La muerte como oficio
2020/09/27

Los dos trabajadores a los que la tierra y los residuos tóxicos se tragaron en el vertedero de Zaldibar (Bizkaia). Trabajadores que, precipitados desde decenas de metros de altura, han perdido la vida. El trabajador que, tras casi dos días de trabajo sin descanso, falleció el año pasado en el Puerto de Bilbo (Bizkaia). El trabajador fallecido en el Corte Inglés de Gasteiz (Araba) durante las rebajas y en medio de jornadas prolongadas. Los trabajadores sanitarios que, en medio de la pandemia y únicamente protegidos por bolsas de basura, han trabajado día y noche... Todas nos hemos llevado las manos a la cabeza al conocer estos casos que han tenido tanta repercusión. El trabajo asalariado que nos somete, sin embargo, nos pone constantemente de par en par con los siniestros que afloran de infinidad de maneras. Estructuralmente. El letal aliento que brota del trabajo asalariado nos sopla a veces suavemente en el cuello. A menudo apenas percibimos su soplo mortal. En otras ocasiones, nos castiga mirándonos fijo a los ojos; súbitamente, o en jornadas lentas que se prolongan durante varias décadas.

No es fácil expresar en cifras la mortalidad que fluye del mecanismo que tenemos por oficio, ya que son muchas las realidades que quedan fuera de los focos regulados, en la sombra. No obstante, aunque el alcance de nuestra mirada sea limitado, mediante este reportaje trataremos de presentar algunos apuntes sobre la diversa siniestralidad que se produce en los puestos de trabajo (y fuera de ellos).

Si empezamos a rastrear datos a nivel mundial, la estampa es terrorífica. Oscura. Si analizamos los datos absolutos del año 2017, según la Organización Internacional del Trabajo (International Labour Organization), cada año son asesinados 2,8 millones de trabajadores en sus puestos de trabajo (3.2 billones o 3.200 mil millones de asalariados). En otras palabras: 7.200 trabajadoras por día pierden la vida bajo la dictadura del trabajo asalariado. Así, la OIT relaciona entre el 5 y el 7% del total de muertes con el trabajo; muertes derivadas de enfermedades reconocidas u otros «accidentes de trabajo». Por otro lado, 374 millones de operarios sufren lesiones o enfermedades cada año, directamente relacionadas con el trabajo.

La OIT relaciona entre el 5 y el 7% del total de muertes con el trabajo; muertes derivadas de enfermedades reconocidas u otros «accidentes de trabajo»

Si observamos la evolución de los últimos cuatro años, además, veremos rápidamente que va creciendo el número de siniestros laborales y de asesinatos. La OIT afirma que hubo 2,34 millones de asesinatos en 2013 (444.000 por substancias contaminantes, entre ellas, 100.000 por amianto) y 2,78 millones en 2017. Mirando aún más atrás, la OIT estima que, en la última década, al menos 15 millones de trabajadoras han sido asesinadas en sus puestos de trabajo.

Como es evidente, probablemente los datos reales están lejos de las cifras recogidas en este reportaje. Y es que la inaccesibilidad a la información es, en todo el mundo, una de las primeras barreras que existen a la hora de tratar la siniestralidad laboral. En la mayoría de países sigue siendo difícil acercarse a las cifras reales, y más aún en lugares donde se han implantado grandes industrias y manufacturas (en muchos países asiáticos, por ejemplo). Según el investigador Hämäläinen (en 2010 publicó Global Estimates of Occupational Accidents and Fatal Work-Related Diseases), los datos registrados por la OIT son sólo el 4% de los estimados.
El sector manufacturero (textil, entre otros) es el que más asesinatos registra, seguido de la construcción, el transporte y los almacenes (storage).

Una de las caras más duras de la realidad que estamos visualizando la configuran, por ejemplo, los grandes siniestros que se han registrado por el mundo en la última década y que han provocado asesinatos masivos. Cabe recordar, entre otros, el incendio de una fábrica de telas en Karachi (Pakistán) en 2012 que provocó el asesinato de 255 trabajadoras, el derrumbe de una fábrica de telas en Rana Plaza (Dacca, Bangladesh) en 2013 que supuso la muerte de 1.300 operarios, la caída de un dique en las minas de Brumadinho (Brasil) en 2019 provocando la muerte de unos 300 trabajadores (no hay cifras exactas) o, indagando más atrás, la fuga de gas en una fábrica de pesticidas de Bophal (India), en 1984. Ésta última fue una masacre: entre 6.000 y 8.000 personas murieron en la primera semana por el derrame y unas 12.000 más después. 150.000 sufrieron heridas graves. El 51% de la empresa era de la compañía estadounidense Union Carbide Corporation (UCC) y, el resto, del Gobierno de India.

