FOTOGRAFÍA / Laia Blasco
Maitane Urkola
2023/03/04

La reivindicación de la igualdad entre hombres y mujeres ha tomado diferentes formas y orientaciones políticas a lo largo de la historia; en un principio, y por explicarlo brevemente, podríamos decir que la historia del feminismo está basada en rupturas. Es decir, el feminismo no tiene una historia lineal, pues podríamos decir que lo que compone el feminismo son los diversos elementos que ha compartido en diferentes épocas. Entre ellos, uno de los más relevantes es el interclasismo, esto es, la ilusión de que todas las mujeres tienen las mismas reivindicaciones e intereses compartidos, pero siempre en favor de las mujeres de la clase poseedora. Esta ha sido la perspectiva que desde hace décadas hemos criticado las mujeres comunistas. Pero como el objeto de este texto es coyuntural, trataré de caracterizar las políticas del feminismo que conocemos hoy en día, dejando de lado los repasos históricos.

Desde hace unas décadas, tanto en Euskal Herria como en el mundo occidental, se han fortalecido las teorías que señalan que los humanos sufrimos múltiples opresiones que podrían agruparse bajo el concepto de interseccionalidad. En la base de estas teorías se encuentra la idea de que cada individuo puede ser al mismo tiempo opresor y oprimido. Por ejemplo, una persona puede ser oprimida por ser mujer, y al mismo tiempo, ser opresora por ser blanca. La relación de clase se encontraría al mismo nivel que estas opresiones. De esta manera, según estas propuestas, existe una base opresora compartida entre mujeres proletarias y mujeres burguesas, y, por lo tanto, un objetivo y una lucha política común que reflejan una igualdad entre mujeres y una misma forma de sufrir la opresión. Esta convierte a mujeres proletarias y mujeres burguesas en compañeras bajo el término de sororidad. En ese caso, todas las mujeres compartiríamos una misma dirección política en la lucha por nuestra liberación. Esta idea, sin embargo, hace oídos sordos a las problemáticas que vivimos las mujeres proletarias debido a que las problemáticas de las mujeres burguesas o de clase media no son las mismas que las de las mujeres trabajadoras (sueldos bajos, dificultades para llegar a fin de mes, la responsabilidad total sobre los cuidados, etc.). Bajo la abstracta organización universal de las mujeres, como hemos visto los últimos años, no hay lugar para las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras. Así pues, las mujeres trabajadoras necesitamos medios propios para llevar a cabo nuestras reivindicaciones.

Esta convierte a mujeres proletarias y mujeres burguesas en compañeras bajo el término de sororidad. En ese caso, todas las mujeres compartiríamos una misma dirección política en la lucha por nuestra liberación. Esta idea, sin embargo, hace oídos sordos a las problemáticas que vivimos las mujeres proletarias debido a que las problemáticas de las mujeres burguesas o de clase media no son las mismas que las de las mujeres trabajadoras

En este artículo, trataré de exponer la forma que ha tomado el feminismo en Euskal Herria, y especialmente en el Estado Español, el efecto que ha tenido el aumento de ideas feministas en la sociedad y las carencias que presentan las políticas feministas en las instituciones.

1. ALGUNAS CLAVES SOBRE EL AUGE DEL FEMINISMO

Alrededor del año 2010, el Estado Español se encontraba en una época de cambio social y político. La recesión económica comenzada en el 2008 golpeó con dureza en el Estado Español, dejando además en evidencia las incapacidades económicas que tenía el Estado para responder a dicha crisis económica. El bipartidismo del PP y del PSOE estaba sumido en una crisis política; el modelo de gobierno que había existido hasta entonces había generado una notable oposición. En ese contexto surgió el movimiento conocido como 15-M, que, a pesar de ser un movimiento sonado, fue apagándose poco a poco, aunque de éste surgieron algunos colectivos de movimientos sociales, como es el caso de “¡stop desahucios!”. En general, todos aquellos movimientos tomaron una forma política institucional. El posible carácter revolucionario que pudo haber tenido en un principio fue dejándose de lado, y algunos lo utilizaron para desarrollar un programa político electoral, que se materializaría en Podemos. Desde entonces, el programa feminista[1] ha tomado una gran centralidad en el partido. En aquella época, en Euskal Herria la Izquierda Abertzale estaba llevando a cabo el cambio de estrategia política, desarrollando la estrategia de obtención de mayor fuerza en las instituciones. Para ello, rechazó ciertas prácticas y fundamentos políticos, mientras reforzaba otros de carácter populista, como por ejemplo, el feminismo, pues se trataba de un movimiento que en aquel momento estaba tomando gran fuerza.

El auge del feminismo ha tenido diferentes picos, pero siendo el objetivo del artículo estudiar las políticas feministas actuales, explicaré dos claves relevantes sobre el repunte de este: las movilizaciones multitudinarias por el derecho al aborto y las huelgas feministas del 8M. En el 2010, el PP interpuso un recurso en el Tribunal Constitucional contra la ley del aborto[2] aprobada por el gobierno del PSOE. En el 2011, al ganar las elecciones generales para el Gobierno de España, el PP propuso un anteproyecto que acarrearía retrocesos en la ley del aborto. En aquel momento, se realizaron grandes movilizaciones contra la propuesta de ley del PP en diferentes ciudades del Estado Español, y estas manifestaciones tomaron también una gran presencia en Euskal Herria. Mediante la presión social, se logró echar atrás la propuesta de ley. Así, a través de aquellas luchas y movilizaciones por el aborto, las ideas del feminismo fueron logrando cada vez una mayor adhesión. En aquel contexto social y junto con otros muchos países del mundo, el 8 de marzo fue tomando cada vez mayor relevancia, lo que condujo a que unos años más tarde se convocaran huelgas feministas, mediante las cuales se pretendía señalar el doble trabajo que realizamos las mujeres –el trabajo asalariado y trabajo de cuidados– y denunciar las malas condiciones de vida y laborales de cada ámbito, declarando que si las mujeres paramos nuestra actividad, la sociedad se para. Estas movilizaciones y dinámicas políticas, junto con otros acontecimientos sociopolíticos, tuvieron una gran influencia en muchos países del mundo, así como en Euskal Herria. Desde entonces, la ideología feminista se ha ido introduciendo poco a poco en el sentido común.

La expansión de las ideas del feminismo, al mismo tiempo, ha tenido su reflejo en las instituciones. Por un lado, porque el propio feminismo sitúa las instituciones capitalistas como herramientas para la transformación, y por otro lado, porque las instituciones se apropian de las reivindicaciones que pueden. De esta manera, las ideas del feminismo se han extendido en diferentes ámbitos: las administraciones públicas, los medios de comunicación, la educación, los partidos políticos, las empresas, etc. En otras palabras, se ha utilizado la idea de que la opresión de las mujeres es estructural, no para acabar con el sistema que reproduce la opresión, sino para impregnar de feminismo todas las esferas del sistema.

La expansión de las ideas del feminismo ha tenido su reflejo en las instituciones. Por un lado, porque el propio feminismo sitúa las instituciones capitalistas como herramientas para la transformación, y por otro lado, porque las instituciones se apropian de las reivindicaciones que pueden

No obstante, ha quedado claro que las políticas que proponen todas estas instituciones tienen una corta vida: en primer lugar, porque pese a que la mayoría de la sociedad rechaza las ideas machistas, en la realidad siguen reproduciéndose las prácticas machistas, y en segundo lugar, y aunque existan políticas públicas feministas más fuertes, porque las mujeres trabajadoras seguimos oprimidas, de forma aún más agravada en el contexto de crisis que vivimos. Desde las instituciones y desde diversos mercados se ha apostado por el feminismo. En relación con eso, cabe mencionar que muchas empresas han utilizado el feminismo para extraer mayores beneficios económicos, recibiendo subvenciones por cumplir con la cuota de igualdad, o ahorrando en inversiones al aprovechar las ventajas de la contratación de mujeres (entre otras, porque constituimos relaciones laborales más flexibles y baratas).

Resumiendo todo lo mencionado hasta ahora, las capacidades movilizadoras del feminismo han supuesto una extensión de ideas feministas y de simpatía ideológica a nivel mundial. Además, esto ha permitido la institucionalización del feminismo, con las políticas feministas, la realización de denuncias institucionales, campañas políticas feministas, etc. Mientras tanto, sin embargo, la situación de las mujeres proletarias ha empeorado.

