En la época de construcción del estado de bienestar vasco, el euskera tuvo la oportunidad de atarse a este y buscar su lugar, en tiempos de crisis de esta sociedad, sin embargo, el propio futuro del euskera podría tambalearse. Y es que las instituciones políticas, económicas y sociales que garantizaban su reproducción se encuentran en crisis. También la sociedad y la cohesión de las clases medias que la representaban.
Todo conflicto lingüístico esconde bajo sí mismo un conflicto social. Las lenguas son elementos ideológicos importantes a la hora de crear, mantener y cambiar determinadas relaciones de poder. A lo largo de la historia, en las sociedades precapitalistas y capitalistas, siempre han existido las lenguas utilizadas por las élites y las usadas por el pueblo llano. Muchas veces, aun siendo la misma lengua, esta diferencia de clases se ve marcada por las variaciones de algunas palabras. Por ejemplo, en Lituania siempre ha habido una pequeña parte de la población que habla polaco, precisamente, siendo un grupo conformado por la élite feudal. Por tanto, en el caso de Lituania la diferencia no era tan solo «étnica» o «lingüística», sino de clase[1].
Las lenguas son elementos ideológicos importantes a la hora de crear, mantener y cambiar determinadas relaciones de poder
Viniendo a lo nuestro, los análisis historiográficos serios, es decir, aquellos realizados al margen de una influencia puramente nacionalista propagandista, nos dicen que en Euskal Herria el euskera nunca ha sido la lengua de las élites. Es más, si se quiere tomar el Reino de Navarra como único «protoestado» feudal que Euskal Herria ha tenido hasta la era moderna, podemos asegurar que la lengua principal de las élites feudales y clericales era el románico, no el euskera. A pesar de que esta última fuera la más hablada por el pueblo llano[2]. Es de gran importancia conocer cuál es la lengua de las élites y a qué clase social se le atribuye la representación de una determinada lengua como conductora de cambios sociales. La burguesía creó los Estado naciones modernos con la nacionalización de una lengua concreta por todo su territorio. De hecho, sin una mínima unidad lingüística, no se podría haber llevado a cabo un proceso asalariado interconectado, al menos en condiciones rentables.
Nos encontramos, por tanto, ante una «paradoja» histórica. El euskera históricamente no ha sido ni la lengua de las élites, ni la primera elección lingüística de una burguesía modernizadora. Pero, hoy en día, si el euskera sigue vivo es porque en el siglo XX se adhirió a una clase social determinada y atinó en el modo de participar en la modernización capitalista. El euskera en el siglo XX dio un salto del campo al ámbito administrativo estatal, de forma notable con la creación de las comunidades autónomas y con la integración en el aparato administrativo que estas traían.
Hoy en día, si el euskera sigue vivo es porque en el siglo XX se adhirió a una clase social determinada y atinó en el modo de participar en la modernización capitalista. El euskera en el siglo XX dio un salto del campo al ámbito administrativo estatal
Lo que se quiere decir es que, a finales del franquismo y en los comienzos de la era «democrática», se establecieron las condiciones para la creación de una clase media vasca, muy vinculada a los aparatos administrativos del estado de bienestar. Actualmente, sin embargo, nos encontramos al final del paradigma de los estados de bienestar, en la era de proletarización de las clases medias. El objetivo de este reportaje es responder a la siguiente cuestión: si desaparece la clase media vasca, ¿cómo subsistirá el euskera?
Igualmente, hay que dejar claro desde el principio que no se trata de un análisis sociolingüístico basado en datos concretos. Por el contrario, se quiere debatir una serie de hipótesis sociales e históricas, las cuales tendrán especial relevancia para el futuro del euskera. Por lo tanto, el trabajo se centrará sobre todo en seguir los vestigios de la dirección que tomará el viento del tiempo, puesto que ya existen numerosos análisis publicados sobre el euskera. Asimismo, este artículo se centra mayormente en la coyuntura de Hego Euskal Herria, a pesar de que se trabajan hipótesis que pueden ser útiles para Ipar Euskal Herria. Aun así, la situación de este último requeriría de un análisis diferenciado.