Según la OIT, son más de la mitad los países con cerca de 890 accidentes laborales por cada 100.000 trabajadores. Sin embargo, como hemos dicho, los datos oficiales de los diversos gobiernos y la realidad, no coinciden. India, por ejemplo, dijo que hubo 222 muertes en el trabajo asalariado en 2005, cuando la República Checa, teniendo sólo el 1% de la población activa que tiene India, registró 231. La OIT estima que más de 40.000 trabajadores son asesinados en India cada año (al menos una cuarta parte, en la construcción).

India, por ejemplo, dijo que hubo 222 muertes en el trabajo asalariado en 2005, cuando la República Checa, teniendo sólo el 1% de la población activa que tiene India, registró 231

India cuenta con 1.300 millones de habitantes, entre los que clasifican a 470 millones de personas como «población activa». La mitad de la población tiene menos de 25 años, y entre 6 y 12 millones de trabajadoras acceden cada año al mercado laboral. A nivel mundial, la tasa de incidencia de asesinatos es una de las más altas (en 2017), seguida de Pakistán (44 en 2002) y Cisjordania (Palestina, 38, 2015). La industria textil tiene un gran peso en India y sólo hay un inspector de trabajo por cada 500 fábricas. No obstante, sabemos que no es el único caso. La miseria ligada a la industria textil ha tomado lugar, por ejemplo, en Pakistán, Bangladesh o Camboya. También en estos países son especialmente opacas las estimaciones reales sobre la siniestralidad.

EUROPA, ¿ILUMINADA?

Es interesante, cómo no, que también se haga cuenta de los datos que han salido a la luz en Europa. Según Eurostat, en el año 2019, los accidentes ocurridos en el contexto del trabajo asalariado fueron 3.344.474, y 3.552 trabajadores fueron asesinados. Por países, el mayor número de siniestros se registró en Alemania (878.525), Francia (753.156), España (453.437), Italia (294.161), Reino Unido (225.658) y Portugal (135.488). En cuanto a los asesinatos, Francia (585), Italia (484), Alemania (430) y España (317) han sido los países con los datos más negros. Por su parte, los mayores índices de incidencia se registraron en Rumanía (4,5), Bulgaria, Portugal y Lituania (alrededor de 3).

En cuanto a los asesinatos, Francia (585), Italia (484), Alemania (430) y España (317) han sido los países con los datos más negros

En manufactura (18%), comercio mayorista y minorista (12,5%), trabajo sanitario y social (11,5%), construcción (11%), transporte y almacenamiento (9%) se registraron los mayores siniestros. Sin embargo, el mayor número de muertes se ha producido en la construcción (21%), transporte y almacenamiento (18%), manufactura (14%) y agricultura, silvicultura y pesca (12,5%).

Y cuando, en el mapa del mundo que nos sostiene, observamos el rincón en el que vivimos, las cifras no son alentadoras, en absoluto. Según los datos oficiales del Gobierno Vasco, el Gobierno de Navarra y el Gobierno de España, en el año 2019 se registraron en Hego Euskal Herria al menos 97.840 siniestros. En 45.112 de esos casos, los asalariados se dieron de baja. En el mismo año, y según los datos de los sindicatos, en Euskal Herria fueron asesinados 46 trabajadores en sus puestos de trabajo (según los datos oficiales de los gobiernos, fueron 31) y desapareció uno. Por su parte, en lo que se refiere a los partes que se dieron relacionados al trabajo asalariado, el año pasado se registraron al menos 4.306 (según datos oficiales).

Y si retrocedemos más, es aún más evidente el ritmo loco de este contador manchado de sangre. En la década entre 2009 y 2019, al menos 650 trabajadoras fueron asesinadas en sus puestos de trabajo en Euskal Herria. Por otra parte, los siniestros con baja fueron 408.494.

Entre los asesinatos, la mayor parte se produjeron en el sector industrial (41%), seguido del sector de servicios (28%). Del total de casos, el 28% fueron calificados como «no traumáticos», otros tantos in-itinere (28%), 20% por golpes o atropellos, y 10% por caídas.

Más allá de los datos oficiales, no obstante, es difícil tener una radiografía y datos concretos sobre accidentes laborales y siniestros. Por un lado, las fuentes oficiales no recogen todos los casos que se incluyen como siniestros, por ejemplo, no se contabiliza la siniestralidad en los ámbitos no regulados. Además, en Euskal Herria existe una gran opacidad en torno a las casuísticas de Iparralde.

Como ocurre con los siniestros, los datos sobre enfermedades no reflejan toda la realidad, por supuesto. Muchos de los casos notificados son denegados o rechazados (más de la mitad, por ejemplo, el año pasado en la CAPV), y las mutuas niegan a menudo el origen de la enfermedad (el propio puesto de trabajo) para encauzar los casos al sistema sanitario público. Sin embargo, en los últimos años ha aumentado oficialmente el número de enfermedades asociadas a puestos de trabajo.

Como ocurre con los siniestros, los datos sobre enfermedades no reflejan toda la realidad, por supuesto. Muchos de los casos notificados son denegados o rechazados y las mutuas niegan a menudo el origen de la enfermedad (el propio puesto de trabajo) para encauzar los casos al sistema sanitario público

DE LA MANO DEL MAL

Entre las dolencias relacionadas con el oficio destaca el caso del amianto, el mineral más utilizado a lo largo del siglo XX. Cada año, unos 100.000 trabajadores mueren en el mundo por haber estado trabajando con amianto, y el amianto provoca el 56% de todos los cánceres declarados como consecuencia del trabajo.
Las patologías producidas por esta substancia comienzan a notarse a lo largo de los años (pueden oscilar entre los 10 y los 50 años), y teniendo en cuenta que fue la más utilizada en los años 1960, 70 y 80, las consecuencias más severas podrían aflorar en estos años. Según algunas estimaciones, en la Unión Europea morirán 500.000 trabajadores por amianto entre 2010 y 2040, y en Euskal Herria entre 6.000 y 10.000. Por ejemplo, la asociación vasca Asviame informó de 30 muertes en 2019, pero calculan que sólo suponen el 10% de todos los casos.

En la Unión Europea morirán 500.000 trabajadores por amianto entre 2010 y 2040, y en Euskal Herria entre 6.000 y 10.000

Entre las muertes laborales consideradas «no traumáticas» se encuentran también las causadas por infarto o derrames. Según denunció UGT el año pasado, entre enero y agosto, 132 trabajadores fallecieron en el Estado español a causa de un infarto o un derrame cerebral durante las horas de trabajo.

Por otro lado, aunque es difícil acceder a datos directamente relacionados con el trabajo asalariado, merece la pena hacer mención a otras dolencias, como el estrés o la depresión. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo de España de 2015, cerca del 30% de las trabajadoras sufren estrés. Según la Organización Mundial de la Salud, cada año, unas 800.000 personas se suicidan y, a nivel mundial, más de 300 millones de personas viven con depresión. Entre 2005 y 2015, el número de personas que sufrían esta enfermedad creció un 18,4%.

Han sido muchos los episodios que han mostrado el vínculo que tienen la depresión o el suicidio con el trabajo asalariado. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en France Telecom, Orange desde 2013. En torno a 2009 hubo una «ola de suicidios» entre los trabajadores de la empresa: 19 se suicidaron, doce intentaron suicidarse y ocho entraron en depresión. Esto ocurrió cuando la compañía francesa estaba inmersa en una profunda reestructuración y se acusó a los ex ejecutivos de la empresa de «acosar moralmente» a los trabajadores.
Y, de la misma manera que hemos relacionado el suicidio con el puesto de trabajo, podemos relacionar sin ningún tipo de dudas el suicidio con la ausencia de ese puesto de trabajo, el desempleo. Porque esa es otra cara de la violencia del trabajo asalariado. Han sido muchos los trabajos en los que, desde la crisis de 2007, se ha investigado el aumento de los suicidios. Según el estudio publicado en 2009 por la revista The Lancet, que incluyó 26 países en los datos, cada aumento del 1% del paro suponía un incremento de las tasas de suicidio del 0,79% entre las personas menores de 65 años. Un estudio de la Universidad de Hong Kong señala que, en 2009, hubo casi 5.000 suicidios más de los esperados respecto a la tendencia de 2000 a 2007 (el estudio incluía 54 países, principalmente europeos y americanos).

Según el estudio, que incluyó 26 países en los datos, cada aumento del 1% del paro suponía un incremento de las tasas de suicidio del 0,79%

RESPONSABILIDAD

Es sabido que los datos oficiales pueden ocultar tanto como lo que muestran. Y hay, entre ellos, recursos infalibles para cubrir tantas y tantas desgracias; recursos convertidos en protocolos y leyes. El resultado es claro: obstáculos a la hora de notificar y dar parte sobre los accidentes, siniestros que quedan fuera de los criterios oficiales (porque el trabajador no muere hasta pasado un tiempo, o porque el accidente se ha producido en un contexto ilegal, por ejemplo), etc.

