo cierto es que este elemento de clara inspiración fascista también sirvió como un elemento de resistencia y combate para organizaciones políticas como el Partido Comunista de España, entonces en la clandestinidad, que inició un proceso de infiltración dentro del mismo a partir de 1960.

Como sabemos el interés por domesticar a la clase trabajadora es lo que está detrás de los planteamientos interclasistas del fascismo, independientemente de que los sectores más utópicos de esta reacción crean verdaderamente tener un planteamiento anticapitalista.

El Fuero del Trabajo también establecía que «el Estado liberaría a la mujer casada del taller y la fábrica», de hecho, Falange, y su Sección Femenina serían también los encargados específicos de modelar a la mujer del nuevo Estado Franquista.

La Sección Femenina:

Desde finales del siglo XIX se producen cambios importantes que afectaron al rol de la mujer en la sociedad. El aumento de la participación de las mujeres en el mundo del trabajo productivo ayudó también a su participación política y en la vida pública. Primero, a través de los sindicatos y posteriormente, a través de partidos y distinto tipo de organizaciones. En las ciudades, además, las mujeres se encuentran en una posición ventajosa para su emancipación por la posibilidad de acceso a otro tipo de empleos mejores considerados como los vinculados a correos, transporte urbano o telefonía. El acceso de la mujer a estudios superiores, aunque limitado a nivel cultural, mantiene una tendencia favorable.

Así la mujer de la república, sobre todo en las zonas urbanas, había ganado un peso protagónico en los cambios sociales que se estaban produciendo. Algo que se hace visible también a través de la constitución y legislación republicana.

Decía el socialista utópico Charles Fourier que «El grado de emancipación de la mujer en una sociedad es el barómetro general por el que se mide la emancipación general», y en efecto, este baremo nos sirve para comprender la dimensión que alcanzó está cuestión para el desarrollo social general durante la dictadura franquista.

El Fuero del Trabajo decía que entre sus premisas estaba la de «liberar a la mujer casada del taller y la fábrica», lo cierto es que también las «liberó» de numerosas actividades vinculadas con las profesiones liberales urbanas, obligó al despido una vez casadas con una indemnización a la que llamaban «dote» y forzó a las mujeres casadas a tener un permiso explicito del esposo para poder continuar con su profesión después del matrimonio. No solo las mujeres casadas tuvieron estos impedimentos, las solteras igualmente perdieron su «mayoría de edad» y quedaron relegadas a la decisión del hombre de su familia que tuviese una relación más directa (padre, hermano, tío, primo…).

La familia, junto con el municipio y el sindicato, eran la estructura orgánica que impone el «Movimiento» a la nueva sociedad creada. Los roles tradicionales juegan un papel destacado en la construcción ideológica del planteamiento fascista español, debido fundamentalmente a tres elementos: por un lado el peso del catolicismo y de las corrientes tradicionalistas; en segundo lugar, por la necesidad de revindicar ese pasado ideal y por tanto de rechazar todo avance o progreso social acorde a su época; y por último, y no menos importante, por la necesidad de favorecer la maternidad en un contexto de posguerra, donde entre fallecidos y exiliados debían dar salida a una evidente crisis demográfica.

Sobra decir que el divorcio, permitido en la república, es prohibido. Igualmente, todo tipo de relación sexual no vinculada a la maternidad, excepto la prostitución que es tolerada hipócritamente ya que en este nuevo contexto prostituirse es la única salida para muchas mujeres. Y el régimen lo asume, insisto con hipocresía, pero con clara tolerancia y sin intención de mejorar la situación que lleva a estas mujeres a prostituirse.

Falange tendrá un papel destacado en la necesidad del régimen de «domesticar» a las mujeres, es así como nace la «Sección Femenina» liderada por Pilar Primo de Rivera.

La Sección Femenina surge en 1934 como rama femenina del partido Falange Española de las JONS. Su labor principal en estos años y en durante la guerra será el asistencialismo hacia las necesidades de sus pares ideológicos masculinos. Con la unificación de las fuerzas reaccionarias de 1937, todas las demás organizaciones femeninas de los distintos grupos, como las «margaritas» de los carlistas, quedarían anuladas pasando la Sección Femenina a ser la única organización de mujeres de la dictadura. Sin embargo, se mantuvieron las tres fracciones en su seno: falangistas, jonsistas y margaritas; lo que originó algunas fricciones sobre todo con la rama femenina del carlismo.

Durante la guerra mundial la Sección Femenina establecería fuertes vínculos tanto con la Alemania Nazi, donde viajarían en tres ocasiones, como con la Italia Fascista.

