Aviones no tripulados capaces de realizar bombardeos selectivos, robots que disparen en el campo de batalla, submarinos camicaces que hundan buques de guerra… todos esos avances propios de la ciencia ficción futurista pronto serán una realidad de las guerras contemporáneas. Las grandes potencias geopolíticas del centro imperialista y las emergentes están invirtiendo masivamente en el desarrollo y aplicación de la Inteligencia Artificial en sus ejércitos.
Si algo caracteriza a la Inteligencia Artificial es el ser una tecnología que se automatiza del mando humano, ya que es capaz de interpretar y aprender de datos externos sin que un humano tenga que estar reprogramándola constantemente. Lo que abre la puerta a que en las guerras existan armas autónomas de las órdenes humanas. Armas que ataquen al enemigo, pero también a la población civil sin ningún tipo de intervención personal directa, y por tanto sin remordimiento del soldado que ha ejecutado dicha matanza.
La conocida serie Black Mirror trata de mostrarnos un futuro distópico, pero a la vez cercano al presente que vivimos, en el que los avances tecnológicos hacen perder a las personas su propia humanidad. En el episodio quinto de la tercera temporada, la serie nos narra cómo los soldados del ejército estadounidense son manipulados mediante la implantación de un chip visual por el que ven a los pobres que deben aniquilar como si de monstruos se tratasen.
Así, el soldado desprovisto de toda humanidad, liquida los objetivos que el gobierno le ha puesto sin cuestionarse si esto está bien o mal, ya que se enfrenta a monstruos inhumanos. Es la banalidad del mal, por la que Hannah Arendt describía a los funcionarios de los campos de exterminio nazis, llevada a su máxima expresión. El humano se convierte en robot por el uso de la tecnología y los robots pueden llegar a tomar decisiones humanas, pero sin su razonamiento ético.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos define la Inteligencia Artificial (IA) como «la capacidad de las máquinas para realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana». Como, por ejemplo, aprender de la experiencia, reconocer patrones, hacer predicciones, sacar conclusiones o aniquilar seres humanos como si de algoritmos se tratasen. La IA va a suponer una revolución mayor a la de la creación de Internet, ya que los comandos de Internet aún debían ser gestionados por un humano. Lo que caracteriza a la IA es la capacidad de aprender y tomar decisiones autónomamente.
La IA va a suponer una revolución mayor a la de la creación de Internet, ya que los comandos de Internet aún debían ser gestionados por un humano. Lo que caracteriza a la IA es la capacidad de aprender y tomar decisiones autónomamente
La introducción de la IA en el modo de producción capitalista es denominada como la cuarta revolución industrial. Pero, no malinterpretemos. La IA, al igual que la demás tecnología, no es mala de por sí. Solamente bajo las relaciones de producción capitalista una tecnología que podría ser usada para el bien común y liberar de la carga del trabajo al ser humano se convierte en un peligro en potencia. Ya que, como se caracteriza desde la crítica de la economía política marxista, llegado a cierto punto, las fuerzas productivas se convierten en fuerzas de destrucción.
Los líderes políticos son conscientes del riesgo destructivo que puede desencadenar el uso indiscriminado de la IA por parte de las distintas potencias militares. Por ello, a principios de noviembre de 2023, se celebró en Londres la primera conferencia global de seguridad de la IA, a la que asistieron jefes de Estado y empresarios tecnológicos occidentales. Pero también lo hicieron el viceministro de Ciencia y Tecnología de China, Wu Zhaohui, junto con representantes de las empresas Alibaba y Tencent. Occidente teme que China tome la delantera en la producción e implantación de la IA, por ello está tratando de regular su uso a nivel global.
En este artículo resumiremos algunas de las pugnas geopolíticas más relevantes en torno a la IA. Pero, sobre todo, nos centraremos en su uso militar y en el futuro de las guerras capitalistas, cuando las decisiones de matar sean tomadas por humanos, pero ejecutadas independientemente por máquinas con algoritmos inteligentes.
