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Terminamos el año con aciertos y desaciertos, y el comienzo del nuevo nos exige echar la vista atrás. Así, empezamos a vislumbrar las formas de la ofensiva que se viene aconteciendo en los últimos años, de manera que ya somos capaces de percibir una silueta más definida. Esta reestructuración económica que vivimos y repercute a la sociedad y la política no deja a nadie indiferente, pues en el campo de batalla de la crisis capitalista, cada cual cumple su función: las élites, los pequeños empresarios, los partidos políticos (de izquierda y derecha), la clase media, y también las capas más reaccionarias del proletariado.

Las élites nos recortan el salario con la aprobación de numerosos empresarios pequeños, y la clase media lo acepta sumisamente a cambio de calderilla. Las miserables prestaciones de los políticos para hacerle frente a la pérdida del poder adquisitivo no son más que un intento de tapar algún agujero que otro; no tienen, en realidad, ni la capacidad ni la voluntad para ayudar a casi nadie, ni intención alguna de hacérselo pagar a los culpables. Hacen recortes en la sanidad, la educación y en otros servicios públicos, en detrimento de aquellas personas que no pueden pagar nada más y sin importarles que otras sí puedan acceder a otro tipo de servicios. La suspensión de los derechos políticos dificulta una militancia política por y para el proletariado, beneficiando así a la política institucional, las políticas de la clase media y el Estado. El auge de las ideologías reaccionarias perjudica a la mujer trabajadora, las personas migrantes y, en general, a los colectivos más vulnerables, mientras que se plantean propuestas políticas que solo hacen propuestas políticas que no atajan la raíz del problema y no traen consigo cambios reales, mientras que observan cómo asciende la extrema derecha y el fascismo.

En esta batalla de la crisis capitalista, el movimiento socialista ha decidido su papel otro año más; ha señalado el papel de los responsables y cómplices de esta crisis; ha planteado la lógica de la ofensiva capitalista que se esconde detrás de la aniquilación de las condiciones vitales y los recortes, más allá de situar la crisis como consecuencia de una concatenación de desgracias aleatorias; ha trabajado para construir las condiciones de una emancipación real de la nación y las subjetividades oprimidas, tomando como objetivo estratégico el Partido Comunista de Masas y el Estado Socialista Vasco, como también el comunismo internacional; ha puesto en marcha diversas luchas a lo largo de toda Euskal Herria para mejorar desde hoy las condiciones vitales de la mujer trabajadora, el alumnado, la juventud, y en general la clase trabajadora; ha defendido las condiciones de militancia a pesar de los obstáculos; ha creado medios para direccionar la labor ideológica y profundizar en la teoría comunista; ha apostado por el arte comunista y por otro tipo de espacios de ocio… Debemos valorar positivamente todo lo que hemos llevado a cabo este año, pero con humildad, entendiendo la dimensión real de la aportación realizada hasta el momento.

El objetivo de nuestro movimiento es aportar al proceso de la emancipación de la clase trabajadora, horizonte que debemos abordar con disciplina y la responsabilidad de un movimiento. Estamos donde estamos gracias a cada militante y cada decisión; estamos aquí por una decisión que nos une. Sin embargo, como hemos mencionado, esta no es más que la víspera del principio. Que empecemos el nuevo año de la misma manera en la que hemos despedido el viejo, pues tenemos que responder con tenacidad al futuro, y con inteligencia a aquello que deseamos construir.