El pasado fin de semana han estado en Altsasu (Nafarroa) varios ex miembros del colectivo juvenil Distrito 14 de Moratalaz, en el Ospa Eguna. Allí han tratado las infiltraciones policiales que han sufrido estos últimos años, y GEDAR LANGILE KAZETA también ha tenido la ocasión de conversar con ellos. Hemos hablado con ellos, entre otras cosas, del trabajo de espionaje de la policía, de la forma de actuar de los topos, de las infiltraciones sufridas por otros colectivos políticos y sociales, de las enseñanzas, de la respuesta ante los casos que han salido a la luz y de la represión de Estado.
¿Qué era Distrito 14 y qué trabajo realizabais allí?
Distrito 14 fue un colectivo juvenil nacido al calor de la huelga general de noviembre de 2012 y de la okupación de un centro social en el barrio llamado Salamanquesa. Entre sus objetivos estaban los de organizar a la juventud trabajadora del barrio, coordinarse y organizarse con el resto de colectivos juveniles de barrio, y realizar acciones para concienciar y señalar diferentes problemáticas como desahucios, violencia de género, anticapitalismo, casas de apuestas, antifascismo, antirracismo, homofobia etc.
Que sepáis, ¿cuántas infiltraciones policiales habéis sufrido estos años?
Directamente, y que sepamos a día de hoy, dos. Uno de 2014 a 2021 y su "relevo" de 2020 a 2022.
¿Qué destacaríais de esas infiltraciones? En cuanto a la forma de actuar de los topos y su trabajo de infiltración, por ejemplo.
Una de las cosas que solemos destacar siempre es la cuestión de las "líneas rojas". Es decir, nosotras, como militantes, siempre habíamos pensado que había una serie de límites que automáticamente hacían descartar la posibilidad de la existencia de un infiltrado. Por ejemplo: tener un DNI físico real, mantener relaciones sexoafectivas con militantes, conocer a su familia real, que trabajasen con contrato, visitar su casa... Todas esas "líneas rojas" se han pasado en nuestros casos y en varios más de los que se han destapado hasta ahora.
También es destacable que tenían patrones en común (actitud afable y huyendo de polémicas, conocimientos políticos muy bajos, perfil militante muy activo especialmente con el "trabajo sucio" relacionado con la logística etc.), pero cada uno también tenía sus peculiaridades para adaptar su perfil, su historia y demás.
Las infiltraciones sufridas por el colectivo Distrito 14 no han sido las únicas que han visto la luz estos últimos años.
Efectivamente. Han salido dos casos en Barcelona (José Ignacio y Dani), uno en Girona (María), uno en Valencia (Ramón) y dos más en Madrid (Lucía y Mavi). Seguramente no serán los únicos, y hay que estar preparados para que salgan más. Una de las cosas que nos han ayudado y que recomendamos a toda la militancia es leerse los artículos publicados de cada caso, porque hay muchos detalles y patrones comunes que pueden servir como pista para detectar más. Aunque nuestra idea es huir de la paranoia, es importante fijarse en todo eso.
Con la mayoría de los casos, estamos en contacto para darnos apoyo, y también para sacar adelante curro que pueda servir a la militancia para gestionar futuros casos, tanto en lo emocional como en lo político.
¿Qué función creéis que cumplen dichas infiltraciones y ese tipo de mecanismos de control y acoso?
Creemos que el objetivo principal es el de la captación de información: cómo funcionamos internamente, qué militantes están más activos, con qué organizaciones nos relacionamos y de qué manera, etc. De hecho una de las informaciones que se ha hecho pública hace relativamente poco es que en alguno de los casos los infiltrados recogían muestras biológicas de militantes, principalmente de aquellos con los que llegaron a convivir y mantener relaciones sexoafectivas.
También consiguen, aunque más indirectamente, generar pánico, paranoia, desconfianza e inseguridad en las organizaciones y entre los militantes. En definitiva: control, represión, captación de información etc.
Y, ante estos casos de infiltración que han salido a la luz, ¿cuál ha sido la respuesta?
A nivel institucional, por parte de los partidos políticos progresistas a la izquierda del PSOE, las reacciones han sido las esperadas: hipocresía, mensajes vacíos e intentos de utilizar los casos a favor de su estrategia institucional.
Por poner ejemplos concretos, Podemos ha mostrado "indignación", pero ningún tipo de autocrítica ni nada relacionado a que formó parte del gobierno durante varios años en los que se infiltraron policías.
Por parte de Sumar, Izquierda Unida y Bildu, han intentado utilizar los casos para sacar rédito electoral y político, y en ningún caso se han acercado mínimamente a los grupos de afectadas para ofrecer ayuda como forma de compensar su apoyo a gobiernos que favorecen las infiltraciones.
Por parte del gobierno y del PSOE, lo esperado: silencio en general y apoyo a estas prácticas y a la policía en las pocas ocasiones que públicamente han hablado del tema.
Fuera del mundo institucional, es cierto que las muestras de solidaridad han sido muy numerosas y estamos muy agradecidas, aunque, por desgracia, no en todos nuestros entornos militantes ha sido así.
Creemos que aún falta mucho que aprender y asimilar respecto a esta forma de represión, tanto en cómo afecta a las organizaciones en general, como a las militantes más directamente en particular. Y también en cuanto a su gestión antes, durante y después.
¿Qué enseñanzas habéis sacado y qué enseñanzas ha de sacar todo movimiento y militante revolucionario?
Podríamos dedicar casi un libro a responder esta pregunta, pero como pinceladas: