Pandemia y seguridad global, un acuerdo internacional contra la urbe FOTOGRAFÍA / Zoe Martikorena
2020/06/17

La situación generada por la pandemia de la COVID-19 sin duda abre todo un marco de análisis de un escenario de excepción orweliano, en el que la intervención policial y las operaciones que eluden a la «seguridad nacional» han reforzado una hipótesis sobre la actuación de la burguesía internacional contra la clase obrera. Y es el uso de la acción humanitaria de las fuerzas armadas de esta primera ante desastres sanitarios globales, que aparentan ser, además, intencionados. Para así, en definitiva, consolidar la cooperación cívico-militar y disminuir gastos mediante la acción coordinada de los estados. Este reportaje aborda las estrategias de intervención acordadas por los estados miembro de la OTAN y la Unión Europea ante tales escenarios. El escrito analiza los acuerdos consolidados desde la conferencia de 2009 de la OTAN, en el que se empezó a dibujar la estrategia para la actuación militar bajo el nuevo «concepto de defensa» ante pandemias sanitarias. A la vez que recoge fragmentos de la elaboración de dicha estrategia en la conferencia de Lisboa (2010) y el desarrollo del concepto Smart Defence. Así mismo, añade el desarrollo de la actuación coordinada en los estados de la Unión Europea mediante el llamado Pooling and Sharing, estrategia de acción diseñada por los ministros de defensa de los estados de la Unión Europea en la «iniciativa de Gante», reunión celebrada el mismo año en la ciudad Belga que da nombre a la iniciativa. Para finalizar, se sitúa todo ello en las previsiones del proceso de urbanización que vivirá la población mundial en las siguientes décadas: para presentar la teoría del Fourth Generation Warfare, «la guerra urbana de baja intensidad». Para ello se ha utilizado el documento Eserciti nelle strade (Ejércitos en las calles), que apareció junto a otros textos publicados en el libro A chi sente il ticchetio (2009).

Medidas de excepción y sitio, una mirada a la intervención en pandemias

He aquí, según un reglamento de fines del siglo XVIII, las medidas que había que adoptar cuando se declaraba la peste en una ciudad. En primer lugar, una estricta división espacial: cierre, naturalmente, de la ciudad y del «terruño», prohibición de salir de la zona bajo pena de la vida, sacrificio de todos los animales errantes; división de la ciudad en secciones distintas en las que se establece el poder de un intendente. Cada calle queda bajo la autoridad de un síndico, que la vigila; si la abandonara, sería castigado con la muerte. El día designado, se ordena a cada cual que se encierre en su casa, con la prohibición de salir de ella so pena de la vida. El síndico cierra en persona, por el exterior, la puerta de cada casa, y se lleva la llave, que entrega al intendente de sección; éste la conserva hasta el término de la cuarentena.[...]. No circulan por las calles más que los intendentes, los síndicos, los soldados de la guardia, y también entre las casas infectadas, de un cadáver a otro, los «cuervos», que es indiferente abandonar a la muerte. Son éstos «gentes de poca monta, que trasportan a los enfermos, entierran a los muertos, limpian y hacen muchos oficios viles y abyectos». Espacio recortado, inmóvil, petrificado. Cada cual está pegado a su puesto. Y si se mueve, le va en ello la vida, contagio o castigo.

La inspección funciona sin cesar. La mirada está por doquier en movimiento: «Un cuerpo de milicia considerable, mandado por buenos oficiales y gentes de bien», cuerpos de guardia en las puertas, en el ayuntamiento y en todas las secciones para que la obediencia del pueblo sea más rápida y la autoridad de los magistrados más absoluta, «así como para vigilar todos los desórdenes, latrocinios y saqueos». En las puertas, puestos de vigilancia; al extremo de cada calle, centinelas. Todos los días, el intendente recorre la sección que tiene a su cargo, se entera de si los síndicos cumplen su misión, si los vecinos tienen de qué quejarse; «vigilan sus actos». Todos los días también, pasa el síndico por la calle de que es responsable; se detiene delante de cada casa; hace que se asomen todos los vecinos a las ventanas (los que viven del lado del patio tienen asignada una ventana que da a la calle a la que ningún otro puede asomarse); llama a cada cual por su nombre; se informa del estado de todos, uno por uno, «en lo cual los vecinos estarán obligados a decir la verdad bajo pena de la vida»; si alguno no se presenta en la ventana, el síndico debe preguntar el motivo; «así descubrirá fácilmente si se ocultan muertos o enfermos». Cada cual encerrado en su jaula, cada cual asomándose a su ventana, respondiendo al ser nombrado y mostrándose cuando se le llama, es la gran revista de los vivos y de los muertos.

