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Parecía que, tras una larga campaña electoral donde muchos se abanderaron de ser los próximos garantes de la salvación de la sanidad, quizás vendría un otoño de algunos cambios. Sin embargo, con poco o nada hemos llegado al invierno. Y digo poco, porque lo más relevante de lo que se ha podido hablar en prensa estos meses, ha sido el pacto sanitario. Propuesta, dicho sea de paso, llena de incertidumbre, falta de concreción y que, por ahora, no impresiona de vaticinar un futuro mucho mejor para los pacientes y trabajadores. También hemos visto pasar las elecciones sindicales de Osakidetza.  A alguno le puede haber llamado la atención la poca participación de los trabajadores en estas últimas, puede que por la falta de propuesta de modelo, o porque en sanidad todo sigue igual.

¿Y qué quiero decir con que todo sigue igual? Pues que mientras hace unos meses hablaban sobre reforzar la atención primaria o garantizar que todos los centros tuviesen médicos suficientes, el desmantelamiento y colapso sanitario siguen a la orden del día. Las listas de espera crecen, faltan médicos de familia y pediatras, no hay personal suficiente para sustituirlos, están cerrando algunos PAC, o están dejándolos abiertos con enfermería como única asistencia.

Y ha sido esta semana cuando el consejero de Sanidad del Gobierno de Lakua anunciaba que se invertirán 120 millones de euros desde 2025 a 2030, y que dotará a la sanidad de 358 plazas más, dentro de la Estrategia de Atención Primaria que tenía aprobada desde antes. Sin embargo, no concreta de dónde va a sacar el personal médico, y los datos no van en ningún caso a su favor. Según uno de los estudios de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria, el 45% de los médicos de atención primaria son mayores de 55 años, y entre 2021 y 2023 se preveía que se jubilarían una media de 2.650 médicos de familia por año. Es más, según algunos estudios, no habrá repuestos para todos ellos. Por lo que sus palabras no dejan de parecer promesas inasumibles para resolver el problema del sistema sanitario actual. 

A pesar de este panorama devastador, el consejero también ha anunciado la próxima reapertura del PAC de San Martín de Gasteiz en febrero. No han sido en vano las múltiples movilizaciones a raíz del cierre del centro en 2019, siendo las concentraciones realizadas por las OPA una señal de que persiste una voluntad por una sanidad universal y de calidad. Sin embargo, la tendencia general es la contraria, y ejemplo de ello es el PAC de Amara Berri que está en riesgo de cierre.

Por lo tanto, debemos ser cautos los próximos meses cuando nos hablen de nuevas promesas y propuestas de cambio en la sanidad. Propuestas que en ningún caso hablan sobre el problema estructural que sufre la sanidad ante la crisis capitalista y el inminente desmantelamiento que ello conlleva. Estaremos atentos a lo que venga, y mientras tanto, seguiremos luchando por una sanidad universal, gratuita y de calidad.

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