2. LAS PRINCIPALES BASES DE LA ESTRATEGIA FEMINISTA

Desde la última década hasta el día de hoy, el reconocimiento y la lucha del feminismo han estado en el centro de los movimientos sociales. Como se ha mencionado, el feminismo ha conseguido el apoyo de la mayoría de la sociedad, una aceptación social que queda reflejada en días como el 8 de marzo. Además de eso, se realizan movilizaciones o campañas políticas para poner sobre la mesa reivindicaciones feministas, en algunos casos como respuesta a la problemática coyuntural (casos de violencia machista, acoso laboral contra las mujeres…) y en otros casos respondiendo a problemáticas estructurales de las mujeres (los cuidados, el trabajo precario…). Para hacer frente a las problemáticas de las mujeres, se han propuesto políticas feministas: cuidados públicos comunitarios, el reconocimiento de los trabajos feminizados o el fin del trabajo precario, así como el desarrollo de medios para terminar con la violencia machista, etc. Para articular estas y otras reivindicaciones, apuntan hacia una supuesta dirección estratégica: la creación del Estado feminista. Se propone la transformación feminista de la estructura estatal que conocemos actualmente, introduciendo bases feministas a las políticas de gobierno o colocando mujeres en los puestos de decisión –«rompiendo el techo de cristal»–. Podemos observar esto, por ejemplo, en la campaña del Instituto Vasco de la Mujer Emakunde para el pasado 8 de marzo, cuyo lema “Emakumeak gora!” (“¡Arriba las mujeres!”) reivindicaba una mayor presencia de mujeres en los puestos de decisión.

Para articular estas y otras reivindicaciones, apuntan hacia una supuesta dirección estratégica: la creación del Estado feminista. Se propone la transformación feminista de la estructura estatal que conocemos actualmente, introduciendo bases feministas a las políticas de gobierno o colocando mujeres en los puestos de decisión

Sin embargo, la creación de un Estado feminista, si no se supera la sociedad capitalista en su totalidad y el Estado en la lógica en que lo conocemos actualmente, de ninguna manera puede llegar a liberar a la mujer trabajadora. En otras palabras, en esta sociedad donde el dinero, y por tanto, las élites económicas establecen las condiciones, es imposible acabar con la compraventa de mujeres, con la explotación salvaje de las trabajadoras domésticas o internas, con la sexualización y prostitución de la mujer o con la responsabilidad de la mujer de los cuidados. En la sociedad capitalista, las decisiones políticas, sociales y económicas se toman más allá del Estado, pues las políticas del Estado son financiadas por el Banco Central Europeo o por la oligarquía financiera, y, en consecuencia, quien manda es aquel que posee el dinero. El problema de los cuidados es uno de los ejemplos más ilustrativos: nos encontramos ante una sociedad cada vez más envejecida, lo que crea una necesidad creciente de los trabajos de cuidados. Ya se ha puesto en marcha el mercado que se ha dado a conocer como la «economía plateada»[3]: un nuevo mercado para sacar cada vez más dinero por el «cuidado» de las personas mayores. La oligarquía necesita adaptar los mercados a las necesidades de la sociedad, y en este momento, las escuelas de negocios y los grandes empresarios le están poniendo mucho empeño al proyecto de la «economía plateada». Viendo esto, concluimos que los cuidados públicos no pueden asegurar un servicio de calidad y gratuito para todos y todas. El Estado no cuenta con los medios suficientes para asegurar servicios de calidad para toda la ciudadanía en ámbitos como las guarderías, los comedores o la sanidad, es decir, ni siquiera teniendo la voluntad necesaria para garantizar estos servicios podría garantizarlos. El Estado no invertirá más dinero en esos servicios de cuidados, pues las inversiones del Estado dependen de las posibilidades de los mismos partidos y las empresas que gestionan el Estado de mantener su posición de clase. Por eso, en época de crisis, los recortes y las privatizaciones se vuelven necesarios para mantener la ganancia económica de la clase poseedora.

