Ander Goiatxe
Nueve años desde aquello de "el gobierno del cambio" en Nafarroa. Quinto acuerdo presupuestario entre el gobierno presidido por el PSN y EH Bildu. Y una vez más los han presentado como una herramienta indispensable para mejorar la vida de la gente en nuestro herrialde, tratando de ocultar así su incapacidad total para frenar el empobrecimiento generalizado que está sufriendo la clase trabajadora.
La imparable subida de precios, el estancamiento de los sueldos, la precarización de las condiciones laborales o el empeoramiento de los servicios públicos han cogido total centralidad en nuestro día a día, mientras los partidos de gobierno tratan de hacernos creer que están mejorando las cosas. Pero sus mentiras ya no las cree nadie. Sus políticas bajo ningún concepto atacan la raíz de los problemas, y acaban convirtiéndose en políticas contrarias a nuestras necesidades e intereses.
Por poner un ejemplo, han demostrado que son incapaces de remediar la situación de colapso del sistema sanitario. Lejos de poder solucionar el colapso de la atención primaria o las listas de espera interminables a las que se somete el proletariado, y asumiendo por completo la agenda política y las políticas de austeridad que decreta la Unión Europea, dan continuidad a la gestión público-privada y mantienen los acuerdos con empresas sanitarias como la Clínica del OPUS y el Hospital San Juan de Dios, entre otros. Y qué decir sobre el aparato legal que fundamenta todo esto y que asumen sin ningún miramiento, como la ley estatal 15/97 o el artículo 90 de la ley de sanidad que abrieron la puerta a privatización de la sanidad pública[1].
Mientras tanto, el autodenominado bloque progresista al completo, continua apoyando el TAV, el Canal de Navarra, minas como la de Erdiz o parques fotovoltaicos y eólicos. Proyectos que han sido confrontados durante largos años por el movimiento popular porque no generan ningún beneficio para las trabajadoras y los trabajadores y provocan la destrucción de nuestro territorio y sus ecosistemas.
Pero la cuestión no se limita a su dejadez o incapacidad. El pasado diciembre los partidos de gobierno, con la abstención y por lo tanto autorización de EH Bildu, aprobaron una reforma fiscal que impone cuatro veces más impuestos a los trabajadores que a las empresas[2]. En la actual situación de crisis capitalista, los partidos de reforma son totalmente incapaces de pasar la carga impositiva a los empresarios y a la oligarquía, ya que son estos, precisamente, los que financian, condicionan y controlan el estado capitalista. En plena ofensiva económica, para asegurar sus ganancias, los grandes bancos y multinacionales aseguran sus beneficios y reducen la financiación de las políticas “sociales”, quedando estos sustentados fundamentalmente en los impuestos a los trabajadores. Pero estos sueldos, que tienen cada vez menor poder adquisitivo, no son capaces de sostener la sanidad, la educación, el transporte y demás servicios y aparatos del estado. El margen político para la socialdemocracia se anula a medida que aumenta el empobrecimiento de la clase trabajadora. No hay alternativa, por lo tanto, para proclamas fiscales reformistas. No hay capacidad de neutralizar el empeoramiento de servicios y el empobrecimiento general mientras no se le meta mano a la ganancia; mientras no expropiemos la ganancia. Y ahí esta la clave. Como hemos dicho en más de una ocasión, tenemos que tomar conciencia de que para garantizar unas condiciones de vida y servicios gratuitos, universales y de calidad, son indispensables la expropiación del Capital y la desaparición de la clase explotadora.
Además, a medida que nos exprime económicamente, la oligarquía necesita asegurar el control político y cultural contra nuestra respuesta. Y en ello la Policía, como aparato represivo, cumple un papel clave. Ajenos a todo esto, en las últimas semanas partidos como EH Bildu han hecho una defensa y reivindicación de la Policía Foral como institución necesaria en Nafarroa. Parece que la cuestión ya no pivota en luchar contra la herramienta represiva del Estado que expulsa a la gente de sus casas, que revienta actos políticos de todo tipo, que tortura a militantes políticos, que asesina a personas migrantes como ElHadji Ndiaye con total impunidad[3]. Para EH Bildu, la cuestión central es si son de aquí o no; si llevan uniforme rojo o van de verde. Pero el problema es la institución policial en sí.
Hace ya nueve años que se dejó de escuchar aquello de "Erregimena kanpora" ("Fuera el régimen"), pero la estructura de poder capitalista en Nafarroa sigue intacta. El PSN que antaño era señalado como un partido del régimen, ahora se ha convertido en socio progresista e indispensable para EH Bildu. Pero esto no se explica porque el PSN haya cambiado, sino porque EH Bildu ha sido fagocitado completamente por la dinámica institucional capitalista y su marco socioeconómico. Aquellos que antes se enfrentaban a UPN, PSN y compañía porque reivindicaban la despolitización del euskera, han acabado comprando su mismo programa y la zonificación sigue vigente a pesar de que hayan estado en el gobierno.
Ese régimen sigue vigente en Nafarroa. La burguesía navarra y las multinacionales con intereses en el herrialde mantienen intacto su estatus quo. Las organizaciones como el OPUS mantienen su influencia económica y política y como bien es sabido, y continúan haciendo negocio con la sanidad gracias a los acuerdos y privilegios que siguen ofreciéndoles estos partidos. Parece que sigue teniendo vigencia aquella canción de Piperrak: "Tantos años de cambio y aquí no ha cambiado nada".
Socialismo o barbarie, no parece haber otra salida. Urge, por lo tanto, volver a organizar a la clase trabajadora en clave de lucha. Una lucha para desarrollar una alternativa real: una alternativa de clase frente a la oligarquía, los empresarios y los partidos. Organicemos la alternativa socialista.
REFERENCIAS
[2] https://www.ela.eus/es/noticias/presupuesto-navarra-2024.pdf