EL EUSKERA, DEL CAMPO A LA MODERNIZACIÓN
Hasta finales del siglo XIX el euskera era la lengua predominante en el campo, por lo que castellano era una lengua prácticamente desconocida para muchos vascos. Sin embargo, impulsado por la industrialización y el desarrollo económico de finales de siglo, el castellano se convirtió en la lengua principal de las ciudades. Se dio la primera gran oleada de inmigración proveniente de los pueblos del Estado español, pero el euskera persistió. En gran medida porque el primer nacionalismo conservador le dio importancia; y, porque, posteriormente, durante la Segunda República española, muchos partidos de izquierda hicieron suya la reivindicación de mantener el euskera. Podemos situar aquí el nacimiento y desarrollo del partido Acción Nacionalista Vasca (ANV-EAE).
Lo que vino después está bien grabado en la memoria colectiva de todos los vascos: se pueden mencionar la guerra, cuarenta años de dura persecución contra el euskera y el deseo de eliminar la lengua. Con esto no se quiere decir que en otros tiempos históricos el euskera no ha sido despreciado ni perseguido, sino que, al contrario, España siempre ha llevado a cabo su construcción nacional a través de la homogeneización. La cuestión es que el Estado español en la homogeneización nacional no tuvo el mismo éxito que el Estado francés moderno, debido a las mayores fuerzas reaccionarias y feudales.
Volviendo a nuestro tema, hay que mencionar que, si bien el euskera fue perseguido durante el franquismo, esto supuso la ruptura de su vínculo con las fuerzas conservadoras. El euskera se relacionó con valores políticos progresistas y antifranquistas, lo que puso los cimientos para su extensión. Aquí la primera razón de su supervivencia, el impulso que le dio el movimiento popular a partir de la década de los sesenta del siglo pasado. Y es que en aquella época se dio un nuevo renacimiento del euskera y de la cultura vasca: se crearon varias ikastolas, nació el movimiento de euskaldunización y alfabetización de adultos, se asentaron las bases del euskera batúa, comenzaron a proliferar las radios y revistas en euskera, también cantantes, bertsolaris y escritores.
Pero, en la modernidad capitalista, una lengua, al menos si quiere sobrevivir de forma estandarizada, necesita de una cosa indispensable: estructuras de estado. Ya que estos son los aparatos estrictamente necesarios para la reproducción y difusión de una lengua. Junto con esto, se requiere de una «armada» de funcionarios que utilizará esta lengua. Está claro que, al finalizar el franquismo, Euskal Herria no consiguió las estructuras propias de un estado capitalista, pero sí que obtuvo las de una comunidad autónoma especial. Esta condición histórica hizo que se abrieran las puertas de la administración pública a muchos vascos alfabetizados en euskera, lo que supuso un auge en su estatus social.
Por supuesto, junto con las estructuras administrativas de una comunidad autónoma, al euskera también se le abrieron las estructuras socioeconómicas de otros muchos ámbitos. El año 1980 se creó la Universidad del País Vasco y en el año 1982 la Radio Televisión Vasca. La situación de Navarra fue más inestable, puesto que en ella no se reconoció la oficialidad del euskera más que en la zona vascófona, lo que marcó una clara barrera a la hora de crear instituciones socioeconómicas vascas. Ni qué decir en Ipar Euskal Herria, donde el reconocimiento institucional del euskera se encuentra incluso hoy en día en niveles aún más inferiores. Por ello, la modernización burguesa de Euskal Herria, entendida en el plano lingüístico, nunca se ha llegado a completar del todo. Pero los hitos ya mencionados fueron vitales para la creación de una clase media vascoparlante.
La modernización burguesa de Euskal Herria, entendida en el plano lingüístico, nunca se ha llegado a completar del todo. Pero los hitos ya mencionados fueron vitales para la creación de una clase media vascoparlante
También debemos entender que en las últimas décadas del franquismo se vivió una nueva oleada industrializadora en Euskal Herria, especialmente en Bizkaia, la cual supuso otra oleada inmigratoria. En este caso, la principal particularidad que se dio fue la de que los hijos e hijas de numerosos inmigrantes, procedentes de zonas rurales del Estado español y que llegaron a territorios vascos, comenzaron a alfabetizarse en euskera. Así, pudieron alcanzar, además de las profesiones industriales habituales, puestos de administración o profesiones liberales en euskera, pasando a formar parte de las profesiones del estado de bienestar vasco.
