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«Cuando la sociedad neocapitalista se encuentra profundamente sacudida, la balanza oscila siempre primero hacia la izquierda, y sólo cuando el movimiento obrero ha fracasado, encuentra la derecha su oportunidad»[1]

No cabe duda de que el fenómeno Desokupa ha irrumpido fuertemente en los grandes dispositivos culturales de la burguesía. Lejos de ser meros matones a sueldo, suponen una gran amenaza para el proletariado organizado ya que refuerzan la ideología de un fascismo de nuevo cuño ya en auge en un Estado Español mermado económicamente y sin ninguna capacidad real de resolver, o por lo menos aliviar, las embestidas causadas por la gran recesión.

Hablamos de fascismo de nuevo cuño, pues el fascismo actual, en su mayor parte, no toma la forma de un movimiento de masas orientado al derrocamiento violento de la democracia, a la instalación de un estado de partido único y al encarcelamiento y liquidación de sus enemigos. Más bien implica la erosión gradual pero constante de la institución del orden liberal-democrático que consiste, entre otras cosas, en el estado de derecho y la separación de poderes[2].

Hay dos conceptos clave, a nuestro entender, para comprender el auge de este fascismo, tildado de nuevo cuño, en general y el éxito de Desokupa en particular: la crisis y la proletarización de la clase media.

Ernest Mandel[3] señalaba que existen dos tipos de crisis económicas: por un lado, las crisis económicas coyunturales que se producen cada diez años aproximadamente. En este tipo de momentos se da una pauperización tendencial de la sociedad, y, a su vez, el Estado tiende a endurecer su marco legal para garantizar su capacidad de dominación. Mandel explicó este fenómeno dentro del concepto de Estado fuerte.

Por otro lado, están las crisis estructurales, retrasos económicos de alta intensidad que se producen aproximadamente cada 50 años y que marcan el fin del ciclo productivo general y la necesidad de uno nuevo. En esta situación no solo se da un proceso de pauperización social, sino que se produce un cambio en la configuración de la sociedad, provocando turbulencias en la composición social de clases. En resumidas cuentas: se da un proceso de proletarización.

Este fascismo de nuevo cuño, también llamado post-fascismo,[4] se nutre de la creciente pauperización económica de la clase media, que tiene cada vez más problemas para mantener su posición privilegiada de clase y ve su forma de vida en peligro. Esta clase media, configurada por obreros de altos salarios, funcionarios y pequeños empresarios y que, en el Estado español es propietarista hasta la médula, supone, a nuestro parecer, el caldo de cultivo idóneo para la reactivación de la alternativa fascista como forma de organización y gobernanza del Estado burgués.

Fuerzas políticas reaccionarias como el Front National en el Estado francés o VOX en el Estado español son expresiones ya sobradamente analizadas bajo el paradigma del post-fascismo. Aun así, no se les ha puesto demasiada atención a las organizaciones de calle extraparlamentarias que ejercen como grupos de presión para incidir en la correlación de fuerzas que se da entre diferentes tendencias políticas.

Y es que, como bien señalan Angelo Tasca o Sergio Bologna, para alterar la correlación de fuerzas de las tendencias políticas parlamentarias en el caso del Fascismo Italiano o en el caso del Nazismo Alemán era imprescindible la utilización de recursos extra-parlamentarios. Tácticas de agitación callejera o de control fueron utilizadas tanto por unos como por otros: bien para combatir los grupos callejeros comunistas (por ejemplo, la Sturmabteilung Nazi),[5] bien para crear las condiciones subjetivas adecuadas para alterar la posición política de una fuerza determinada[6].

La hipótesis que quiero esbozar en estas líneas va en esa dirección: la empresa Desokupa cumple con la función de catalizador o de nexo ideológico para una clase media en pleno proceso de proletarización. Y lo hace mediante la defensa de la propiedad privada y bajo el paraguas ideológico del post-fascismo que se basa en el odio contra el proletariado. Un proletariado que sufre precisamente la situación de no-propiedad, y, por ende, que puede atentar contra la forma-mercancía de la misma.

Desokupa constituye un elemento central en la fascistificación de esa clase media que defiende con uñas y dientes sus intereses económicos. Intereses económicos que se concretizan, en gran medida, en la defensa de la forma-mercancía de los espacios. El odio creado a consciencia hacia el okupa como ser que se aprovecha del trabajo ajeno y que roba la riqueza noblemente acumulada por el trabajador asalariado tiene su cara B en el temor que supone que una casa no habitada pueda ser okupada. Según diferentes informaciones vertidas por El País[7] el 25% de todo el parque de viviendas del Estado español, esto es 6.500.000 residencias, constituyen residencias no habituales. Además, la clase media encuentra en el mercado inmobiliario una oportunidad frecuente de invertir. Según el Banco de España, el rendimiento medio de comprar un piso y ponerlo en alquiler se situó en el segundo trimestre del 2019 en el 10,4 %. Supera con creces otras inversiones conservadoras, como la renta fija o los depósitos bancarios, por los bajos tipos de interés[8].

Desokupa simboliza los valores más reaccionarios de la sociedad. El racismo, el machismo, la xenofobia y el anticomunismo son principios de los que parten para construir su discurso, el que está consiguiendo que tenga, mediante contenidos digitales tales como Desokupa TV[9], cada vez más adeptos. Combatirlos no concierne solo a los que directamente se vean afectados por las pugnas que se abren en los espacios. Combatirlos es una tarea urgente que concierne a todo el proletariado organizado.


[1] Mandel, E. (2011). El fascismo (Vol. 242). Ediciones Akal. Pag 69

[2] Gandesha, S. (2020). ‘A Composite of King Kong and a Suburban Barber’: Adorno’s Freudian Theory and the Pattern of Fascist Propaganda. Spectres of Fascism: Historical, Theoretical and Contemporary Perspectives, 120-141.

[3] Mandel, E. (2011). El fascismo (Vol. 242). Ediciones Akal.

[4] Traverso, E. (2019). Las nuevas caras de la derecha: Conversaciones con Régis Meyran. Siglo XXI Editores.

[5] Bologna, S. (1999). Nazismo y clase obrera. Ediciones AKAL. Pag. 86-92.

[6] «Giolitti cree poder ofrecer dos carteras: pero nos hacen falta seis, o ninguna. Y en este caso hay que poner las masas en movimiento para provocar la crisis extraparlamentaria y llegar al gobierno. Hay que impedir que Giolitti llegue al poder. Giolitti ordenaría disparar sobre los fascistas, como ha hecho disparar contra D’Annunzio». Cita de Italo Balbo en Tasca. (1969). El nacimiento del fascismo. Ariel. Pág 298.

[7] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2020/06/11/economia/1591881316_405149.html

[8] https://elpais.com/economia/2018/08/30/actualidad/1535643025_269129.html

[9] Esto merece ser estudiado detalladamente como ejemplo de la espectacularización de la miseria.

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