En 2021 se ha observado un incremento de violencia contra las mujeres de un 18,34% en la CAV Según datos de Emakunde, hasta agosto 2.488 mujeres han sido agredidas por sus parejas o exparejas. Los datos son igual de preocupantes en Navarra donde según el Instituto Navarro para la Igualdad en 2019 se registraron un total de 1.041 denuncias. Por otro lado, el HCE ha contabilizado que desde comienzos de este año 48 mujeres han sido asesinadas en el estado Francés. La Fiscalía española a su vez refiere que en 2018-2019 la violencia sexual entre menores de 16-17 años se incrementó un 40%. Datos, sin ninguna duda, alarmantes que no hacen más que acentuarse en momentos de mayor vulnerabilidad como el confinamiento que hemos vivido el último año y medio. Según datos de la fundación ANAR1 entre el 23 y 30 de marzo se comunicaron 270 situaciones violentas en el seno de la familia.
No es casualidad que en un contexto de crisis los datos de violencia contra la mujer o menores sean cada vez más desorbitantes, inherentes a un nuevo modelo de explotación reproductiva y sexual. ¿Qué puede significar todo esto y a qué nos enfrentamos?
Sujeto y modalidades de violencia la machista
Según un estudio de la OMS sobre violencia machista del 20132 el 35% de la población mundial de mujeres ha sido víctima de violencia física y/o sexual. Otros estudios3 demuestran que la violencia psicológica contra mujeres, entendida como actos amenazantes, de menosprecio, humillación, prohibiciones… a manos de parejas actuales o exparejas también alcanza un 32%. De la misma forma, los hijos de las mujeres maltratadas representan un sector de gran vulnerabilidad para la violencia4 Por ejemplo, un estudio de Corbalan y Patró5 describió que el 85% de los hijos de mujeres maltratadas habían sido testigos de la violencia hacia sus madres y que dos tercios de ellos fueron a su vez maltratados de manera física y psicológica.
Entre la juventud los datos distan de ser más alentadores. Según datos de la Fundación ANAR1 en los últimos 8 años los casos de violencia hacia la infancia y adolescencia se han visto incrementados pasando de 1.487 casos atendidos en 2009 a 5.930 en el año 2016, con un incremento de 27,4% este último año. Siendo los principales tipos de violencia el maltrato físico, con un 22,7% de prevalencia, la violencia escolar (19,7%), el maltrato psicológico (17,6%), trastorno de conducta (9,3%), violencia de género (9%), abuso sexual (7,6%), abandono (6,6%), agresiones extrafamiliares (3,4%), ciberacoso y grooming (1,8%) etc.
A raíz de semejante tendencia en los sectores más jóvenes, considero propicio nombrar algunas nuevas modalidades que permiten y fundamentan las relaciones sociales hoy en día, ya que conductas hasta ahora bastante desconocidas sugieren estar estrechamente relacionadas con el acoso y con el incremento de uso de redes sociales como WhatsApp, Instagram u Onlyfans. En estas redes sociales algunos jóvenes parecen normalizar conductas como leer los mensajes privados de sus parejas, controlar que historias suben, ver quienes le dan “me gusta” o compartir contenido privado sin permiso con alta connotaciones sexuales. No es raro, además, encontrarse con comentarios despectivos e insultos hacia el aspecto de muchas mujeres, ya que está plenamente admitido poder opinar sobre el peso, tamaño u otras singularidades físicas. Por lo que a Onlyfans respecta, plataforma en la que se paga por una suscripción por la que accedes a cierto tipo de contenido, se ha puesto en el punto de mira dadas las polémicas en relación con el material sexual y erótico de varias creadoras. Parece ser que detrás de esta plataforma están Tim Stokely y Leo Radvinsky, grandes magnates de la industria del porno. La plataforma se ha visto sumida en un crecimiento exponencial durante la pandemia gracias a la facilidad para obtener material de contenido erótico e imágenes de desnudo, siendo una de las palabras más buscadas en cuanto a género pornográfico el de “adolescente”. La plataforma MYM por ejemplo, que sería el equivalente al Onlyfans Francés, consiguió un notable aumento de subscripciones durante el confinamiento pasando de ser 60 000 a 145 000 usarios en un año6. Estas plataformas de fácil acceso para menores de edad a contenido sexual y con posibilidad de registro parcialmente anónimo se han convertido en caldo de cultivo para el desarrollo y perpetuación de la hipersexualización, ciberacoso y extorsión, identificándose de esta forma conductas de alto riesgo para adolescentes.
