El euskera y el nivel socioeconómico FOTOGRAFÍA / Zoe Martikorena / Aitor Arroyo
Paul Beitia
@PaulBeitia
2020/12/03

En los últimos tiempos cada vez son más las voces que ponen encima de la mesa el papel que puede desempeñar el factor clase en la situación del euskera, así como las voces que han mostrado la voluntad de investigar el impacto de la dinámica del capital respecto a las zonas sociolingüísticas. Aun así, es un tema del cual no se ha realizado ninguna investigación sistemática en Euskal Herria y en general, un tema del cual han faltado datos para dar forma a intuiciones. Sin embargo, alguna investigación ha habido y existen datos, aunque estos sean dispersos, desordenados y bastante ambiguos.

En los últimos tiempos cada vez son más las voces que ponen encima de la mesa el papel que puede desempeñar el factor clase en la situación del euskera

El objetivo de este artículo es analizar la relación actual entre el euskera y el nivel socioeconómico de la población, para lo que se va a hacer un repaso de algunas de las investigaciones mencionadas. Algunas características de las investigaciones que vamos a utilizar son dignas de ser mencionadas desde ahora. Por un lado, hemos de tener en cuenta que la actual sociolingüística burguesa excluye la clase como categoría y no la utiliza como variable descriptiva de la realidad contemporánea. En lugar de clase, en el mejor de los casos opta por emplear las categorías del nivel de la renta y del nivel socioeconómico, lo cual en muchos casos resulta en una indefinición. Nuestra labor, en cambio, se ve completamente condicionada por esta metodología, por lo que nos ha parecido más conveniente definir como objeto de investigación la relación entre el euskera y el nivel socioeconómico. Asimismo, este artículo trata de aunar datos dispersos, referentes a años y territorios distintos, razón por la que no se le puede exigir una unidad absoluta. Sin embargo, hemos hecho el esfuerzo de recoger los datos más recientes con el fin de obtener la mayor pertinencia posible respecto a la investigación y sus consecuencias.

La situación general del euskera: conocimiento y uso

Antes de introducir las variables de interés para el análisis, conviene empezar, para contextualizar, con una imagen general de la situación sociolingüística actual de euskera. Para ese fin, observaremos las categorías de la competencia lingüística y el uso, a sabiendas de que en el caso del euskera, no coinciden estos dos ámbitos. Euskal Herria tiene 3.127.994 habitantes divididos en tres espacios administrativos: unas 2.191.000 personas viven en la CAV, alrededor de 643.000 en Nafarroa y más o menos 298.000 en Ipar Euskal Herria. Los datos concernientes a la capacidad lingüística de los habitantes con los siguientes[1].

Si nos referimos al territorio en su conjunto, un poco más de un cuarto de la población (grupo de unas 751.000 personas) es capaz de manejarse bien en euskera, y de cada diez personas una y media (434.000 personas) son capaces de entenderlo bien, a pesar de no defenderse del todo bien a la hora de hablar. Estas cifras son una muestra de los límites del euskera: alrededor de un millón de personas. Aparte de estas, como vemos, más de la mitad de la población de Euskal Herria no es capaz ni de hablarlo ni de entenderlo debidamente. Además, cabe mencionar que entre las personas bilingües, casi la mitad se reconoce una mayor facilidad para hablar su otra lengua materna[2].

Estas cifras son una muestra de los límites del euskera: alrededor de un millón de personas. Aparte de estas, como vemos, más de la mitad de la población de Euskal Herria no es capaz ni de hablarlo ni de entenderlo debidamente

Como es obvio, los datos varían según territorios y ámbitos administrativos. En el caso de la CAV, por ejemplo, la población bilingüe se eleva hasta el 33,9 %: el 50,6 % en Gipuzkoa, el 27,6 % en Bizkaia y el 19,2 % en Araba. Por su parte, el 19,1 % son bilingües pasivos en euskera y el 47 % no son vascoparlantes. En Iparralde y Nafarroa, en cambio, los datos bajan considerablemente y el número de las personas no-vascoparlantes se eleva al 70,1 % y al 76,7 % respectivamente. Los bilingües totales conforman un 12,9 % en Navarra y un 20,5 % en Iparralde (la mitad de la población en Behe Nafarroa y Zuberoa y alrededor de 1,6 de cada diez en Lapurdi). En cuanto a la competencia lingüística, el mayor número de bilingües corresponde a los territorios de Gipuzkoa, Behe Nafarroa y Zuberoa, y Nafarroa Garaia, Araba y Lapurdi muestran datos parecidos.