LA GEOPOLÍTICA DE LA IA
Al igual que en los casos de los recursos naturales, el armamento o las cadenas de valor, también existe una carrera por ver qué potencia geopolítica crea y patenta en primer lugar nuevos avances tecnológicos en la IA y los implanta en todos los niveles de la sociedad. Como en otras disputas de la política internacional actual, se puede decir que existen dos polos antagónicos: China y Estados Unidos. Si bien China está haciendo un gran esfuerzo por financiar a sus tecnológicas nacionales, aún son las big tech estadounidenses las que llevan la delantera en innovación e implementación de la IA.
Sin embargo, los últimos años el centro de gravedad de la innovación en la IA está girando hacia Asia-Pacífico. Así, ya en 2016, y según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, de los 3,1 millones de solicitudes de patentes, China realizó 1,3 millones, EE.UU. 605.571, Japón 318.381, Corea del Sur 208.830 y la UE 159.358. Con todo, de los 11,8 millones de patentes en vigor en el mundo en 2016, 2,8 millones eran de EE UU., 2 de Japón y 1,8 de China.
Pero esa disputa se basa en una compleja interdependencia mutua, típica de las relaciones de producción capitalistas. Dado que, aunque el 65 %de los ordenadores personales y tablets, así como el 85 %de los móviles, están fabricados en China, esos se basan en chips diseñados en Estados Unidos, manufacturados en Taiwán o Corea del Sur y dotados del software desarrollado por empresas norteamericanas.
La Unión Europea parece quedarse rezagada en esta carrera, ya que el desarrollo de la IA requiere de grandes empresas privadas y estatales, inexistentes en el caso de la UE. Al contrario, China tiene varias de las más grandes empresas en el sector de IA, como son Baidu, Alibaba y Tencent (juntas son conocidas como las «BAT»). En contraposición, encontramos a las empresas estadounidenses llamadas “GAFAM” (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft). En ese contexto, la UE trata de ser el principal actor político en regular y limitar los usos más peligrosos de la IA, en ámbitos como la protección de datos personales. Así busca ser la principal potencia que regule la IA, al no tener capacidad de ser el actor que produzca esas innovaciones.
Mientras en China impera una especie de «tecnonacionalismo» por el que el Estado financia y guía la producción de innovaciones en la IA, Estados Unidos se ha mostrado más reacia a inflar con ayudas públicas a sus grandes tecnológicas. Washington confía en que el libre mercado mundial, regulado por su poderío militar, ayudará de por sí a esas empresas. Pero, visto que China comienza a pisarle los talones en este sector clave, la actual Administración de Joe Biden se ha visto obligada a cambiar de rumbo. En agosto de 2022, Biden hizo pública la Ley de Ciencia y Chips, para fomentar con dinero público la producción autónoma de semiconductores y chips, así como reforzar el sector tecnológico en la estrategia de defensa.
Pese a eso, China y Estados Unidos aún muestran diferentes estrategias en la carrera hacia la hegemonía tecnológica mundial. Mientras en el caso estadounidense, el gobierno defiende que las empresas deben ser las que controlen el desarrollo industrial y los criterios de regulación de la IA, China controla de manera férrea toda innovación que sus empresas producen y cómo se implementa.
Mientras en el caso estadounidense, el gobierno defiende que las empresas deben ser las que controlen el desarrollo industrial y los criterios de regulación de la IA, China controla de manera férrea toda innovación que sus empresas producen y cómo se implementa
Por ese mismo motivo, muchas tecnológicas estadounidenses encuentran problemas al introducir novedades en Europa, ya que la UE también se muestra más estricta con el marco regulador de la IA. Estas célebres palabras de Emmanuel Macron ayudan a comprender la situación: «¿Quién puede pretender ser soberano, por sí mismo, frente a los gigantes digitales?».
LA GUERRA «INTELIGENTE»
Pese a que la IA va a transformar todos los aspectos de la vida cotidiana, el mayor riesgo está en su uso militar. La infraestructura del campo de batalla de los siglos XX y principios del XXI tendrán pocas posibilidades frente a enjambres de drones autónomos, sumergibles de ataque no tripulados y radares de apertura sintética que pueden observar prácticamente cualquier movimiento en el planeta. La actual «cadena de muerte» militar (abreviatura del proceso mediante el cual los soldados identifican, rastrean y ejecutan objetivos) quedará obsoleta debido a la IA. Las matanzas podrían llevarse a cabo a velocidades nunca vistas y sin participación humana.
