"En Tolosa, Inauteriak...". Pero esta vez tampoco iban todos de Carnaval. Con la excusa de un supuesto altercado se produjeron cargas policiales y detenidos. La Ertzaintza mandó a un joven de 16 años al hospital con un ojo reventado. Y los ertzainas mostraron también su rostro torturador. Unos "secretas" disfrazados de Carnaval detuvieron a un joven de 17 años, le dieron una paliza camino de la comisaría, le desnudaron y le humillaron. Pasó la noche en comisaría. Los hechos han tenido cierta repercusión y las reacciones (o las faltas de reacción) han mostrado las posiciones de unos y de otros sobre el modelo policial.
El PNV ha convertido a la Ertzaintza en la crème de la créme a nivel internacional en cuanto a ciencia policial, y no puede poner en cuestión a su ejemplar Policía así por así. Lo único que se les ha ocurrido para salvar la situación ha sido decir que la Ertzaintza ha puesto en marcha una investigación interna. Pero ya se sabe que la Policía cuenta con el apoyo y la colaboración de todos los órganos e instancias del Estado. Es decir, que tiene total impunidad. Esa supuesta investigación interna pretende dar a entender que el de Tolosa ha sido un caso aislado. No cuestionará a la Policía como tal, es más, se utilizará para justificarla, poniendo a cuenta de uno o de otro la responsabilidad de la "desproporcionalidad". Sin embargo, las torturas y las cargas tienen más de habitual que de excepcional, lo cual es bien conocido en Euskal Herria.
Si alguno esperaba una crítica más contundente por parte de la izquierda institucional, no ha sido así. EH Bildu considera que la intervención de la Ertzaintza fue injustificada y desproporcionada. Fruto, pues, de una mala gestión. Han intentado ponerse el disfraz de crítico y alternativo, pero hace tiempo que se les cayó la careta. De hecho, EH Bildu no cuestiona la necesidad de cuerpos armados profesionalizados en el mantenimiento del orden social del Capital y controlados por el Estado (comunidades autónomas), es decir, la lógica del monopolio de la violencia por parte del Estado.
La propuesta de EH Bildu es una Policía euskaldun, democrática y cercana: un modelo de Policía que se diluya más en la sociedad civil; que tenga instancias intermedias; que desempeñe sus funciones de forma más preventiva; que esté aún más integrada en la comunidad euskaldun... Como si la única función ilícita y perjudicial de la Policía fuera la violencia policial (cargas, torturas...). Quiere evitar actuaciones que puedan generar descontento social. Quiere que la Policía patrulle las calles sin crear conflictos, normalizar su figura e impulsar la colaboración con ella. Este modelo policial modernizado se adapta a una sociedad pacificada y vacía de conflictos, y se encargará de que así sea. Pero, si fuera necesario, tiene más medios y preparación que nunca para actuar con violencia.
La Policía es una institución especializada en garantizar la seguridad. La seguridad del sistema capitalista. No se pueden entender la Policía y el sistema capitalista como dos cosas independientes. La Policía no es una figura neutral que permite la convivencia, sino el brazo armado del sistema que perpetúa la división de clases. No es una institución para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos. De ser así, actuaría contra aquellos que crean y perpetúan la miseria, la guerra y la opresión, y no contra la clase trabajadora. ¿Acaso algún partido institucional propone algo así?
Ahora que estamos inmersos en la dinámica electoral, los socialdemócratas quieren escenificar dos modelos de gestión contrapuestos: uno autoritario y violento por un lado, y uno más democrático y cercano por otro. Pero ambos desempeñarían la misma función y, además, se conjugan y combinan. Al igual que en el resto de las cuestiones de Estado, los partidos institucionales tienen propuestas que difieren en pequeños matices pero que confluyen en grandes cuestiones. Tanto unos como otros, en el fondo, defienden lo mismo; en beneficio de los grandes y en contra de los de siempre.
Toda la solidaridad a los detenidos y heridos.