Como hemos visto, el nivel de idealismo de esa propuesta es elevado. En relación con esta idea, podríamos afirmar que lo público no es un agente social: teniendo en cuenta que depende de la financiación y los intereses políticos coyunturales, no está al servicio de la población. En el mismo sentido, podríamos analizar los cuidados públicos comunitarios que se reivindican desde los movimientos de izquierda y desde el feminismo (así como desde Podemos, actual miembro del Gobierno). Esta propuesta exige, por un lado, el fortalecimiento de los servicios públicos, y por otro lado, la creación de redes ciudadanas para la redistribución de las tareas de cuidados, que funcionarían en coordinación con las instituciones más cercanas (como los ayuntamientos). Sin embargo, sin cambiar la organización estructural de estos servicios que necesitamos para vivir, esto es, sin transformar las relaciones sociales y económicas que organizan la sociedad, esas redes populares se limitarían a tapar los agujeros de la administración. Así, no se dotaría de una solución al problema de los cuidados, y la garantía, calidad y situación de las trabajadoras de estos servicios variaría en función de la voluntad y las capacidades del Estado. Del mismo modo, estas redes ciudadanas limitarían su actividad al trabajo asistencial que servirá para lavarle la cara al Estado, rebajando las evidentes contradicciones del sistema y la inquietud política de la calle.

Además de la transformación feminista del Estado, mediante esta propuesta se impulsa la concienciación ciudadana y el trabajo pedagógico, para las cuales Podemos ha presentado las claves en su programa político[4]. El objetivo de esta propuesta ideológica es, por un lado, ofrecer herramientas para el libre desarrollo del individuo y, por otro, superar a través de la concienciación individual esta sociedad basada en el machismo: el empoderamiento de las mujeres y la deconstrucción de los hombres. Esta propuesta presenta ciertas carencias. Primero, la transformación individual está íntimamente ligada a la organización de la sociedad y, por tanto, no podemos garantizar dicha transformación sin superar las relaciones sociales que nos llevan a reproducir actitudes machistas. E n este punto cabe recordar que las relaciones basadas en la violencia y el control se están intensificando entre la juventud. Segundo, la propuesta naturaliza el carácter de mujeres y hombres, llevándolo al esencialismo: los valores de las mujeres son entendidos como valores que se deben mantener y ensalzar. Frente a ello, debemos construir otro tipo de actitud política emancipadora basada en el respeto a los demás que priorice el bienestar de todos y todas, que no acepte opresiones, etc. Para ello, será imprescindible la construcción de nuevos principios éticos junto con la deconstrucción de las relaciones sociales que perpetúan todas estas actitudes.

3. EL PROGRAMA FEMINISTA BAJO EL ESTADO CAPITALISTA

Podemos pretende establecer el programa feminista en el Gobierno español. PSOE y Podemos han insistido en afirmar que constituyen «el gobierno más progresista de la historia», y, para ratificarlo, han puesto sobre la mesa las leyes feministas aprobadas en esta legislatura. La aplicación del programa feminista tiene dos funciones. La primera es ocultar las leyes conservadoras y autoritarias que se están aprobando en otros ámbitos: dejar intacta la ley mordaza, aprobar la reforma del Código Penal que ha traído la posibilidad de encarcelamiento por hurto, criminalizar aún más la ocupación, subir los sueldos de las fuerzas policiales y militares, etc. La segunda función consiste en aplacar la indignación de la gente y las movilizaciones de la calle, ocultando las duras medidas contra la clase trabajadora e impulsando unas leyes supuestamente necesarias para las mujeres. Pero ahora que las condiciones de vida de estas mujeres trabajadoras se están empobreciendo, el Estado está criminalizando sus condiciones de vida. Entonces, ¿a qué mujeres pertenecen los intereses que está defendiendo? ¿Acaso se preocupa por la situación de estas mujeres trabajadoras?