Sin embargo, a la hora de explicar este proceso histórico, debemos tener en cuenta que el Estado español tuvo una incorporación muy tardía a la sociedad europea de clases medias y del estado de bienestar. De hecho, mientras que el aparato conocido como estado de bienestar en los países de Europa occidental se construyó durante las décadas de los 50 y los 60, en el Estado español, obstaculizado por el régimen franquista, no existió nada que se pudiera comparar con el resto de Europa occidental hasta la segunda mitad de los 60 o principios de los 70. Se trata de una paradoja histórica ciertamente peculiar, y es que, para cuando comenzó a desarrollarse el estado de bienestar en el Estado español, en Europa estaba a punto de empezar a decaer, dando comienzo a lo que se ha solido denominar como la etapa del neoliberalismo o capitalismo postfordista. Por supuesto, la crisis de la década de los 70 pilló al Estado español de pleno en su proceso de modernización, y para inicios de la década de los 80 comenzó el proceso de desindustrialización, lo que le impidió desarrollar un tejido productivo necesario para crear un estado de bienestar realmente fuerte.
Pero, además de la cuestión económica, si el Estado español quería unirse a la Comunidad Económica Europea de la época, debía construir estructuras para un estado burgués-democrático. A finales del franquismo, junto con el movimiento obrero, la cuestión nacional era el principal conflicto social que hacía tambalear al régimen. Para homologarse al resto del grupo de estados burgueses europeos, el Estado español debía neutralizar e institucionalizar estos dos principales conflictos políticos. Tal y como demostró anteriormente el Estado francés, para el capital y sus gestores políticos, abrir la integración de los grupos sociales más conflictivos en los puestos de los aparatos del estado puede ser un camino adecuado para su neutralización[3].
Por ello, las élites españolas, junto con el nacionalismo conservador vasco, entendieron perfectamente que, para neutralizar el conflicto nacional vasco en el nuevo régimen democrático-burgués español, había que hacer un hueco en las estructuras administrativas a un conjunto de funcionarios vascos. Esto, claro está, no supuso la eliminación total, ni mucho menos, del conflicto vasco. Pero sí permitió la creación de un tejido de trabajadores que trabajarían en la administración vasca, a modo de empleados públicos. También hay que sumar a estos aquellos que trabajarían en la educación o en la sanidad.
Las élites españolas, junto con el nacionalismo conservador vasco, entendieron perfectamente que, para neutralizar el conflicto nacional vasco en el nuevo régimen democrático-burgués español, había que hacer un hueco en las estructuras administrativas a un conjunto de funcionarios vascos
De esta forma, una parte importante de la población comenzó a percibir el conocimiento del euskera como garantía de un puesto de trabajo público. Aún más si tenemos en cuenta que los inicios de las comunidades autónomas coinciden justamente con la época de la desindustrialización. Por tanto, varios hijos e hijas de euskaldunzaharras[4], y también de trabajadores procedentes de otros territorios del Estado tomaron como un futuro laboral estable tener un puesto en la nueva administración pública vasca.
Sin ninguna duda, la creación de una sociedad de clases medias vascas jugó un papel fundamental en la supervivencia del euskera. En 1981 había aproximadamente 596.000 vascoparlantes en Euskal Herria, el 20,35 % de sus habitantes. 120 años antes, alrededor de 1860, 500.000 personas tenían el euskera como primera lengua, es decir, cerca del 55 % de la población[5]. Esto es, la proporción ha disminuido, por ello decimos que en Euskal Herria ha existido una política consciente para intentar eliminar el euskera. A esto hay que añadirle el proceso de modernización capitalista y el fenómeno de la inmigración.
Pero, al impulso dado a finales del franquismo al euskera por parte del movimiento popular vasquista o euskaltzale y del conflicto nacional hay que sumar a las causas de la supervivencia del euskera el intento de las nuevas élites españolas y vascas de neutralizarlo mediante la creación de una especie de clase media vasca. Claro está que esta supervivencia ha sido precaria y débil, ya que ni si quiera se ha conseguido que toda la administración pública sea capaz de hablar en euskera. Sin embargo, la creación de una sociedad de clases medias vascas desde finales del franquismo hasta finales del siglo XX es un hecho histórico que no se puede negar.
CRISIS CAPITALISTA, CRISIS DEL EUSKERA
La mayoría de encuestas e investigaciones sociolingüísticas comparten dos datos sobre la situación actual del euskera: a pesar de que el nivel de conocimiento del euskera ha ido incrementando de forma continuada, en los últimos años se observa un descenso en cuanto a su uso en la calle. A modo de hipótesis, pero no como hipótesis única y con necesidad de trabajarla en profundidad, podríamos decir que el euskera ha tocado techo en la integración social, esto es, en lo que se refiere al papel que tenía como medio de acceso a la sociedad de las clases medias, o se encuentra ante una gran barrera. La entrada del capitalismo en la etapa neoliberal[6] ha tenido también sus consecuencias en Euskal Herria, ya que no se da un incremento ni en los puestos de administración pública ni en los de educación, adjudicados ya a los descendientes procedentes de familias vascas. De manera que los miembros de familias inmigrantes procedentes de fuera del Estado español apenas tienen acceso a ellos.
