El 5 de abril, Jabiertxo Andiarena escribió un artículo en Naiz en el que se nos acusaba de "fraude histórico-político" y "usurpación de imagen". Es por ello que, como militante de Indar Gorri, me gustaría aclarar una serie de temas.
En primer lugar, el logo en cuestión (1977), es anterior a la fundación de las Gestoras (1979) y se siguió utilizando después de su ilegalización (2001). Es más, hoy en día, hay presxs políticxs que siguen utilizándolo, al igual que las organizaciones que lxs acompañan. Por lo que no es patrimonio exclusivo de ninguna sigla: es la imagen de la reivindicación de la amnistía para lxs presxs politicxs vascxs. Es sinónimo de amnistía, que, en aquella época, reclamaban las Gestoras, pese que a Jabiertxo se le ha olvidado mencionarlo.
En segundo lugar, Indar Gorri, al igual que otros agentes políticos (y a diferencia de la Izquierda Abertzale), sigue reclamando la amnistía total, lo cual conlleva no sólo la excarcelación de los militantes cautivos, sino el reconocimiento de su lucha revolucionaria, junto con la superación de las razones que lxs han llevado a la lucha. Esto está tan presente en la actividad de Indar Gorri, que todos los carteles incluyen está reivindicación.
Indar Gorri, al igual que el resto de gradas de Euskal Herria, es un espacio para la politización de la sociedad; un espacio para la reivindicación política ante miles de personas. Sin ir más lejos, el 23 de marzo en San Mamés, junto con el resto de gradas de Euskal Herria, "prostituimos" una vez más el anagrama de la amnistia ante 35.000 personas, mediante una pancarta y junto con el lema Euskal Presoak Harmailara.
Porque para nosotros es eso, un icono que conlleva intrínsicamente una reivindicación política, con tanta vigencia como las cárceles. No un "anagrama que debe descansar", esculpido en madera en el txoko y que sirve para recordar los tiempos en los que luchábamos, mientras alardeamos de galones.
Por último, más allá de la infantilización de nuestro "ámbito de actividad", Jabiertxo compra el discurso de policías y jueces, que convierten nuestra lucha consecuente contra organizaciones abiertamente fascistas en "batallas campales entre aficiones rivales". Lo cual no les impedirá pedirnos el voto antifascista después de cuatro años alimentándolo desde el gobierno o pedir ayuda cuando el fascismo pasee por nuestros barrios.
Por eso, Jabiertxo, menos lecciones por parte de los que o se han ido a casa o comen de la mano del enemigo a quienes trabajan a diario por abrir un nuevo ciclo revolucionario, también desde nuestro ámbito.