La OTAN es consciente del inicio de una nueva era de la guerra, con una revolución igual o superior a la que supuso el uso de bomba atómica. Por ello, la alianza militar de los Estados imperialistas occidentales, anunció en junio de 2022, con la guerra de Ucrania en su momento álgido, que estaba creando un fondo de innovación de 1.000 millones de dólares. Dinero que invertirá en las startups y en los fondos de capital de riesgo que desarrollen tecnologías «prioritarias» para la alianza, como la IA, el procesamiento de big data y automatización de su armamento.
La misma fiebre del oro se está desatando entre las empresas tecnológicas de Silicon Valley, que están invirtiendo miles de millones de dólares en proyectos de tecnología armamentista y de defensa. El capital de riesgo en el sector se ha duplicado, de alrededor de 16 mil millones de dólares en 2019, a 33 mil millones de dólares en 2022, según muestran los datos de PitchBook (empresa que ofrece una base de datos sobre distintas empresas a inversores y otras empresas).
Empresas emergentes estadounidenses, como BlackSky, Capella y PlanetLabs (empresas de teledetección que fusionan la Inteligencia Artificial y la tecnología satelital para proporcionar imágenes aéreas detalladas en tiempo real), han permitido al ejército ucraniano determinar con precisión la ubicación y el estado de los convoyes rusos.
La introducción de la IA en el ámbito militar permitirá al mando del ejército que de mayor implantación de esta tecnología disponga tener una comprensión de la situación en tiempo real superior a su enemigo. Utilizando datos y técnicas para su tratamiento inaccesibles al ser humano por su volumen, velocidad y complejidad.
La introducción de la IA en el ámbito militar permitirá al mando del ejército que de mayor implantación de esta tecnología disponga tener una comprensión de la situación en tiempo real superior a su enemigo
Además, un ejército con una amplia implantación de la IA puede gestionar datos de la población civil del enemigo externo (otro Estado) o interno (su propia población). Ya que los algoritmos de los buscadores de Internet y de las redes sociales funcionan ya de facto mediante IA. Así, sería posible conocer los hábitos de la población a atacar o enviar mensajes masivos y segmentados de propaganda, para crear una especie de quinta columna tecnológica.
Pero, sin duda, el arma más mortífera que puede introducir la IA son las conocidas como Sistemas de Armas Autónomos Letales (SAAL), máquinas preparadas para matar sin la necesidad de ser guiadas por un humano. Ningún ejército del mundo va a renunciar a esa opción, incluso aunque de momento ni siquiera se haya terminado de regular su uso.
El arma más mortífera que puede introducir la IA son las conocidas como Sistemas de Armas Autónomos Letales (SAAL), máquinas preparadas para matar sin la necesidad de ser guiadas por un humano. Ningún ejército del mundo va a renunciar a esa opción, incluso aunque de momento ni siquiera se haya terminado de regular su uso
Según un reportaje del medio de comunicación especializado en geopolítica Politico, Rusia ya ha probado tanques autónomos en el campo de batalla de Siria, Estados Unidos ha soltado enjambres de drones en el cielo de California (método por el que operan varios drones al unísono para lograr un objetivo común sin supervisión humana durante el trayecto), el Reino Unido quiere usar escuadrones de drones en combate para finales de este mismo año y China está construyendo submarinos no tripulados que serían capaces de llevar a cabo ataques de estilo kamikaze contra buques enemigos.
El llamado Derecho Internacional Humanitario regula, casi siempre sin éxito, las matanzas y crímenes contra población civil que puedan perpetrar los ejércitos. Sin embargo, ese derecho está planteado para castigar decisiones tomadas por humanos, no por algoritmos de máquinas. Si bien en su origen deben ser programadas por un mando humano, como en su ejecución se automatizan, la decisión final queda en manos de los datos que la máquina vaya recabando e interpretando.