En medio de todo este fraude, muchos suelen hablar de responsabilidad. Y de los responsables. Y del sistema que sustenta a esos responsables. Llegados a este punto, es interesante analizar la evolución del concepto de responsabilidad empresarial en Europa. En los estados europeos, respecto a los daños derivados de los accidentes de trabajo, distinguen cuatro etapas en la configuración de la responsabilidad empresarial:

1. Primera etapa (1880-1900): con la revolución industrial aparecieron «nuevas condiciones de trabajo» y los riesgos asociados al puesto de trabajo caían sobre los trabajadores. La responsabilidad de los empresarios se limitaba a la responsabilidad civil, en relación con el concepto y la comprensión de la «culpa».

La responsabilidad de los empresarios se limitaba a la responsabilidad civil, en relación con el concepto y la comprensión de la «culpa»

2. Segunda etapa (1900-1920): aparece el seguro obligatorio de responsabilidad individual del empleador. Se estableció la indemnización obligatoria y la responsabilidad objetiva. Bélgica (1903), Portugal (1919) y Holanda (1921) recurrieron al seguro obligatorio de responsabilidad individual del empleador. Alemania tenía un seguro de accidentes de trabajo desde 1884.

3. Tercera etapa (1920-1950): surge la teoría del riesgo profesional (los empresarios tienen responsabilidad, no porque se les considere culpables del daño causado, sino porque son los causantes originarios del riesgo). Se dice que la responsabilidad colectiva ante el riesgo cambia: ya no es una responsabilidad derivada de la «culpa», sino una responsabilidad objetiva del empresario. Así, se incluyen las enfermedades profesionales y los accidentes in itinere. Se establecieron los seguros profesionales y el Seguro Social de Accidentes Obligatorios en Noruega (1915), Suecia (1916), Islandia (1917), Dinamarca (1920), Luxemburgo (1925) o Francia (1946).

4. Cuarta etapa (1950-Actualmente): las políticas de seguridad y salud en el trabajo se gestionan para prevenir el riesgo que se establece como principio fundamental. De hecho, es responsabilidad de los aseguradores el desempeño de las funciones preventivas.

REFERENCIAS

[1] https://www.gaindegia.eus/eu/node/2788

[2] https://www.argia.eus/argia-astekaria/1706/lan-istripuak-gora-baldintza-txarrak-direla-medio

[3] https://www.ikasbil.eus/eu/dokutekako-fitxa?articleId=16517524

[4] Lan osasunerako Nafarroako plana 2015-2020: Diagnostico de la situacion actual (10. orritik aurrera): Laneko Osasunaren Nafarroako III. Plana 2015-2020

[5] Comunicaciones de sospecha de enfermedad profesional en la Comunidad Autónoma de Euskadi en 2017 y Evolución 2008-2017 (pdf, 4,43 MB). Informe de Osalan de julio de 2018.

[6] Informe de accidentes de trabajo y enfermedades en la C.A.E. en 2017 (pdf, 6,36 MB). Informe de Osalan de julio de 2018.

[7] Accidentes laborales de tráfico en la C.A.E. 2000-2015 (pdf, 3, 14 MB). Informe de Osalan de octubre de 2016.

[8] Accidentes laborales bajo la perspectiva de género en la C.A.E. 2004-2013 (pdf, 993 KB). Informe de Osalan de octubre de 2014.

[9] Accidentes laborales de tráfico en la C.A.E. 2009-2013 (pdf, 1,02 MB). Informe de Osalan de marzo de 2014.

[10] https://www.osalan.euskadi.eus

[11] http://www.mites.gob.es/es/estadisticas/monograficas_anuales/EAT/2019/index.htm

[12] http://www.mites.gob.es/estadisticas/eat/welcome.htm (2020ko aurrerapena, ekaina arte).

[13] http://www.risquesprofessionnels.ameli.fr/statistiques-et-analyse/sinistralite-atmp/dossier/nos-statistiques-sur-les-accidents-du-travail-par-ctn.html

[14] https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php?title=Accidents_at_work_statistics

[15] https://www.ilo.org/shinyapps/bulkexplorer38/?lang=en&segment=indicator&id=INJ_FATL_ECO_NB_A

[16] El suicidio en el trabajo como riesgo a prevenir. Jose Antonio Fernandez Aviles eta Silvia Martinez Ortiz (2019)

[17] Suicidio y desempleo: Barakaldo 2003-2014. Jon Garcia Ormaza (2016)

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