Esta vigilancia se apoya en un sistema de registro permanente: informes de los síndicos a los intendentes, de los intendentes a los regidores o al alcalde. Al comienzo del «encierro», se establece, uno por uno, el papel de todos los vecinos presentes en la ciudad; se consigna «el nombre, la edad, el sexo, sin excepción de condición»; un ejemplar para el intendente de la sección, otro para la oficina del ayuntamiento, otro más para que el síndico pueda pasar la lista diaria. De todo lo que se advierte en el curso de las visitas —muertes, enfermedades, reclamaciones, irregularidades— se toma nota, que se trasmite a los intendentes y a los magistrados. Éstos tienen autoridad sobre los cuidados médicos; han designado un médico responsable, y ningún otro puede atender enfermos, ningún boticario preparar medicamentos, ningún confesor visitar a un enfermo, sin haber recibido de él un billete escrito «para impedir que se oculte y trate, a escondidas de los magistrados, a enfermos contagiosos». El registro de lo patológico debe ser constante y centralizado. La relación de cada cual con su enfermedad y su muerte pasa por las instancias del poder, el registro a que éstas la someten y las decisiones que toman.

Este espacio cerrado, recortado, vigilado, en todos sus puntos, en el que los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los menores movimientos se hallan controlados, en el que todos los acontecimientos están registrados, en el que un trabajo ininterrumpido de escritura une el centro y la periferia, en el que el poder se ejerce por entero, de acuerdo con una figura jerárquica continua, en el que cada individuo está constantemente localizado, examinado y distribuido entre los vivos, los enfermos y los muertos —todo esto constituye un modelo compacto del dispositivo disciplinario. A la peste responde el orden; tiene por función desenredar todas las confusiones: la de la enfermedad que se trasmite cuando los cuerpos se mezclan; la del mal que se multiplica cuando el miedo y la muerte borran los interdictos. Prescribe a cada cual su lugar, a cada cual su cuerpo, a cada cual su enfermedad y su muerte, a cada cual su bien, por el efecto de un poder omnipresente y omnisciente que se subdivide él mismo de manera regular e ininterrumpida hasta la determinación final del individuo, de lo que lo caracteriza, de lo que le pertenece, de lo que le ocurre. Contra la peste que es mezcla, la disciplina hace valer su poder que es análisis. Ha habido en torno de la peste toda una ficción literaria de la fiesta: las leyes suspendidas, los interdictos levantados, el frenesí del tiempo que pasa, los cuerpos mezclándose sin respeto, los individuos que se desenmascaran, que abandonan su identidad estatutaria y la figura bajo la cual se los reconocía, dejando aparecer una verdad totalmente distinta. Pero ha habido también un sueño político de la peste, que era exactamente lo inverso: no la fiesta colectiva, sino las particiones estrictas; no las leyes trasgredidas, sino la penetración del reglamento hasta los más finos detalles de la existencia y por intermedio de una jerarquía completa que garantiza el funcionamiento capilar del poder; no las máscaras que se ponen y se quitan, sino la asignación a cada cual de su «verdadero» nombre, de su «verdadero» lugar, de su «verdadero» cuerpo y de la «verdadera» enfermedad.

La peste como forma a la vez real e imaginaria del desorden tiene por correlato médico y político la disciplina. Por detrás de los dispositivos disciplinarios, se lee la obsesión de los «contagios», de la peste, de las revueltas, de los crímenes, de la vagancia, de las deserciones, de los individuos que aparecen y desaparecen, viven y mueren en el desorden.

M. FOUCAULT
Vigilar y castigar, el nacimiento de la prisión, 1975

La intervención en pandemias se ha convertido en las últimas décadas en un frente que abandera la seguridad nacional para encubrir una orquestada actuación internacional. El 11 de septiembre del 2001, tras el ataque a las torres gemelas, las crisis del Amerithrax y la posibilidad del empleo del virus viruela, sirvió para que el entorno militar interviniese en la «seguridad civil», para adecuar así procedimientos operativos para la actuación en el entorno urbano. Los ataques con carbunco, ántrax, dieron nombre al operativo que el FBI calificó como Amerithrax. Ataques que casualmente ocurrieron del 18 de septiembre al 9 de octubre de 2001. Correspondencias que contenían polvo de carbunco fueron enviadas a los mayores medios de comunicación.

El operativo policial fue utilizado para restringir la libertad de la población. El miedo causado por el ántrax dio pie a la firma de la Ley Patriótica, primer paso para restringir libertades e instaurar un estado de vigilancia total. Varios investigadores apuntaron en su momento que el polvo denominado como Amerithrax surgió en un laboratorio dentro del programa biológico del Gobierno de los Estados Unidos. Un ántrax creado con nanotecnología con el grado de superarma y 1 billón de esporas por grano. La cual era tan letal que con el simple contacto mató a trabajadores del servicio de correo.

El USA Patriot Act es una ley federal aprobada por amplia mayoría tanto por el Senado como por la Cámara de Representantes. Quedó así aprobada el 26 de octubre del 2001 tras el ataque a las Torres Gemelas y el Amerithrax. Ley para «unir y fortalecer América proveyendo las herramientas apropiadas, requeridas para impedir y obstaculizar el terrorismo». Determinó como objetivo principal «la mejora de la capacidad de diferentes agencias de seguridad y su coordinación» para «dotarla de mayores competencias de vigilancia»; así como «promulgar nuevos delitos y endurecer las penas por terrorismo». Varios fallos judiciales la han declarado inconstitucional por violar los derechos y garantías de la Constitución de los Estados Unidos de América. Y es que La Ley Patriótica fue fundada en el argumento básico de que, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, el pueblo norteamericano debía elegir entre su seguridad y sus derechos constitucionales.

Amenazas NBQR, una oportunidad para coordinar la ofensiva

A lo largo de la pasada década se ha reforzado la intervención sanitaria como escenario de planificación y desarrollo del modelo de «seguridad». Ya se trate de brotes de enfermedad de origen natural o intencionado -sirva de ejemplo que el presidente Obama calificó a la epidemia de enfermedad por virus Ébola de 2014 como una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos-. Siguiendo con esa línea, no es descabellado asegurar que el empleo intencionado de agentes biológicos, fundamentalmente transmisibles, constituye una necesaria estrategia para la participación de las Fuerzas Armadas dentro de la actuación amparada por la denominada amenaza terrorista NBQR (Nuclear, Biológica, Química, Radiológico).

A lo largo de la pasada década se ha reforzado la intervención sanitaria como escenario de planificación y desarrollo del modelo de «seguridad». Ya se trate de brotes de enfermedad de origen natural o intencionado

A nivel internacional militar, la OTAN plantea la cooperación cívico-militar para hacer frente a la amenaza terrorista NBQR, calificados como entornos epidémicos provocados, y lo hace desde diferentes aproximaciones. En la Conferencia de la OTAN en septiembre del 2009 que denominó «The Comprehensive NATO CBRN Defence Concept» planteó un cambio de rumbo en la actuación de defensa ante la amenaza NBQR, basándose en el enfoque de fortalecer la cooperación cívico-militar. Así el Comité de Planeamiento de Emergencias Civiles de la OTAN propuso a los Estados miembros, guías no vinculantes para dicha cooperación, con objeto de reforzar la intervención conjunta de las autoridades civiles y las Fuerzas Armadas.

En la Conferencia de la OTAN en septiembre del 2009 que denominó «The Comprehensive NATO CBRN Defence Concept» planteó un cambio de rumbo en la actuación de defensa ante la amenaza NBQR, basándose en el enfoque de fortalecer la cooperación cívico-militar

Las directrices establecidas hacen hincapié, entre otras muchas, en las siguientes anotaciones:

  • Las naciones deberían asegurar que todas las capacidades civiles y militares deben de estar disponibles.
  • Las estrategias y políticas de comunicación del riesgo deberían hacer hincapié en la necesidad de apoyo militar en este tipo de incidentes.
  • Las naciones deberían asegurar que sus sistemas sanitarios permiten la cooperación e integración de las capacidades militares.
  • Las naciones deberían asegurar la integración y coordinación de la información entre las diferentes agencias civiles y militares.

A la vez, la Unión Europea ha creado dentro de los planes de acción establecidos una red de seguridad NBQR para la coordinación estratégica y operativa a escala europea con, entre otros objetivos, facilitar la cooperación cívico-militar, frente a un evento intencionado, potenciándose lo que se ha denominado como «seguridad sanitaria global» para pandemias a nivel regional o global. Junto con la Organización Mundial de la Salud como observador, varios países lanzaron a partir de 2001 lo que se denominó Iniciativa de Seguridad Global con el objetivo de intervenir frente a catástrofes sanitarias, en el que se incluye la gripe pandémica.

La declaración de pandemia por gripe aviar por parte de la Organización Mundial de la Salud en 2005 fue aprovechada para ampliar el plan de intervención internacional acordado a situaciones más allá de amenazas NBQR. Así los estados asociados al acuerdo incluyeron las enfermedades transmisibles dentro de los riesgos a la seguridad global.

Así protocolizaron la actuación de las Fuerzas Armadas en dichos escenarios. Tanto internacionalmente mediante la OTAN, como mediante planificaciones nacionales. De hecho, la colaboración cívico-militar en respuesta a brotes epidémicos o pandémicos se refiere a la integración de todas las capacidades y recursos, civiles y militares, en un concepto de mando unificado conjunto.

La nueva década, la emergencia económica y las consiguientes maniobras de «seguridad global»

La proclama de acción conjunta fue planteada por la OTAN ante el brote de la enfermedad Ébola. La OTAN dictó oficiosamente ante el brote del Ébola la acción colectiva bajo la doctrina de la Smart Defence. En la Conferencia de Lisboa (2010) los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la Alianza introdujeron la definición de un nuevo Concepto Estratégico para su acción, la Smart defence.

Smart Defence

Según declara el Documento de Seguridad y Defensa 56 sobre el enfoque multinacional al desarrollo de capacidades de defensa «La Smart Defence de la OTAN frente al Pooling Sharing de la UE» en su segundo capítulo, «mediante el concepto estratégico Smart Defence se realiza una llamada a las naciones para una colaboración más estrecha en el desarrollo de capacidades militares, minimizando las duplicidades y maximizando el coste-eficacia de las mismas de forma que sus ciudadanos puedan obtener más capacidades en el ámbito de la defensa y seguridad con menos recursos económicos aplicados por cada una de las naciones individualmente». Un análisis que sin tapujos apuntaba el entonces presidente de la OTAN, Anders Rasmussen, es obligada por «el peligro» que pueda suponer que «la crisis financiera pueda traer consigo una crisis de seguridad». Enfatiza, «especialmente en Europa». Por ello detalla en dicho capítulo las directrices sobre el nuevo concepto estratégico de la OTAN:

  • Permitir una mayor capacidad de despliegue de fuerzas multinacionales.
  • Crear nuevos mecanismos para compartir los costes operacionales.
  • Promover la cooperación industrial en defensa y la coordinación entre la OTAN y la Unión Europea.

Mediante el concepto estratégico Smart Defence se realiza una llamada a las naciones para una colaboración más estrecha en el desarrollo de capacidades militares, minimizando las duplicidades y maximizando el coste-eficacia

Smart Defence (SD) es una respuesta a un contexto económico progresivamente austero en general en todos los países miembros de la alianza atlántica. Si analizamos las cifras sobre los gastos en defensa en los países miembros de la Alianza, la inversión de los países europeos cayó gradualmente los años de la crisis económica. A la vez que la aportación de los EE.UU. subió progresivamente. De igual manera los intereses geoestratégicos de este último se enfatizaban en Extremo Oriente. A esto último, apunta el documento, se suma «otro riesgo»: «la posibilidad de que Europa se divida en dos grupos de naciones, las que contribuyen a la seguridad colectiva y otras que se quedarían progresivamente detrás, lo cual podría derivar en tensiones entre aliados».

Ante esta situación el Documento de Seguridad aclara que la OTAN actuará como decretor de la industria de defensa y mediador entre naciones, para lograr así «una industria de defensa potente y competitiva», mediante «una política colectiva de defensa». Y evitar así, «la fragmentación» del mercado bélico: «minimizar gastos y planificar la coordinación». Esta cooperación planteada en la iniciativa SD se articula en torno a tres premisas: «la priorización, la especialización y la cooperación».

Para dicha cooperación, apunta el documento, es necesario poner en el punto de mira tres etapas necesarias: «adquisición de tecnología, adquisición de capacidades y sostenimiento de las mismas».

  • Manejo de información sensible a nivel nacional.
  • Disponibilidad de un marco común en el que sea viable la colaboración transatlántica en defensa.
  • Reglas de transparencia en la contratación y competencia aceptadas por todos los países participantes.
  • El conocimiento del planeamiento militar de los países. Esencial para planificar y coordinar capacidades, programas comunes, etc.
  • Impacto de las regulaciones de control sobre tecnología a ambos lados del Atlántico.

El vínculo transatlántico y el conflicto en Extremo Oriente

Es conveniente contextualizar de nuevo el escenario en el que surge la iniciativa de la Smart Defence. El capítulo sobre la colaboración transatlántica indica que «el centro de gravedad mundial desde un punto de vista económico y estratégico se está trasladando de Europa a Extremo Oriente».

Pooling and Sharing

El panorama geopolítico global y la citada situación obliga a los países europeos a agrupar y compartir capacidades militares mediante el programa Pooling and Sharing (2010). De acuerdo con la iniciativa de Gante -Ghent initiative, reunión informal celebrada por ministros de defensa de la UE en Gante, Bélgica, el 23 de septiembre del 2010-, el objetivo es «preservar y mejorar las capacidades operativas de las naciones, y conseguir mayor efectividad, sostenibilidad, interoperabilidad y eficiencia en el gasto». Empujada por la crisis económica y la presión sobre los «presupuestos de defensa en los países europeos». Como contexto, de nuevo el elemento potenciador de esta iniciativa ha sido la crisis económica y la presión sobre los presupuestos de defensa.

Volviendo a la aparición del Ébola en 2014 y la intervención en pandemias, la Red de Liderazgo Europeo dirigió dos cartas, una al secretario general de la OTAN y la otra al secretario general de la ONU y de la OMS, pidiendo la asistencia de la OTAN para aplicar el citado protocolo NBQR. La Unión Europea planteaba respuestas militares en territorio Africano y la evacuación de ciudadanos europeos. Ya que la intervención se estaba dando unilateralmente desde Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido que desplegaron sus tropas en el territorio. Así enfatizaba en la necesidad de coordinar la acción militar y desacreditar el papel de las unidades nacionales desplegadas, alegando uso de violencia e intimidación contra la población.

Dicha actuación se articularía en dos ejes. Por un lado, la modificación del Reglamento Sanitario Internacional -para así poder actuar en el territorio infectado y evitar «trabas para el tráfico internacional»-. Y por otro lado, declarar así en casos como el citado el «estado de emergencia de salud pública de interés internacional» y poder intervenir directamente desde la asociación internacional, sin trabas diplomáticas.

Fourth Generation Warfare: la guerra urbana de baja intensidad

Las elaboraciones estratégicas diseñadas por la Alianza para afrontar los retos del nuevo milenio se profundizan en el Urban Operations in the year 2020 (2003) de la OTAN. El citado tratado es analizado por el documento Eserciti nelle strade (Ejércitos en las calles), que apareció junto a otros textos publicados en el libro A chi sente il ticchettio (2009).

Según el documento este informe de la OTAN confirma que «la militarización no va a parar y que estamos en guerra», que la educación para «la paz y la no-violencia» son más que nada «un arma para inmovilizar a la gente».

Una creciente «urbanización de la pobreza»

Para contextualizar la tesis del documento, apunta que por primera vez en la historia, la mayor parte de la población mundial vive en la ciudad. Y gran parte de esta población urbana conoce condiciones de absoluta pobreza. Según el Cuaderno de Estrategias 203 del Instituto Español de Estudios Estratégicos Emergencias pandémicas en un mundo globalizado, se estima que la población mundial alcance los nueve mil millones en 2050. «Prácticamente todo este crecimiento se producirá en países en desarrollo de Asia y África. Más de la mitad de la población mundial prevista para 2050 se agrupará en solo nueve países: India, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y Estados Unidos. Este crecimiento va a ser especialmente relevante en el África subsahariana ya que se estima que, en 2040, en esta región la población de edad comprendida entre 15-24 años será tres veces mayor que la de EE.UU. y Europa juntas y el doble que la de China». Según el informe, otra de las grandes tendencias demográficas que caracterizará al siglo XXI será el aumento de la urbanización. «El porcentaje de población que vivía en ciudades en 2015, que era del 54 %, pasará a ser del 66 % en 2050».

La concentración de la población en espacios cada vez más estrechos obliga a elaborar nuevos modelos de intervención, con la finalidad de «controlarlas y explotarlas mejor». Según el informe de la ONU The Challenge of Slums. Global Report on Human Settlements (2003), actualmente casi mil millones de personas viven en barrios de chabolas.

La concentración de la población en espacios cada vez más estrechos obliga a elaborar nuevos modelos de intervención, con la finalidad de «controlarlas y explotarlas mejor»

Este es el fondo de la teoría de la Fourth Generation Warfare (4GW) que se ha ido definiendo durante los últimos veinte años, «una teoría que parece estar hecha expresamente para afrontar una guerra mundial de baja intensidad contra el proletariado urbano». «Una guerra contra los pobres».

«Una teoría que parece estar hecha expresamente para afrontar una guerra mundial de baja intensidad contra el proletariado urbano». «Una guerra contra los pobres»

El libro apunta que el blindaje de las fronteras de la Unión Europea se mueve rápidamente con las nuevas tecnologías y las cooperaciones transfronterizas, mientras en su interior aumentan constantemente la vigilancia y el control.

Como analizábamos en los anteriores puntos a nivel de actuación -tanto nacional como internacional- los órganos de la Unión Europea han sido provistos de mayores competencias y han elaborado nuevos programas y nuevos organismos cooperativos. En conclusión apunta el libro que dicha coordinación y cooperación SD, que recordamos, centralizan capacidades y disminuyen gastos, capacita a las autoridades a acceder a informaciones recogidas mediante nuevas tecnologías que permiten el control de la circulación y las rápidas detenciones. «La formación de estos ‘Equipos Europeos Especiales’ será gestionada por la Europol. [...] La cooperación entre policía y servicios secretos se verá ampliada. [...] Paralelamente a la ampliación del número de Estados miembros de la UE y a la eliminación de los controles de frontera, hay un fuerte rearme tecnológico: aparatos para la exploración ambiental con visión nocturna, elaboración automatizada de videovigilancia, cables a radiofrecuencia capaces de medir y referir el porcentaje de agua presente en cuerpos, parados o en movimiento, en los alrededores. Han nacido además nuevas centrales operativas cogestionadas. Gracias a la ampliación del Sistema Informativo de Schengen (SIS), las policías tienen la capacidad de elaborar una mayor cantidad de datos. Para el almacenamiento de las huellas dactilares y de los datos biométricos de migrantes pronto será activado el Sistema de Información de Visados (SIV)».

Como decíamos, este libro analiza un informe de la OTAN bajo el título Operaciones Urbanas para el año 2020 y prevé que las fuerzas armadas se están preparando para intervenir en centros urbanos de Occidente. Resume así, las líneas de fuerza a lo largo de las cuales se redefine el espacio urbano en suelo europeo:

  • La gentrificación y bruselización del tejido «tradicional» de la ciudad, para eludir su peso histórico, pábulo de conflicto, y «bajarla» a la medida de la clase media planetaria, o, mejor dicho, de su ideología materializada, ya que en cuanto estrato social determinado parece tender cada vez más hacia una irremediable implosión y disgregación.
  • Una gruesa capa de barracópolis y zonas marginales, que se parecen cada vez más a campos de exclusión: «el campo es el espacio que se abre cuando el estado de excepción empieza a volverse regla».
  • Y finalmente las gated community, que se institucionalizaron a partir de los años setenta, dotadas de sus propios servicios, superprotegidas por policías privadas, aparatos electrónicos y demás, «verdaderos asentamientos rodeados por murallas y sistemas de control que impiden el paso a calles, parques, playas, ríos y otros recursos», siempre vigilados y delimitados con cercos, muros u otras formas de barrera. El hábitat burgués, una vez concretada la imagen y la promesa de aquella seguridad y de aquel confort que el mercado habría tenido que extender virtuosamente a todos los sectores de la sociedad, se ha vuelto un búnker ultra defendido en medio de un océano que lo va sumergiendo.

A su vez, según el informe Urban Operations in the Year 2020, la tendencia a que se produzcan tensiones ligadas a la urbanización crecerá en el futuro «conduciendo a posibles sublevaciones, desordenes civiles y amenazas para la seguridad que impondrán la intervención de las autoridades locales». Ante esta afirmación el libro apunta que el urbanizamiento generalizado de la población mundial desplazará necesariamente las próximas intervenciones militares a territorios urbanos. Partiendo de esa afirmación prevé el crecimiento del uso de medios de vigilancia con el fin de «dirigir acciones tácticas contra los puntos neurálgicos» mediante medios de ataque «a distancia», para controlar flujos de información, recursos humanos y apoyos logísticos. Afirma así el libro que en el anexo E del informe de la OTAN, las ciudades de interés estratégico no son ni Teherán, ni Pyongyang sino que lo son Rouen, Le Havre, Evreux y Dieppe.

A su vez, según el informe Urban Operations in the Year 2020, la tendencia a que se produzcan tensiones ligadas a la urbanización crecerá en el futuro «conduciendo a posibles sublevaciones, desordenes civiles y amenazas para la seguridad que impondrán la intervención de las autoridades locales»

El informe «UO 2020»

Según el informe UO 2020 de la OTAN, la base para el desarrollo operativo de la acción en zonas urbanas, se articula en el acrónimo USECT Understand (entender), Shape (modelar), Engage (empeñar), Consolidate (consolidar) y Transition (transición).

Valga como resumen apuntar la necesidad de conocimiento del tejido socio-cultural de la metrópoli, «como la de las realidades insurgentes, las cuales operan en medio de una población de la cual son a menudo indistinguibles». Remodelar el espacio urbano sobre la base de exigencias tácticas específicas. «Dejando atrás la antigua práctica del asedio cerrado alrededor de la ciudad, buscará más bien “aislar trozos del territorio urbano”. Modelar la intervención a una apariencia de acción humanitaria». El efectivo empeño bélico tendrá que prever todas las actividades de gestión de los efectos sobre la población: «asistencia a los no combatientes, abastecimiento alimenticio, reclutamiento de voluntarios bajo la orientación de la protección civil, etc.». Proteger las posiciones conquistadas con finalidad de «desorganizar al adversario y establecer formas de colaboración con las autoridades locales». Restablecer the rule of law, el dominio de la ley, reconstituyendo las autoridades y los ejércitos locales.

Este método de guerra denominado «de cuarta generación» o «de baja intensidad» resalta el fin de la distinción tradicional entre el combatiente y el civil y la aparición de nuevas figuras del «militariado», que llegan hasta las ONGs humanitarias. El papel de los armamentos se centra en la aplicación de la tecnología de control en el territorio, teniendo como objetivo el «control preventivo». A la vez que en acostumbrar a la gente a ver a los militares patrullando las ciudades, «para que nadie, por más avezado y/o aterrorizado que esté, se arriesgue a mover un dedo (ni siquiera el del medio)».

En conclusión, la realidad del Estado Militarizado parece estar consolidándose junto a la urbanización de la población mundial. «El informe Urban Operations in the Year 2020 modula el uso del instrumento militar. Entonces, armas letales o “no-letales” van a ser utilizadas para prevenir, contener y reprimir aquellas sublevaciones y revueltas que ya nadie finge poder evitar en el futuro próximo».

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