Huelga decir que la variabilidad de los datos se debe a la realidad histórica y a la situación política actual de cada territorio. Por un lado, respecto a la cooficialidad, la importancia social del euskera en la CAV y en Nafarroa o Iparralde es bien distinta; sin embargo, por otro lado, son también distintos los caminos que han conducido a tanto la pérdida como el desarrollo del euskera en cada territorio, tanto temporal como cualitativamente.

Hablemos ahora del uso. Si hemos dicho que los no-vascoparlantes son algo más que la mitad de la población total, este dato se eleva al 69 % al referirnos a aquellas personas que de habitual usan otra lengua; un 10,3 % hablaría más euskera que su otra lengua, y un 6 % emplearía las dos lenguas de manera casi igual. Una vez más, los datos varían en función del territorio. En Iparralde, la población que solo habla otra(s) lenguas(s) conforma el 77,2 % y el 85,3 % en Nafarroa. Las personas que mayoritariamente hablan en euskera son el 13,4 % en la CAV, el 1,9 % en Iparralde y el 3,7 % en Nafarroa y utilizan ambas lenguas de manera más o menos igual un 7,1 %, 2,9 % y 6,2 %, respectivamente [3].

Por otra parte, si deseamos comprender la situación general del euskera, es imprescindible que nuestros datos también nos den cuenta del desarrollo de esta situación. Si tomamos como referencia un periodo de dos décadas empezando desde el 1991, la competencia lingüística ha aumentado en todo el territorio del euskera del 22,3 % al 28,4 % actual. Los datos generales del uso también son crecientes: en 1991, el 13,7 % empleaba el euskera tanto o más que el castellano y actualmente esta cifra es del 16,5 %. Sin embargo, si bien los datos generales apuntan a una mejora, esta tendencia se percibe en todos los territorios y zonas. En Navarra, por ejemplo, el aumento del uso del euskera ha sido mucho menor en estas dos décadas (ha subido del 6 % al 6,6 %) y la tendencia que muestra no es clara, mientras que en Iparralde la tendencia es claramente descendente, ya que en 1991 el 13,3 % de la población utilizaba el euskera tanto o más que el francés, y en la actualidad solo es el 8,1 % quien lo hace [4].

La principal causa de la tendencia ascendente de las competencias lingüísticas yace en la educación, concretamente en la consolidación del modelo D, como veremos más adelante. En cuanto a los datos de uso, no obstante, hace falta hacer una interpretación rigurosa: si bien los datos indican que el uso del euskera ha aumentado en relación con el conjunto de la población, se observa que el incremento del uso es mucho menor que el del número de nuevos hablantes y que en algunos ámbitos incluso ha disminuido el primero. En consecuencia, hay que entender que, aunque el uso del euskera ha aumentado en relación con el conjunto de la población, en cifras relativas con el número de hablantes, la tasa de quienes utilizan el euskera tanto o más que su(s) otro(s) idioma(s) es hoy más baja que en 1991.

Introducción a una correlación: la pobreza y el euskera

Después de trazar esta imagen general de la situación sociolingüística de Euskal Herria, toca ahora empezar a analizar la relación entre el euskera y el nivel socioeconómico. Hace un par de meses estalló la polémica en las redes entorno al artículo «Pobreen hizkuntzak» (en castellano «Las lenguas de los pobres») publicado en el periódico Berria que, basándose en los datos de la II Encuesta de pobreza y exclusión social de Gipuzkoa, resumía la relación entre la pobreza y el euskera. Esta encuesta también servirá como punto de partida también en el presente análisis. Se debe considerar que los datos que aporta solo se refieren a Gipuzkoa y que por esa razón, no son aplicables a todo el territorio de habla vasca. Aun así, sabiendo que Gipuzkoa es el más euskaldun de todos los territorios, es a la vez un territorio adecuado para analizar esta relación, puesto que se puede deducir que sería este el que mostraría los datos más positivos y que este mismo análisis aplicado a Euskal Herria en su conjunto, resultaría en datos peores.