Entre las militantes de la Sección Femenina destacan figuras como Clara Stauffer, de origen alemán –y manifiesta ideología nazi– que durante la guerra civil ocupó el cargo de dirección de la Oficina de Prensa y Propaganda de la Sección Femenina. Además, participó en las redes de ocultación y refugios de nazis, conocidas como ratlines, durante y tras la segunda guerra mundial. Por este hecho fue la única mujer en la lista de nazis reclamados a España por el Consejo de Control Aliado en 1947. El régimen franquista, al igual que ocurrió con el resto de nombres de esa lista, dio protección y asilo a Clara Stauffer, quien moriría en 1984 en Madrid. Otra líder destacada sería Carmen Werner Bolín, de ascendencia germano-española, quien fue la encargada de liderar la comitiva que visitó las instalaciones de las Juventudes Hitlerianas cerca de Darmstadt y asistieron al Congreso del Partido Nazi en Núremberg en 1937.

Además de múltiples publicaciones, la Sección Femenina estaba integrada de forma activa en la construcción ideológica del régimen sobre todo en relación con la mujer, la infancia y el Auxilio Social.

En 1977 se acordó la desaparición de la Sección Femenina, cuyos servicios fueron transferidos a la recién creada Subsecretaría de Familia, Juventud y Deporte. A su vez sus militantes fueron recolocadas, sin necesidad de presentar oposición, como bibliotecarias en distintos centros dependientes del estado. Algo que generó bastante controversia.

FASCISMO Y LUCHA DE CLASES: EL APERTURISMO

Tras la segunda guerra mundial el régimen franquista reorganiza sus relaciones internacionales. En 1947, EEUU se niega a condenar al régimen de Franco ante Naciones Unidas. En 1953 se firma el Pacto de Madrid y a partir de ese momento EEUU será el nuevo socio fundamental internacional del Régimen Franquista.

En septiembre de 1947 EEUU funda la CIA (Central Intelligence Agency) y poco después junto al MI6 británico crearán uno de los ejércitos paramilitares secretos más relevantes de la guerra fría: La Operación Gladio.

Gladio nace para combatir el avance del socialismo en Europa y sus actividades causan un gran impacto en países como Italia, donde el Partido Comunista en esos años era muy potente. Sus ejecutores en un alto número serán nazis y fascistas europeos que a cambio de su labor evitarán ser enjuiciados por crímenes de guerra. No es un secreto que EEUU reutilizó a decenas de nazis fugados de Europa con distintos fines, sobre todo relacionados con el mundo de la investigación científica, pero también para operaciones paramilitares que en ocasiones son menos conocidas. En la investigación sobre Gladio en Italia el juez Guido Salvini vinculó a las organizaciones terroristas de extrema derecha de los «años de plomo», La Fenice, Vanguardia Nacional y Ordine Nuovo, con el aparato del Estado y la CIA, destacando que estos solo cumplían órdenes de esa instancia superior.

La España de Franco, como ya hizo tras la segunda guerra mundial, servirá de zona de refugio para el fascismo europeo. Un Estado creado y desarrollado bajo premisas fascistas, que contaba con el amparo de la excepción otorgado por EEUU y que sin lugar a dudas era referente del anticomunismo internacional fue el lugar ideal para sostener la estructura de Gladio. Así, el régimen de Franco dio total protección e impunidad a neofascistas italianos como Vincenzo Vinciguerra o Stefano Delle Chiaie, vinculados de forma directa tanto a la Operación Gladio como a la Operación Cóndor (su variante en América Latina). Más aún, Delle Chiaie será uno de los artífices de los sucesos de Montejurra en Nafarroa, un ataque contra sectores del carlismo que se habían alejado del núcleo duro próximo al búnker franquista.

El franquismo, como decíamos al inicio, supone la unión de un grupo heterogéneo donde se combinan los grupos fascistas, tradicionalistas, católicos y la gran burguesía. El franquismo supone por tanto la demostración palpable de una relación simbiótica entre todos ellos. Durante esos años, bajo el amparo de una ideología social elitista, del interclasismo sindical y de la regresión social se asienta un proceso de acumulación de capitales sin precedentes que será determinante para comprender la estructura no solo ideológica sino también económica en la actualidad.

El fascismo funcionó y funciona como una herramienta al servicio final de la explotación del capital, aún con sus contradicciones, aun con sus discursos utópicos, la realidad es que el «gen rojo» de Vallejo Nájera sirvió para robar bebés, pero también para justificar la esclavitud de los presos, la represión contra toda disidencia política, y todo esto supuso pingües beneficios que ayudaron a garantizar un statu quo que privilegió y fortaleció como nunca a la clase burguesa dominante.

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