En esta legislatura también hemos visto que, aunque se han aprobado o redactando proposiciones de ley que acarrearían una supuesta mejora para las mujeres trabajadoras, estas medidas son papel mojado si no se aplica un control real sobre las mismas. Respecto a la gestación subrogada, cabe recalcar que, aunque en el Estado Español esta práctica no esté reconocida legalmente, miles de personas del Estado Español[5] acuden al este de Europa, a Estados Unidos o a cualquier otro país en busca de niños. Se aprovechan de la situación de las mujeres con malas condiciones de vida, utilizando su cuerpo para el embarazo y después quitándoles a los bebés. El deseo o la voluntad individual no puede servir de pretexto para explotar el cuerpo de las mujeres trabajadoras en esta forma de oprimir los cuerpos de las mujeres que no es de ninguna manera justificable. La misma situación se ha repetido con la reforma de las empleadas del hogar[6] que se ha aprobado a principios de este curso. Tras muchos años de lucha, se ha conseguido aprobar el régimen laboral de las empleadas del hogar y la reforma de la seguridad social equiparándolos al régimen laboral general para que tengan los mismos derechos que el resto de trabajadores, entre ellos el derecho al desempleo. Aunque la propia ley haya aportado formalmente beneficios para las empleadas del hogar, la realidad está siendo distinta. En la estadística presentada en 2022 por la asociación ATH-ELE[7], entre las trabajadoras domésticas que han acudido a su servicio, el 97 % no llega al sueldo mínimo, la mitad no tiene tiempo para el descanso porque acostumbran a tener que trabajar también de noche, y por si eso fuera poco, 4 de cada 10 trabajadoras del hogar no tiene papeles, es decir, vive con unas condiciones de vida y laborales vulnerables. Además, pese a aprobarse el derecho al desempleo para las empleadas del hogar, se anunció que su aplicación tendría que esperar un año, y establecieron como requisito para gozar de esta el alta en la Seguridad Social, a sabiendas de que es imposible cumplir esto sin tener los papeles en ley. En el caso de las empleadas domésticas resulta muy difícil controlar su trabajo y sus contratos; en efecto, muchas trabajadoras se encuentran en situación de vulnerabilidad, sus empleos son muy aislados y resulta casi imposible investigar las condiciones laborales. Por lo tanto, igual de importante que la existencia de la misma ley es establecer mecanismos que aseguren que ésta se cumple y que las condiciones laborales de las mujeres trabajadoras mejoran. Sin embargo, el Gobierno Español ha dejado así la ley, sin ningún tipo de control, dejando claro que su aprobación se utilizó para el lavado de cara del gobierno. Mientras las mujeres continúan trabajando en pésimas condiciones, las agencias de empleo siguen recibiendo cada vez mayores beneficios a través de la explotación de ellas.

Mientras las mujeres continúan trabajando en pésimas condiciones, las agencias de empleo siguen recibiendo cada vez mayores beneficios a través de la explotación de ellas

Como he mencionado, las leyes propuestas y aprobadas por el gobierno de coalición han hecho patentes sus limitaciones económico-políticas, evidenciando, entre otras cosas, que las políticas que se proponen desde las instituciones no traerán la emancipación de las mujeres trabajadoras. Son varias las razones: la facilidad para aprobar o derogar la ley (la ley está en manos de la voluntad política del gobierno del momento, por lo que un cambio de gobierno puede suponer la derogación de una ley que aprobada anteriormente); la aprobación de la ley puede encontrarse con obstáculos culturales (aunque la ley suponga ciertos avances sobre el papel, la «presión» cultural sobre los sujetos oprimidos puede seguir existiendo); no todas las mujeres seríamos iguales frente a la ley (la ley no beneficia a aquellas que no tengan ni dinero ni papeles); y finalmente, las leyes dependen de la capacidad económica que tenga el Estado, y por consiguiente, se puede decir que muchas de las medidas que se quieren aprobar son económicamente imposibles. 

Algunos de estos puntos se evidencian con la ley del aborto[8] aprobada en febrero. E l aborto ha tenido un gran peso cultural, que ha recaído íntegramente sobre las mujeres. Aunque las chicas de 16 años hayan obtenido con esta ley la posibilidad de abortar sin la aprobación de sus padres o tutores, las actitudes contra el aborto no han dejado de existir. Así pues, lo que debemos conseguir que las mujeres puedan elegir abortar «sin ningún tipo de juicio moral», para lo cual es necesario, entre otras cosas, hacer frente a la propaganda antiabortista, que comporta graves agresiones contra las mujeres. Además de eso, esta ley no dota de las mismas oportunidades a todas las mujeres; la que no tenga acceso a la sanidad tampoco tendrá derecho a abortar y tendrá como única opción hacerlo de manera irregular y poniendo su vida en riesgo. Mientras no existan garantías de que todas podamos acceder al aborto gratuito y de calidad, no será posible que todas las mujeres tengamos la oportunidad real para abortar.