La encuesta define lo que denomina como «pobreza relativa» en función de los ingresos: en el caso de un individuo, el umbral se fija en unos 850 euros al mes y, en cambio, en un núcleo cuatro personas, por ejemplo, en 1.790 euros. La encuesta clasifica a las personas según la presencia o ausencia de esta pobreza relativa. Hay que tener en cuenta, por tanto, que esta variable es más que cuestionable, por un lado porque nos ofrece una visión reducida de la pobreza y, por otro, porque no aporta suficiente información sobre otras capas de la clase trabajadora.

En concreto, es el siguiente el objeto de estudio de la encuesta: por un lado, la primera lengua («lengua materna») de los habitantes en situación de pobreza relativa, y por otro, la competencia lingüística de los mismos. Existe una clara relación entre la primera lengua y la presencia de la pobreza relativa: en comparación con las tasas de pobreza relativa de todo el territorio, su presencia es significativamente menor entre quienes tienen el euskera como primera lengua. El 15,8 % de los guipuzcoanos vive en pobreza relativa, pero solo el 8,7 % de los que tienen el euskera como primera lengua. Por el contrario, en el caso de quienes tienen el castellano como primera lengua, la tasa asciende al 17,3 %, y en el caso de quienes tienen una lengua distinta al euskera o al castellano, el 52,2 % de la población estaría en situación de pobreza relativa. Los datos apuntan en la misma dirección en lo que respecta a la exclusión social: el 13,4 % de la población guipuzcoana se encuentra en esta situación, pero solo el 5,2 % de los que tienen el euskera como primera lengua. También aquí, la más terrible es la realidad de quienes tienen como primera lengua otra que el euskera y castellano, ya que el 46 % de ellos se encuentra en situación de exclusión social [5]. En otras palabras, en Gipuzkoa, quienes tienen como primera lengua el euskera o tienen tanto el euskera como el castellano como primeras lenguas conforman el 40 %, pero solo el 11 % de los guipuzcoanos en situación de exclusión grave tiene el euskera como primera lengua [6].

El 15,8 % de los guipuzcoanos vive en pobreza relativa, pero solo el 8,7 % de los que tienen el euskera como primera lengua, y en el caso de quienes tienen una lengua distinta al euskera o al castellano el 52,2 %

Asimismo, encontramos datos similares si observamos el conocimiento lingüístico: las tasas de pobreza y exclusión social son más reducidas en la población guipuzcoana vascoparlante: el 11,8 % y 8 %, respectivamente, lejos de las tasas generales (15,2 % y 13,3 %). De nuevo, es aquí digno de mencionar que las tasas más altas corresponden a aquellos que no tienen el euskera ni el castellano como lengua materna, entre los cuales el 46 % se encuentra en situación de pobreza relativa y el 26,4 % sufre exclusión social [7].

Los datos de Gipuzkoa parecen indicar la existencia de una correlación bastante evidente entre la renta y el euskera: cuanto más baja es la renta de un individuo, menos probabilidad hay de que esa persona sepa euskera o su primera lengua sea el euskera. Sin embargo, es difícil extraer conclusiones claras únicamente con estos datos; en definitiva, necesitaríamos un baremo más concreto de la renta y la disponibilidad de datos también de otros territorios. En este sentido, nos puede servir de ayuda el informe publicado en 2007 que investiga el nivel de euskera del alumnado de Primaria de la CAV. En ella se argumenta que la lengua de la familia de los alumnos es una variable relevante y así se analiza la relación entre el índice socioeconómico familiar y la lengua. En este caso, además de los ingresos, dentro del índice socioeconómico también se considera el nivel cultural de la familia, el cual se divide en cuatro grupos: nivel bajo, nivel medio-bajo, nivel medio alto y nivel alto. En cuanto a la lengua, por su parte, los datos se dividen en dos grupos: las familias no-vascoparlantes y las familias vascoparlantes.