Aunque esta afirmación pueda resultar polémica, la realidad muestra que el euskera se ha convertido para muchos, además de en primera lengua, en una herramienta para mantener un nivel digno de estatus social, como última defensa para poder evitar el proceso de proletarización. Esto, sin embargo, deja el mundo del euskera muy ligado a municipios de un determinado estatus social y a puestos de trabajo muy concretos. De esta manera, esta realidad tiene claras consecuencias tanto en el uso del euskera en la calle como en su difusión.
La realidad muestra que el euskera se ha convertido para muchos, además de en primera lengua, en una herramienta para mantener un nivel digno de estatus social, como última defensa para poder evitar el proceso de proletarización
En un número anterior de Arteka, Paul Beitia, basándose en los informes analizados sobre los datos de renta y el uso del euskera, afirmaba claramente que la presencia del euskera incrementaba notablemente en los municipios de renta media-alta y en el medio rural[7]. Por el contrario, su uso disminuye en las periferias empobrecidas del área urbana. Hace cerca de un año, el artículo de opinión publicado en el periódico Berria por el investigador Joseba Zalakain también generó numerosas polémicas. Sin embargo, los datos que aparecen son indiscutibles. Según la Encuesta de Pobreza y Exclusión Social de Gipuzkoa, queda clara la relación entre las situaciones de pobreza y el conocimiento de la lengua: la tasa de pobreza es de un 8 % entre quienes tienen el euskera como lengua materna, de un 16 % entre los que tienen el castellano y entre los que tienen otra lengua, un 58 %. Todo esto se da en el territorio con mayor cohesión de renta y uso del euskera de Euskal Herria[8].
Asimismo, es imprescindible fijarse en los datos del ámbito de la educación para realizar un análisis adecuado de la tendencia actual del euskera. Haciendo referencia de nuevo al análisis realizado por Beitia, se pueden subrayar los datos del Gobierno Vasco, para los territorios de la CAV en la VI. Encuesta Sociolingüística: entre los alumnos de los centros públicos de la CAV que cursan Educación Primaria en el modelo A (modelo educativo cuya lengua principal es el castellano), un 86,1 % tiene un nivel de renta bajo o medio-bajo. No obstante, también hay hijos e hijas de las familias de niveles socioeconómicos más altos en este modelo educativo, de hecho, es en el modelo A de los centros concertados donde se encuentra más alumnado de nivel socioeconómico alto, un 35,7 %. Las cifras en el modelo B público son parecidas, socioeconómicamente, un 73,1 % del alumnado es de nivel bajo o medio-bajo. En el modelo D de la CAV, en cambio, descienden notablemente las tasas de nivel socioeconómico más bajo: 22,4 % en las concertadas y 19,7 % en los públicos, y un 28,8% del alumnado se colocaría en el grupo de nivel alto.
Se pueden extraer dos conclusiones de estos datos. En primer lugar, al menos en la CAV, se está dando un proceso de «guetificación». El euskera tiene dificultades de salir e ir más allá de los «arnasgune» (lugares en lo que el euskera es mayoritario), y queda claro que estos están relacionados con una clase social. En segundo lugar, el euskera ha dejado de ser aquel ascensor social que durante una época sirvió para subir escalones en la sociedad de las clases medias, o al menos lo fue para muchas familias de nuevos inmigrantes. Dado que las condiciones económicas que propiciaron la creación de esta sociedad de clases medias vascas se encuentran en retroceso, también vivimos una regresión o degeneración de tanto los recursos y servicios como los puestos de trabajo que podían asegurar la integración de familias inmigrantes y castellanoparlantes. Esto ha hecho que el uso del euskera haya dejado de ser esencial para muchas familias proletarias.
