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La noche del 30 de marzo la Ertzaintza arremetió con dureza contra la juventud comunista. Hubo muchos heridos, varios hospitalizados, e incluso un detenido. La vivienda que defendían, sin embargo, quedó intacta. Los que se presentaron ahí únicamente para golpear no tenían otra intención que amedrentar y acosar a la militancia de GKS, y las imágenes lo demuestran con crudeza. Parece que el PNV tiene dificultades para controlar a sus perros, pero ofrece luego un apoyo incondicional a la Ertzaintza, aunque se estén reforzando los sectores fascistas y ultras dentro de ella.

Ante estos hechos, la maquinaria mediática ha seguido criminalizando a la juventud organizada, difundiendo mentiras y manipulaciones insostenibles tanto por parte de los grandes medios de comunicación como del gobierno y los partidos. Por cierto, también ha sido vergonzoso y significativo el silencio de quienes sueñan con ser gestores de los aparatos de estado. Total impunidad policial, pues, por parte del estado.

La persecución a los comunistas comprometidos, sin embargo, viene de largo. Últimamente estamos viendo un montón de ejemplos. Por ejemplo, la campaña de criminalización emprendida por iniciativa de los sectores más retrógrados de la Universidad del País Vasco busca anular la militancia y las reivindicaciones de Ikasle Abertzaleak, frustrar el clima de movilización y reprimir a los estudiantes organizados de forma independiente. Así justifican los campus plagados de policías, y pueden llegar a reducir aún más los márgenes para la actividad política, que son ya estrechos. Buscan que la actividad política que va más allá de las instituciones sea marginal, para que no se forme una oposición real.

Los derechos políticos fundamentales del estudiantado organizado también han sido atacados en la educación secundaria. En total unos nueve alumnos han sido expulsados, en más de quince centros se ha prohibido el derecho a huelga, y la Policía ha identificado a unos veinte alumnos. También hemos visto la colaboración entre directores y policías, reuniones entre directores y planes contra la huelga, intentos de expedientar a alumnos, presiones de inspectores en institutos, o seguimientos y amenazas de secretas. Han perseguido a estudiantes organizados y han puesto obstáculos al derecho de movilizarse; no sólo la Policía, sino también inspectores, direcciones y profesores de todos los colores.

Sabemos bien que la represión no se limita a la actuación de la Policía y de los jueces: algunos puestos administrativos, los políticos profesionales y los trabajadores de los medios de comunicación son piezas fundamentales para la represión estatal. Generan consenso cultural e ideológico represivo y pretenden limitar la expansión que está teniendo el proyecto comunista en las nuevas generaciones del proletariado. Para ello están dispuestos a anular las condiciones de lucha que se han mantenido durante años, actuando en beneficio de las instituciones del estado.

La ola que está reduciendo las posibilidades para la actividad política que va más allá de las instituciones es grande y amplia. Los partidos o movimientos que apoyan que el único marco realista para la política está en las instituciones, o aquellos que defienden que los únicos cambios posibles deben hacerse a través del estado, destruyen las condiciones de lucha. Las reprimidas son, cómo no, las organizaciones que entienden la política en coordenadas ajenas al parlamentarismo; y como estamos viendo, la juventud comunista en particular.

Sin embargo, en contra de esa ola, la juventud está demostrando una clara firmeza y convencimiento: llevando adelante huelgas y movilizaciones a pesar de todos los obstáculos, aglutinando a sectores a favor de la militancia política en la universidad, o defendiendo proyectos independientes a favor de la emancipación aun teniendo que sufrir palizas. Con esta determinación y disciplina tendremos que mantener y expandir las condiciones para hacer política y luchar en la calle. Si no, no nos quedarán más que los estrechos límites marcados por el estado capitalista.

"Un joven que se inscribe en el movimiento socialista juvenil realiza un acto de independencia y de liberación. Disciplinarse es hacerse independiente y libre". A. Gramsci

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