Los datos confirman claramente la realidad de Gipuzkoa. Según el estudio, el 81,5 % de los hogares de menor nivel socioeconómico de la CAV son no vascoparlantes y, por tanto, solo el 18,5 % lo sería. En los niveles socioeconómicos superiores, la correlación es clara: a mayor nivel socioeconómico, mayor número de familias vascoparlantes; 25,6 % en las familias de nivel medio-bajo, 28 % en las de nivel medio-alto y 30,9 % en las de nivel socioeconómico más alto [8].

Los datos, claro está, han de tomarse con pinzas: además de referirse exclusivamente a las familias de Primaria de la CAV, el propio estudio no ofrece ninguna concreción sobre cada grupo socioeconómico y, por tanto, ignoramos exactamente lo que implica pertenecer «al nivel alto». Sin embargo, este estudio utiliza una comprensión más compleja del nivel socioeconómico que el SIIS y, al dividir a las familias en diferentes niveles, no solo nos informa sobre las personas en situación de pobreza. Por lo tanto, aunque no se puedan extraer conclusiones absolutas, los datos permiten interpretar que ciertamente existe una correlación entre la clase social y la presencia del euskera, ya que cuanto mayor es la renta, mayor es la presencia del euskera.

La educación y los modelos lingüísticos

A la hora de analizar la relación entre la clase social y el euskera, es importante prestar atención al sistema educativo actual. Por un lado, la educación ha adquirido una importancia decisiva en la transmisión del euskera, hasta el punto de suponer un cambio de paradigma, ya que por primera vez en la historia son más quienes aprenden euskera en la escuela que quienes lo reciben desde casa [9]. Y, por otro, cada vez más voces advierten sobre los riesgos, tanto lingüísticos como sociales, de una educación dividida según modelos lingüísticos.

Los denominados como «modelos lingüísticos» son modelos de aplicación de la cooficialidad del euskera y del castellano en el ámbito educativo (en Iparralde el euskera no es oficial, pero también existen modelos bilingües). En la CAV desde 1983 y en Navarra a partir de 1986, los centros se dividen en cuatro modelos lingüísticos: modelo D o la educación en euskera –excepto la asignatura de lengua castellana–, modelo B o modelo que distribuye las asignaturas entre el euskera y el castellano, modelo A o modelo en castellano –a excepción de la asignatura de euskera– y, por último, el modelo íntegramente en castellano, denominada como modelo X en la CAV y modelo G en Navarra. Huelga decir que todos estos modelos se reparten también entre centros públicos y concertados.

Actualmente, en la CAV, el 78,6 % del alumnado de Educación Infantil y el 65 % del alumnado de Educación Secundaria Obligatoria está matriculado en el modelo D. En la CAV, desde que se implantaron los modelos lingüísticos, las matriculaciones en el modelo D no han parado de crecer y se prevé que esta tendencia se mantendrá. Sin embargo, el modelo A sigue estando presente –en Araba, por ejemplo, casi la cuarta parte del total de centros– y el 33,4 % del alumnado cursa el Bachillerato en este modelo. Igualmente, en la Formación Profesional, la mayoría de los alumnos de la CAV reciben las clases íntegramente en castellano: en este curso escolar, por ejemplo, han sido cerca de 43.000 alumnos, más del 60 % del total [10]. En Nafarroa, la situación es muy distinta. Según los datos del curso 2004-2005, casi la mitad de los alumnos –un 47,4 %– se matriculó en el modelo G, un modelo íntegramente castellano, y llegaron a formar una cuarta parte del alumnado que no pertenecía al modelo D [11]. En cuanto a la situación de Iparralde, los centros se dividen en dos modelos principales, el monolingüe francés, por un lado, y el bilingüe con euskera, por otro; el alumnado se divide a partes más o menos iguales en ambos modelos.