Al fin y al cabo, han convertido las proposiciones de ley en parte del circo parlamentario. Detrás del debate o de la crítica no ha habido ninguna voluntad o interés por mejorar las condiciones de vida de las mujeres trabajadoras, sino que la discusión se ceñido a la tira y afloja entre los partidos políticos para obtener un mayor apoyo social. En cuanto a la ley «Sólo sí es sí»[9], hemos visto cómo cada partido político ha utilizado esta ley para hacer campaña política; ejemplo de ello es que, como consecuencia de la presión político-social, el PSOE haya optado por modificar la ley «Sólo sí es sí». A través de esta ley se ha llevado a cabo una actualización de la violencia machista, introduciendo, sobre todo, nuevas situaciones y casos de violencia machista de la actualidad. Irene Montero ha pretendido con esta ley traer al centro la voluntad de la mujer y ha defendido que la cultura sexual debe estar basada en el consentimiento, el cual debe ser libre y expresado claramente. Además, ha enmarcado las agresiones en el marco legal de la violencia sexual, lo que ha puesto sobre la mesa el debate sobre la respuesta a las agresiones: la punitiva o la preventiva. La ministra de Igualdad ha optado por la labor pedagógica, es decir, ha puesto el foco en la transformación social e individual. Pero si en la sociedad se sexualiza el cuerpo de las mujeres y se reproduce una y otra vez la violencia machista en diferentes formas (en los medios de comunicación, videojuegos, series de televisión, realitys, etc.), ¿cómo se consigue la reinserción de los agresores en esta sociedad machista? Por su parte, los partidos de derecha han optado por la respuesta punitiva, insistiendo en la necesidad de que los agresores estén en la cárcel. Es una propuesta profundamente clasista: la dureza de la pena se debe a la riqueza de cada uno y quien tenga dinero se librará de la cárcel. Los partidos derechistas han utilizado esta proposición de ley para debilitar al gobierno y difundir ideas reaccionarias. Más allá del circo mediático, es necesario identificar bien las características de la violencia machista en la actualidad, definir en qué consiste la normalización de la violencia en los jóvenes, ofrecer apoyo emocional, jurídico y económico a la persona agredida y garantizar que el agresor no tenga impunidad. La respuesta a cada agresión debe crear un precedente para las siguientes agresiones; tenemos que responder a cada agresión y a todos los agresores. Por tanto, debemos superar los fundamentos económico-culturales que normalizan y perpetúan la violencia machista y crear unos medios eficaces para erradicar las agresiones.

Ante el contexto y la recesión económica generada por la pandemia en los últimos años y la incapacidad del Gobierno español para hacer frente a las problemáticas sociales y la oposición generalizada de la sociedad a la política institucional, la derecha puede ganar apoyo político; así, en las próximas elecciones, la derecha, apoyada por la ultraderecha, puede llegar al gobierno – hemos visto esta tendencia e n el Gobierno de España, así como en Italia y Francia–. El cambio de Gobierno podría echar atrás las leyes que se han aprobado hasta ahora por decreto y que en algunos casos han supuesto avances. A la hora de hacer un análisis de la situación, el debate no puede limitarse a si debemos tener un gobierno de izquierda o de derecha. Para dar avanzar manera real y generar un escenario en el que el bienestar de todos y todas esté garantizado, debemos construir una nueva organización social.

A la hora de hacer un análisis de la situación, el debate no puede limitarse a si debemos tener un gobierno de izquierda o de derecha. Para dar avanzar manera real y generar un escenario en el que el bienestar de todos y todas esté garantizado, debemos construir una nueva organización social

4. LA NECESIDAD DE COMPRENDER LA EMANCIPACIÓN DE LA MUJER TRABAJADORA EN LA ESTRATEGIA SOCIALISTA

En este contexto de crisis en el que sufrimos un proceso de proletarización, todos estamos padeciendo un significativo empeoramiento de las condiciones de vida. En concreto, las subjetividades oprimidas vivimos situaciones aún más duras, como es el caso de las mujeres trabajadoras: condiciones laborales que tienden a empeorar, normalización y aumento de la violencia, violación de los derechos políticos, una conversión más evidente de nuestros cuerpos en objetos sexuales, etc. La burguesía necesita llevar a cabo la ofensiva económico-cultural y política para mantener sus beneficios.