La última oportunidad del euskera
En otro artículo de Arteka escrito por Aitor Bizkarra, también se mencionaba que en la «base de la segunda muerte» del euskera se encontraban el agotamiento del ciclo postfordista de acumulación del capital y el declive de las clases medias[9]. A esto podríamos añadirle el factor geopolítico, de hecho, a finales de este ciclo de acumulación del capital, y en tiempos de reestructuración para la apertura de uno nuevo, los grandes centros transnacionales de administración y poder están cobrando importancia. Es evidente la importancia que adquirirán las administraciones y los empleados públicos a nivel de la Unión Europea, en relación con los fondos europeos que se están distribuyendo actualmente. El euskera difícilmente podría tener un papel fundamental para preparar las oposiciones a estos puestos.
Pero la reestructuración del capital actual deja claro que nos dirigimos hacia una gran competencia entre ciertos bloques. La Unión Europea encontrará su sitio en la pugna por la hegemonía entre Estados Unidos y China. Esto supondrá el fortalecimiento de las superestructuras supraestatales, y las estructuras de nivel regional pueden quedar en un segundo plano. En otras palabras, todos los fondos que se dirigían a una lengua minorizada como el euskera van a ir disminuyendo. Por ejemplo, los fondos europeos, cuyo objetivo es adaptar el capitalismo europeo a la nueva época, no contemplan ningún tipo de partida económica para la difusión y apoyo de las lenguas minorizadas.
Además, si al ciclo económico que se encuentra en un duro momento de reestructuración y crisis le añadimos la disminución de la intensidad del conflicto vasco y la tendencia centralizadora que muestra el Estado español, podemos darnos cuenta de que las herramientas capitalistas para la reproducción del euskera se agotan. Para algunos, la solución podría ser integrar el euskera en las grandes cadenas de negocios, y esto lo apoyan quienes creen que el euskera puede tener acceso a gigantes multinacionales de entretenimiento como Netflix, aunque hasta ahora se ha demostrado que estas opciones no dan frutos.
Si al ciclo económico que se encuentra en un duro momento de reestructuración y crisis le añadimos la disminución de la intensidad del conflicto vasco y la tendencia centralizadora que muestra el Estado español, podemos darnos cuenta de que las herramientas capitalistas para la reproducción del euskera se agotan
Por otro lado, se puede considerar el euskera como respuesta positiva al proceso de proletarización, esto es, como elemento que se contrapondrá a la actual tendencia de crisis y empobrecimiento del capitalismo. En este análisis, se han dado algunos apuntes para comprender cómo el euskera tiene todas las de perder en el ciclo de una sociedad capitalista decreciente. Por tanto, la cuestión del euskera debe vincularse a una estrategia que vaya a ser creciente, he ahí el mayor favor que la estrategia socialista puede hacerle al euskera en el ámbito lingüístico. Ya que el declive del euskera es también de la sociedad vasca de clases medias que lo ha sustentado.
NOTAS
1 Este ejemplo se ha extraído del libro Una historia de las lenguas y los nacionalismos (Gedisa, 2006) del historiador Xabier Zabaltza. En el sexto capítulo, Zabaltza analiza las relaciones históricas entre lengua y clase, ofreciendo varios ejemplos históricos.
2 Para profundizar en la relación histórica entre el euskera y Navarra, Zabaltza, Xabier (2013): «De la lingua navarrorum al estado vasco», Historia Contemporánea, 47: 471-492.
3 El Estado francés, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, contaba con un movimiento obrero muy organizado y potente en todo su territorio. Uno de los principales intentos por desarticularlo fue abrir las puertas de la administración estatal a varios miembros del movimiento. Dando acceso así a varios miembros de origen obrero a la Escuela Nacional de Administración.
4 Vascohablante cuya lengua materna es el euskera.
5 Igartua, Iván eta Zabaltza, Xabier (2006): Euskararen historia laburra, Etxepare Euskal Institutua: euskal kultura sailaren editorea, Donostia.
6 Para profundizar más en la etapa neoliberal o postfordista, Harvey, David (2007): Breve historia del neoliberalismo, Akal, Madrid. Para ver el desarrollo que ha tenido esto en el Estado español, se puede consultar el famoso Informe Petras del sociólogo estadounidense James Petras (1995) o el informe de investigación del economista Vincenç Navarro (2004), El estado de bienestar en España.
7 Beitia, Paul (2021): «El euskera y el nivel socioeconómico: un repaso sociolingüístico», Arteka / GEDAR LANGILE KAZETA, 3 de junio.
8 Zalakain, Joseba (2020): «Pobreen hizkuntzak», Berria, 15 de octubre.
9 Bizkarra, Aitor (2021): «Todos lo vemos: el euskera se ha perdido», Arteka / GEDAR LANGILE KAZETA, 15 de junio.
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