Una vez dibujada la imagen general de la educación, volveremos la vista a la relación entre la posición de clase y la lengua, esta vez desde el filtro de los modelos lingüísticos en educación. Volveremos a observar los datos de Educación Primaria de la CAV, aun siendo conscientes de que no son completos, con el fin de que nos ayuden a crear una imagen general. Recordemos que en el estudio realizado por ISEI y el Gobierno Vasco en 2006, el nivel socioeconómico aparece dividido en cuatro grupos en función de los ingresos y el nivel cultural: nivel bajo, nivel bajo-medio, nivel medio-alto y el nivel alto.

Los datos del modelo A muestran una tendencia notoria: en la CAV, entre el alumnado que cursa Educación Primaria en el modelo A, el 86,1% pertenece al nivel socioeconómico bajo o bajo-medio. Consta decir, no obstante, que dicho modelo es también ambivalente, ya que es en el modelo A de los centros concertados donde se encuentra el mayor número de alumnos de nivel socioeconómico alto, concretamente el 35,7 %. Los datos son similares respecto al modelo B: socioeconómicamente, el 73,1 % del alumnado es considerado de los grupos de nivel bajo o medio-bajo. Al contrario, en el modelo D se puede observar una disminución notable de las tasas de los niveles socioeconómicos más bajos: conforman el 22,4 % en la red concertada y 19,7 % en la pública, mientras que el 28,8 % del alumnado de este modelo sería del nivel más alto [12].

En la CAV, entre el alumnado que cursa Educación Primaria en el modelo A, el 86,1% pertenece al nivel socioeconómico bajo o bajo-medio

En la observación de la educación por modelos lingüísticos, volvemos a confirmar la correlación entre el nivel socioeconómico y la presencia del euskera. Como hemos podido ver en los datos generales, los datos respecto a la educación también muestran que es en el grupo de aquellas personas que cursas sus estudios en euskera donde se encuentra un mayor número de alumnos y alumnas del nivel socioeconómico más alto. Sin embargo, es de considerar la ambivalencia del modelo A, en el que los centros públicos están formados de forma casi completa por el alumnado de posición de clase más baja, mientras que en el modelo concertado A se encuentra la mayor presencia del alumnado de nivel socioeconómico más alto. A la vista de los datos, aparte de las consecuencias lingüísticas que esto pueda tener, no se puede dejar de mencionar que la función social que desempeñan claramente los centros públicos del modelo A de la CAV es la de la acogida de hijos e hijas de pobres e inmigrantes, hasta el punto de formar ghettos, como se ha venido advirtiendo en varias ocasiones [13].

No se puede dejar de mencionar que la función social que desempeñan claramente los centros públicos del modelo A de la CAV es la de la acogida de hijos e hijas de pobres e inmigrantes, hasta el punto de formar ghettos

Los municipios euskaldunes, el nivel de la renta y el modelo de construcción

Al principio, hemos atendido a la relación entre la pobreza y la lengua; después, hemos abordado el tema de la educación según modelos lingüísticos, y ahora toca señalar los factores sociodemográficos que pueden favorecer el uso del euskera. Para ello, repasaremos el informe publicado por el clúster de sociolingüística (Soziolinguistikako klusterra), titulado Euskararen erabilerarekin lotura duten faktoreak (Factores relacionados con el uso del euskera). El informe investiga, entre otros aspectos, los niveles de renta y modelos de construcción de los municipios de la CAV –extensiva o rural o bien intensiva o más urbana– y su posible relación con el uso del euskera. Los resultados se recogen en el siguiente gráfico [14]:

En los pueblos marcados en color verde se hablaría mayoritariamente en euskera, mientras que en los señalados en rojo, en castellano. El eje horizontal muestra los municipios clasificados según el modelo constructivo y el vertical en función del nivel de renta, o sea, a mayor elevación esté su posición, mayores son las rentas en este municipio.