Pese a que la UE está intentando regular la IA, su legislación vigente, como la directiva adoptada en el año 2021 por la Comisión Europea, conocida como «Ley de Inteligencia Artificial», apenas regula el uso de la IA en el ámbito militar. En concreto, se centra en la limitación de la IA en la manipulación cognitiva, la puntuación social o los sistemas de reconocimiento biométrico.
Por último, veamos resumidamente en qué punto se encuentran las grandes potencias geopolíticas en cuanto al desarrollo de la IA se refiere. Es decir, qué planes estratégicos están desarrollando:
ESTADOS UNIDOS
Estados Unidos ha sido la gran potencia en investigación y desarrollo de la IA hasta que sus competidores directos, sobre todo China, ha comenzado a recortar distancias con estrategias e inversiones públicas masivas. Eso ha hecho cambiar la visión estadounidense. La Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 confirmó la necesidad de aunar las iniciativas públicas y privadas para alcanzar el objetivo de liderar la investigación e implantación de la IA a todos los niveles, y designó ese objetivo como fundamental en la seguridad nacional.
Un año después, la Estrategia de Defensa Nacional de 2018 recogió la IA entre el conjunto de tecnologías que están cambiando el carácter de la guerra moderna. También denominó a China y Rusia como rivales estratégicos en la implementación de la IA en el ámbito militar. Así, desde la Administración Trump, y algo que sigue con Biden, el Gobierno estadounidense financia y protege las investigaciones en IA de las empresas tecnológicas punteras. Ya que, para Estados Unidos, la IA es clave en el desarrollo militar en ámbitos como la ciberdefensa, los misiles guiados, las imágenes de satélites o las armas nucleares.
Para Estados Unidos, la IA es clave en el desarrollo militar en ámbitos como la ciberdefensa, los misiles guiados, las imágenes de satélites o las armas nucleares
En ese sentido, debe entenderse la última Ley de Ciencia y Chips aprobada por el Gobierno de Biden, que prevé movilizar 280.000 millones de dólares para que Estados Unidos sea autosuficiente en la producción de semiconductores y microchips. Esa medida, leída desde círculos de la izquierda socialdemócrata como una vuelta al keynesianismo por el mero hecho de suponer una gran inversión estatal, quiere relocalizar y potenciar industrias que Estados Unidos cree claves en la contienda geopolítica actual. Dado que, según datos de la Asociación de la Industria de Semiconductores de Estados Unidos, en los noventa el 37 %de los chips empleados en el país se producían en sus industrias locales. Actualmente, en cambio, sostiene la fabricación del 12 %.
CHINA
Es la gran potencia emergente en la IA por excelencia. Incluso en algunos ramos de la IA ya supera a Estados Unidos, como en el reconocimiento facial. Como ya se ha dicho, en China es el Estado el que guía la producción e investigación de esta tecnología, pero Pekín no se conforma con ser la principal potencia en producción de esta nueva tecnología, sino que quiere imponer sus reglas. Así, Pekín busca imponer sus estándares en el consiguiente proceso de mundialización de la IA, que empresas chinas como Tencent y Alibaba impongan los estándares de uso, al igual que las compañías estadounidenses como Google o Facebook impusieron sus estándares en Internet.
Pekín busca imponer sus estándares en el consiguiente proceso de mundialización de la IA, que empresas chinas como Tencent y Alibaba impongan los estándares de uso, al igual que las compañías estadounidenses como Google o Facebook impusieron sus estándares en Internet
China también invierte estratégicamente en empresas tecnológicas extranjeras, para poder aprender de sus procesos de producción y después adaptarlos a sus propias empresas. Método que desde Occidente ha sido catalogado de plagio y los gobiernos occidentales han comenzado a limitar las inversiones chinas en sus empresas tecnológicas. Sin embargo, China tiene una gran dificultad en lo que a la adaptación de la IA a su ejército se refiere, y es que la armada china no ha librado grandes guerras en las últimas décadas. Para una eficaz implantación de la IA en el ámbito militar, será necesaria su prueba en el campo de batalla real.