Como hemos visto, podemos esperar poco de las instituciones, pues además de contar con grandes límites económicos –incapacidad para mejorar realmente las condiciones de vida de la clase trabajadora–, cada ley o reforma es muy cambiante en las instituciones burguesas. En la sociedad capitalista las mujeres somos sujetos de segunda y estamos oprimidas en todos los ámbitos de la vida: tenemos sueldos bajos y pésimas condiciones de trabajo, toda la responsabilidad sobre las tareas domésticas recae sobre nosotras, nuestros cuerpos son socializados como objetos sexuales, sufrimos violencia machista, etc. Para que la dinámica económica de la sociedad capitalista siga su curso, es necesario que la mujer proletaria sea un sujeto oprimido, entre otros, porque realizamos los trabajos de cuidados, que supondrían un gran coste para el Estado, a cambio de sueldos escasos o sin ningún tipo de salario. Por lo tanto, como he mencionado a lo largo del artículo, es imprescindible señalar la farsa de las instituciones públicas y de los políticos profesionales, principalmente porque buscan domesticar a las trabajadoras mediante pequeñas limosnas o vendiéndoles leyes progresistas. Hemos de desarrollar la organización que construirá un poder propio en todos los ámbitos y que se organizará al margen de los intereses económicos capitalistas.

En la sociedad capitalista las mujeres somos sujetos de segunda y estamos oprimidas en todos los ámbitos de la vida

Nuestra meta política es la construcción del comunismo, es decir, la construcción de una sociedad sin clases, y, por tanto, sin opresiones. Esta exige, por un lado, acabar con la sociedad basada en los intereses económicos, adueñándonos de los medios de producción. Pero más allá de esto, también debemos apropiarnos de los medios para el desarrollo de la conciencia, pues las actitudes opresoras no desaparecerán de un día a otro. Por eso, es necesario crear los medios políticos que nos permitirán responder con fuerza frente a las personificaciones que genera el capitalismo, es decir, hemos de desarrollar y afianzar desde hoy los medios éticos y políticos para acabar con el machismo. Para este fin, debemos establecer las condiciones para superar las opresiones día a día, a la vez que sumamos a cada vez más gente a nuestra organización política, para así generar las condiciones políticas para hacer frente a las opresiones y superarlas.

Para hacernos con unas capacidades políticas integrales, será imprescindible que las mujeres trabajadoras nos convirtamos en activos políticos, ya que será imposible llevar a cabo la estrategia socialista sin la participación de las mujeres trabajadoras. El objetivo principal del frente de mujeres es crear las condiciones para que las mujeres proletarias nos sumemos a la política y seamos una parte activa de esta. En este sentido, la función principal del frente de mujeres es la creación de medios para responder a las opresiones que sufrimos las mujeres trabajadoras y, mediante estas luchas, aportar en la construcción del socialismo. Por eso, es necesario tener claro que el problema no es la consecución de avances legales: cuantos más derechos se consigan, quizá se evidencie cada vez más el contraste entre las promesas formales y la realidad cotidiana. El problema surge cuando estos logros se consiguen sin los medios organizativos revolucionarios que permitan el aumento de la conciencia de clase. Y es que, en esos casos, los logros se convierten en medios de acomodamiento más que medios para multiplicar las capacidades políticas.

Son muchos los problemas que la ideología mainstream no muestra, y son otras muchas las problemáticas que, pese a aparecer en los medios principales, no proponen soluciones para las mujeres proletarias. Me estoy refiriendo aquí a las trabajadoras de los cuidados y de la limpieza, a la prostitución o a la cuestión trans, entre otras. Muchos de estos sectores se encuentran inmersos en lucha, y otros muchos necesitan herramientas para convertirse en activos políticos. Los y las comunistas debemos estar al lado de todas esas mujeres, impulsando sus inquietudes de lucha, siendo bien conscientes del contexto y haciendo que todas esas luchas confluyan en la dirección del socialismo. La única garantía para acabar con la opresión de las mujeres es convertir a las mujeres proletarias en activos políticos socialistas..

NOTAS

1. El programa feminista de Podemos: podemos.info

2. La ley del aborto aprobada por el PSOE en el 2010: boe.es

3. Propuesta económica “economía plateada” para los trabajos de cuidado de personas mayores: economiaplateada.org

4. Propuesta política de Podemos para la labor pedagógica feminista en la educación, introduciendo la asignatura de feminismo: podemos.info

5. Benitez, I. (2017, Septiembre). Del “baby boom” al “baby business”. STOP VIENTRES DE ALQUILER.

6. Aprobación del régimen laboral de las trabajadoras del hogar y de la reforma de la Seguridad Social: boe.es

7. Estadística 2022 de la asociación ATH-ELE

8. Ley del aborto: boe.es

9. Ley de garantía integral de la libertad sexual: boe.es


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