Los municipios euskaldunes, están situados de manera notoria por encima de la mitad en el eje en función de la renta; es más, la parte situada en el extremo más superior de este eje está formada principalmente por municipios euskaldunes. Hay algunas localidades en color rojo en la parte superior del gráfico, especialmente las capitales y algunos pueblos de Bizkaia –Laukiz, Berango, Sopelana, Getxo–, pero es evidente que en la parte inferior predomina el color rojo. Con estos datos, volvemos a identificar la correlación entre el número de vascoparlantes y la renta: a mayor renta, mayor presencia tiene el euskera, atendiendo en este caso a la situación general de los municipios.

Asimismo, es interesante observar el eje horizontal. Los resultados arrojan una presencia muy superior del euskera en las zonas de construcción extensiva, es decir, en el ámbito rural. En cambio, en los ámbitos intensivos, a saber, en los municipios más ligados a la construcción por bloques, a zonas más pobladas y, en general, a la vida capitalista contemporánea, predomina el castellano. Cabe decir que, en este sentido, hay excepciones, ya que en la parte izquierda del gráfico también encontramos algunos municipios euskaldunes –como Ordizia, Durango o Abadiño–, pero tengamos en cuenta, que estos municipios se sitúan en la parte alta en el eje vertical. Por otro lado, hay varios municipios rurales que son mayoritariamente castellanoparlantes, sobre todo en Araba.

Por lo tanto, los datos nos dan constancia de que, en general, la tipología de municipios euskaldunes es de nivel de renta medio-alto y de ámbito rural. Esta vinculación podría plantearse también por comparación: así como la presencia del euskera de los municipios se asocia a rentas medias-altas, las rentas bajas y el desempleo, entre otros, se asocian a una presencia más reducida del euskera. Sin embargo, es interesante aportar en este punto las palabras textuales (traducidas) del informe: «al mismo tiempo, los indicadores de bajo uso del euskera también se asocian a rentas altas y a una gran cantidad de segundas viviendas». Así, lo que concluye el estudio es que la presencia del euskera es reducida tanto en los sectores de nivel socioeconómico bajo como en los de mayor nivel. La presencia del euskera en las «clases medias» sería, por tanto, la más destacada. Por otro lado, es interesante señalar que en las conclusiones de la investigación también aparece la «hipótesis de que la modernización es causa de homogeneización lingüística». Según esta hipótesis, factores como el ámbito urbano, el modelo de familia contemporáneo y la inmigración –a nuestro parecer, elementos del desarrollo de la vida capitalista contemporánea– se asocian a una presencia reducida del euskera [15]. Aunque el informe no profundiza más en esta idea, nos ha parecido pertinente para el tema que nos ocupa.

La presencia del euskera es reducida tanto en los sectores de nivel socioeconómico bajo como en los de mayor nivel. La presencia del euskera en las «clases medias» sería, por tanto, la más destacada

Conclusiones

Nuestro objetivo era analizar la naturaleza actual de la relación entre el euskera y el nivel socioeconómico. Para ello, hemos tratado de hacer un repaso sociolingüístico, ordenando los dispersos datos sobre el tema publicados por diversas investigaciones. Concretamente, hemos hecho un análisis de los siguientes: las características lingüísticas de los guipuzcoanos y guipuzcoanas en situación de pobreza, el nivel socioeconómico del alumnado de los centros escolares de la CAV en función de modelos lingüísticos y la tendencia lingüística de los municipios en función de la renta y el modelo de construcción.

La conclusión principal es que existe una correlación entre el nivel de renta y la presencia del euskera; cuanto mayor es el nivel de renta, mayor es la presencia del euskera, en general. Otra forma de expresar la misma conclusión sería decir que entre la población con nivel de renta bajo, la presencia del euskera en varios ámbitos, es muy reducida. Por otro lado, se puede concluir que la relación entre la renta alta y la presencia del euskera tiene sus límites y que la presencia del euskera en los sectores sociales con la renta más alta también es reducida, tal y como indican tanto el estudio realizado por el clúster de sociolingüística (Soziolinguistika Klusterra) sobre la realidad de los municipios o como la tipología socioeconómica del alumnado del modelo A. Por lo tanto, para ser más exactos, parece que es en los sectores de renta media-alta donde el euskera tendría mayor presencia.