RUSIA
El país liderado por Vladimir Putin comenzó a considerar la IA una tecnología clave en la seguridad nacional en una fecha tan tardía como 2017. Sin embargo, desde el principio Rusia ha enfocado la investigación de la IA al ámbito militar, ya que su doctrina entiende que todo avance en el campo militar trae posteriores avances en el campo civil.
Además, la guerra de Ucrania ha supuesto un revulsivo para la investigación y la renovación basada en la IA de su ejército. Una investigación del medio alemán Business Insider muestra que Rusia lleva años trabajando en un sistema de control de combate basado en la IA. Consistente en la interconexión estratégica de todos los sistemas de armas, desde soldados hasta misiles nucleares.
ISRAEL
Israel, pese a no tratarse de una potencia global, es la mayor potencia regional en lo que se refiere a avances militares de la IA. Al ser un Estado basado en la ocupación de tierras palestinas, su situación de guerra constante le obliga a modernizar constantemente sus fuerzas armadas. Al igual que con su programa nuclear, el desarrollo militar de la IA de Israel es extremadamente opaco. Pero es conocido que Israel lidera la aplicación de la IA en algunos campos como los vehículos terrestres y aéreos no tripulados, que ya patrullan sus fronteras en tareas de vigilancia, y que podrían dar paso a sistemas de armas letales autónomas.
Israel se vende como una potencia tecnológica líder, con cientos de empresas y startups que se ubican en su territorio, y así intenta atraer a científicos punteros de todo el mundo. Asimismo, el Ministerio de Defensa financia proyectos de investigación y desarrollo de la aplicación militar de la IA, conscientes de que la superioridad militar de Israel en la región de Oriente Medio es clave para la existencia del Estado sionista.
UNIÓN EUROPEA
Los Estados miembros de la UE y la propia Comisión Europea son conscientes de la realidad: Europa se está quedando atrasada en la carrera tecnológica de la IA y solamente puede aspirar a reducir esa brecha y a construir una autonomía relativa frente a la tecnología de otras potencias. Para ello, los fondos europeos como el Horizon Europe son clave, ya que pretenden invertir en empresas europeas líderes en producción de tecnología. Pero para la UE es aún más vital limitar la entrada de tecnología extranjera, sobre todo china, pero también estadounidense, estableciendo en su jurisdicción una reglamentación más estricta en los planos como el de la protección de datos. Sin embargo, en el ámbito militar, el uso de la IA aún no ha sido legislado por la UE.
CONCLUSIONES
Como se ha visto, todas las grandes potencias están inmersas en una carrera armamentístico-tecnológica, conscientes de que la pugna geopolítica va en aumento y que la situación podría desembocar en cualquier momento en una contienda militar de escalas continentales. De momento, las guerras proxy que libran las grandes potencias, como fue la de Siria o lo es la de Ucrania, están sirviendo como campo de experimentación para la aplicación de la IA en los ejércitos.
Las guerras proxy que libran las grandes potencias, como fue la de Siria o lo es la de Ucrania, están sirviendo como campo de experimentación para la aplicación de la IA en los ejércitos
La IA abre la posibilidad de que las matanzas humanas causadas por las guerras capitalistas sean llevadas a cabo sin mediación humana, sin que la consciencia humana interfiera en el acto de matar. En los campos de exterminio nazis de la Segunda Guerra Mundial era un soldado humano el que debía llevar a cabo el proceso de gaseado de los prisioneros, también fue un humano el que lanzó las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, pero hoy nos enfrentamos a que las matanzas sean llevadas por un algoritmo inteligente, que ni siente ni parece.
La historia de la guerra es la historia de cómo conseguir que los soldados maten al mayor número posible de personas sin remordimientos, al igual que la historia del capitalismo demuestra que los avances en las fuerzas de producción siempre terminan por convertirse en medios de destrucción, en este caso de vidas humanas. La IA no es de por sí mala, la maldad reside en el sistema de relaciones sociales en el que esta tecnología se va a desarrollar y aplicar: el capitalismo.
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