Aumento de consumo de pornografía
Otra tendencia interesante en la que profundizar relacionada con el abuso sexual sería el incremento de exposición a la pornografía de tanto adultos como jóvenes. En un estudio planteado por Epdata en la que se entrevistaron 2.500 jóvenes de 16-29 años9, pudieron observar que la primera vez que los jóvenes se encontraban con la pornografía era sobre los 8 años. De las personas participantes que consumían pornografía antes de los 16 años 75,8% eran hombres, entre los cuales un 45,4 % llegaban al contenido sin buscarlo. Además de esto, el estudio también planteaba la hipótesis de que la pornografía podía llegar a incrementar conductas de riesgo, sobre todo en hombres, clasificadas entre ellas como “sexo sin preservativo, sexo en grupo, sexo con desconocidos…”. Otros estudios de las universidades de Denver, Northeastern y Brown10 realizados en 2019 que relacionaban exposición a la pornografía online y la violencia sexual concluyeron que los adolescentes llegaban a imitar las prácticas violentas que veían en los videos: sexo sin consentimiento explícito, imágenes de subordinación de la mujer, prácticas sexuales sin preservativo, cuerpos altamente sexualizados y estereotipados y un largo etcétera.
La exposición a la pornografía, además, acentuada por el modelo tecnológico, no solo tiene consecuencia en las prácticas sexuales interpersonales, sino que se ha visto relacionada con serios problemas de adicción. Se ha descrito un aumento constante de la adicción pornográfica desde 1970, con un incremento de numerosas publicaciones sobre el tema11. Esto a su vez, ha derivado en que un mayor número de personas haya necesitado tratamiento12. La insatisfacción y disfunción sexual están al orden del día, siendo este un fenómeno estrechamente relacionado con la percepción del cuerpo y la presión performática del sexo. Estas conductas también tienen alta comorbilidad con trastornos de ansiedad, abuso de substancias y trastornos de la conducta alimentaria.
Consecuencias de la violencia en la salud
Toda esta violencia estructural normaliza circunstancias deplorables de abuso en el nombre de la responsabilidad individual, justificando el uso de la violencia y culpabilizando a las mujeres más vulnerables de que sus compañeros las maltraten. De esta forma, se ha visto que mencionadas situaciones de maltrato están estrechamente relacionadas con graves patologías. Entre ellas se ha descrito un riesgo de 3 a 4 veces mayor de sufrir estrés post traumático con una prevalencia de entre 33-64%7, 8. Dentro de esta categoría se pueden identificar síntomas como la ansiedad, el estado de alerta, el mal estado general, las conductas de evitación, los recuerdos intrusivos, las reacciones disociativas etc: diversos estudios han demostrado que esas mujeres maltratadas refieren estar continuamente preocupadas por que algo malo pueda suceder. La incapacidad y el recelo de relacionarse con su entorno por temor a volver a ser agredidas puede ser constante, además de los repentinos recuerdos de esos sucesos traumáticos que las llevaron hasta allí. Algunos otros pueden ser el estrés, los problemas para relacionarse y la incapacidad para afrontar situaciones más angustiosas. Además de esto, se ha observado un riesgo de 3 a 5 veces mayor para las conductas suicidas y de 5 a 8 veces mayor para el abuso de alcohol y dependencia a otras substancias7. Y por último, otro factor a tener en cuenta es que la depresión también se ha visto relacionada hasta en un 47.6% de estas mujeres 8.