Existe una correlación entre el nivel de renta y la presencia del euskera; cuanto mayor es el nivel de renta, mayor es la presencia del euskera, en general

Sin embargo, nuestro análisis no puede considerarse como un estudio íntegro: nuestra labor ha consistido en hacer un repaso de los datos dispersos y desordenados, recogidos en investigaciones realizadas en diferentes años y múltiples ámbitos que no llegan a englobar la totalidad del territorio de habla vasca. Asimismo, todas las investigaciones utilizadas tienen una cierta indefinición respecto a la posición de clase, ya que, además de renegar de la clase como categoría analítica, no proporcionan un baremo exacto de la renta o utilizan una visión ambigua, lo que implica por defecto una cierta indefinición de los datos. Las conclusiones, por tanto, no pueden considerarse concluyentes. Sin embargo, creemos haber recogido los datos de ámbitos significativos, al menos los suficientes para confirmar que ciertamente existe una correlación entre la renta y el euskera.

Estos datos, a nuestro juicio, ponen de manifiesto la necesidad de profundizar en esta cuestión. A la vista de las reacciones generalizadas que provoca este tema, es evidente que genera incomodidad, seguramente por la tradición ideológica de la militancia pro-euskera y por la posición de clase de varios de sus miembros, entre otras razones. A pesar de las incomodidades, es una cuestión que no se puede ignorar por más tiempo: cualquier persona que tenga inquietudes por la supervivencia del euskera y quiera hacer políticas eficaces para garantizarlo debería atenerse al tema. Las lagunas son numerosas y habrá que hacer investigaciones más sistematizadas y concretas. Sin embargo, deberíamos saber que la actual sociolingüística burguesa tiene sus límites, ya que únicamente describe la realidad de los datos, que son, en fin, resultados de procesos sociales complejos. Por tanto, para comprender la realidad e intervenir en ella eficazmente, será necesario desarrollar una interpretación política adecuada. Hay por tanto un largo camino por delante.

Estos datos, a nuestro juicio, ponen de manifiesto la necesidad de profundizar en esta cuestión. A la vista de las reacciones generalizadas que provoca este tema, es una cuestión que no se puede ignorar por más tiempo

Referencias

1. VI. Inkesta Soziolinguistikoa, Eusko Jaurlaritza et al., 2016, pp. 3-4.

2. Ibid., p. 9.

3. Ibid., pp. 22-23.

4. Ibid., pp. 24-27.

5. Gipuzkoako pobrezia eta gizarte bazterketari buruzko II. inkesta, SIIS eta Gipuzkoako Foru Aldundia, 2014, p. 31.

6. Pobreen hizkuntzak, Joseba Zalakain, Berria, 2020ko urria.

7. Gipuzkoako pobrezia eta gizarte bazterketari buruzko II. inkesta, SIIS eta Gipuzkoako Foru Aldundia, 2014, p. 32.

8. Euskararen B1 maila Lehen Hezkuntzan. Txosten Orokorra, ISEI eta Eusko Jaurlaritza, 2007, p. 50.

9. VI. Inkesta Soziolinguistikoa, Eusko Jaurlaritza et al., 2016, p. 16.

10. Unibertsitatetik kanpoko araubide orokorreko irakaskuntzetan matrikulatutako ikasleak, Euskal AEn, lurralde eta irakaskuntza-mailaren arabera, zentroaren titulartasunari eta hizkuntza ereduari jarraiki. Datu-aurrerapena. 2019-2020, EUSTAT, 2020.

11. Euskarak Nafarroan izan duen bilakaeraren adierazle soziolinguistiko batzuk, Carlos Vilches eta Mikel Vilches, BAT Aldizkaria, 2006.

12. Euskararen B1 maila Lehen Hezkuntzan. Txosten Orokorra, ISEI eta Eusko Jaurlaritza, 2007, pp. 35-37.

13. «Ghetto-ikastetxeen egunerokoa», Mikel Garcia, Argia, 2018ko iraila.

14. Euskararen erabilerarekin lotura duten faktoreak, Natxo Sorolla et al., Soziolinguistika Klusterra, 2019, p. 33.

15. Ibid., p. 35.