Todo este complejo entramado de tendencias, fenómenos y consecuencias que se entrelazan entre sí no hace más que empeorar la condición de las mujeres trabajadoras, perpetuando de manera irreductible nuestra vulnerabilidad. No obstante, es necesario asumir la limitación de estudio con las que nos encontramos a la hora de intentar indagar en datos para un correcto análisis descriptivo. La falta de rigor metodológico y falta de criterios de recogida de datos concretos dificultan y seguramente infraestiman la verdadera magnitud que puede llegar a alcanzar la violencia contra la mujer trabajadora en este aspecto. Además de la gravísima situación en la que nos encontramos por falta de recursos para que mujeres trabajadoras en contextos de mayor vulnerabilidad puedan hacerle frente y contarlo. Hasta ahora las propuestas para ello distan de efectividad, demostrando la poca potencialidad de cambio con innumerables límites políticos. Por lo tanto, dado que la mujer estará condenada a sufrir violencia estructural por su función social en el capitalismo, me gustaría subrayar la urgencia de tratar el tema con la seriedad que se merece. Para ello sera necesario seguir estudiando las nuevas modalidades relacionadas con el tema y desarrollar propuestas estratégicas efectivas frente a intentos pragmáticos de cambios culturales cortoplacistas, dicho sea de paso, sin ninguna visión más que la del cambio dentro del mismo sistema que lo eterniza, y por tanto, antagónico a la aspiración de superación del problema. De esta forma, para poder abolir la estructura de violencia sistémica, acoso sexual estructural y feminicidio, es imprescindible aportar en la creación de un poder político capaz de superar la organización social dada que nos condena a la miseria, tanto económica, como moral. Y es en esa dirección en la que debemos de ejecutar la lucha cultural. La premisa es clara, esto no es más que un preludio para lo que viene.
1 Evolución de la violencia a la infancia y la adolescencia en España según las víctimas (2009-2016). Madrid: Fundación ANAR, 2017.
2 Global and regional estimates of violence against women; Prevalence and health effects of intimate partner violence and non-partner sexual violence. WHO, Department of Reproductive Health and Research.
3 La violencia de género en los jóvenes. Una visión general de la violencia de género aplicada a los jóvenes de España. Injuve.
4 Intergenerational transmission of partner violence: a 20-year prospective study: Ehrensaft, Cohen, Brown, Smailes, Chen y Johnson, 2003.
5 Consecuencias psicológicas de la violencia familiar: mujeres maltratadas e hijos de hogares violentos. Conferencia invitada en las II Jornadas sobre Mujer y Salud: Interacción de los contextos familiar y laboral: Corbalán, J. y Patró, R, Mayo 2003.
6 Mym, Onlyfans: la crise du Covid-19 provoque un boom des réseaux sociaus de l’intime. Midi Libre, 2021.
7 Mental health consequences of intimate partner abuse: a multidimensional assessment of four different forms of abuse: Mechanic MB et al, 2008.
8 Symptoms of Posttraumatic Stress, Depression and Body Image Distress in Female Victims of Physical and Sexual Assault: Exploring Integrated Responses: Weaver TL et al, 2007.
9 Consumo pornografía jóvenes datos gráficos: Epdata.
10 The Association Between Exposure to Violent Pornography and Teen Dating Violence in Grade 10 High School Students: Rostad W, Gittins-Stone D, Huntington C et al, 2019.
11 Pornography Addiction in Adults: A Systematic Review of Definitions and Reported Impact: Duffy A, Dawson D, Nair R, 2016.
12 Cybersexusers, abusers, and compulsives: new findings and implications. Sex Addict Compulsivity: Cooper A, Delmonico DL, Burg R, 2000.